La perspectiva de Kimberly
Han pasado tres horas desde que llevamos a mi papá de urgencia al hospital de la manada, y aún no se ha despertado. La espera parece interminable, y mi preocupación crece con cada minuto que pasa.
Mi padre, Alfa Darwin, siempre ha sido fuerte, lleno de energía y rara vez enferma. En solo dos meses, cumplirá setenta años y, en toda mi vida, esta es sólo la segunda vez que ha sido hospitalizado.
El doctor y dos enfermeras están dentro de su habitación, su constante movimiento de entrada y salida hace que mi ansiedad empeore. Algo grave está pasando... Puedo sentirlo.
Ya no puedo estar sentada. Me levanto y camino hacia la habitación, incapaz de contener mi preocupación.
—Doctor, ¿cómo está mi padre? —Mi voz tiembla a pesar de mi intento por mantenerme calmada.
El doctor me echa una mirada antes de ajustar sus gafas.
—Lo siento, señora Kimberly, pero el Alfa Darwin necesita ser trasladado a la unidad de cuidados intensivos. Su condición es grave.