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Sus ojos cayeron sobre un trozo de papel escondido dentro del libro que no había leído, su borde sobresaliendo ligeramente como si esperara ser descubierto. El tenue dibujo en la parte expuesta del papel captó su atención, y la curiosidad llevó su mano hacia adelante.
Con cuidado, lo sacó libre, sus movimientos eran titubeantes. Lo que vio le cortó la respiración, era un dibujo detallado, uno que de inmediato tocó una fibra profunda en su interior.
El papel mostraba un amuleto, uno que era escalofriantemente idéntico al que había llevado puesto desde su cumpleaños número 18. Cada detalle coincidía, desde los intrincados grabados hasta la delicada cadena.
Sus dedos rozaron instintivamente su propio amuleto mientras un escalofrío le recorría la espalda. ¿Cómo podía ser esto? Sus manos temblaban mientras alcanzaba el libro en el que había estado descansando el papel, su corazón latía acelerado mientras pasaba las desgastadas páginas.