Elena y Kimberly se quedaron paralizadas cuando los golpes se repitieron, más fuertes esta vez.
Por un momento, el silencio se apoderó de la habitación y Kimberly se movió instintivamente hacia la esquina, escondiéndose detrás de la puerta mientras Elena le hacía señas de quedarse quieta.
—¿Quién es? —llamó Elena, con una voz tranquila pero firme. Se acercó más a la puerta, con la mano cerca del picaporte.
—¡Señora, somos nosotras! ¡Venimos a ver a Kimberly! —llegó un coro de voces conocidas.
Elena exhaló profundamente aliviada. Kimberly, reconociendo las voces, asomó la cabeza detrás de la puerta, su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y alegría.
Elena desbloqueó la puerta y la abrió. Allí estaban Mohandria, Lisa y Kaitlyn, con los rostros llenos de entusiasmo y preocupación.
—¡Kimberly! —exclamaron todas a la vez, avanzando precipitadamente para envolverla en un abrazo grupal.