—¿Hola? ¿Quién está ahí? —Mi voz temblaba mientras me deslizaba cuidadosamente de la cama, caminando de puntillas hacia el armario.
Mi corazón latía fuertemente en mi pecho, la confusión remolinando en mi mente. —¿Cómo podría alguien estar escondido en mi armario?
Me quedé congelada cuando vi una figura emergiendo detrás del guardarropa, conteniendo la respiración.
—¡Soy yo! —Un joven se adelantó con aire de confianza, su elegancia innegable.
Su apariencia, tan refinada y pulida, hizo que mi corazón palpitara inesperadamente. —Es genial verte de nuevo, señorita Kimberly.
Sus oscuros e intensos ojos y su suave voz melódica llenaron la habitación con un extraño encanto. Mi mente se quedó en blanco mientras lo miraba fijamente.
¿Era esto real? ¿Realmente podría ser él el que está parado aquí, frente a mí? Sus dedos me señalaban juguetonamente mientras mostraba una cálida sonrisa.
—¿No estás contenta de ver a tu viejo amigo?