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Louis se acercó a la ventana e intentó abrirla. Tiró unas cuantas veces, pero la ventana no se movió.
—No se abre —dijo Hannah, la frustración clara en su voz—. Está cerrada desde afuera.
Louis tomó sus manos entre las suyas y la miró directamente a los ojos. —No te preocupes —dijo, apretando sus dedos suavemente—. Estaremos bien. Pase lo que pase, estoy aquí para ti.
Hannah asintió levemente, con el ceño fruncido. —Kimberly probablemente nos está buscando en todas partes ahora mismo.
—Así es. Sé que no parará hasta encontrarnos —Louis ofreció una sonrisa esperanzadora, aunque sus ojos traicionaron su preocupación—. Solo necesitamos aguantar hasta que ella llegue.