Alfa Theo se encontraba en las sombras de la habitación de hospital del Alfa Darwin, con los ojos afilados escaneando cada rincón para asegurarse de que nadie le hubiera seguido.
La habitación estaba iluminada tenuemente, el zumbido tenue de los equipos médicos rompiendo el pesado silencio.
Darwin yacía inmóvil en la cama, su presencia una vez poderosa reducida a la quietud.
Theo se acercó a la cama, su expresión llena de preocupación y determinación.
—Prometí protegerte, Darwin, y mantendré esa promesa. Pero ahora, Kimberly también me necesita —suspiró profundamente, pasando una mano por su cabello. Su voz se redujo a un susurro, casi como si hablara consigo mismo—. Kimberly está en peligro, y no sé cómo ayudarla sin causar caos. Adentrarse en el territorio de Derrick… es un suicidio. Pero si no lo hago, ella está tan buena como perdida.
Theo miró el rostro de Darwin, esperando alguna suerte de respuesta, aunque sabía que era imposible.