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PARTE 1---------------------------------------------------------------------------------------------------
—¿Dónde se supone que estoy? —se dijo a sí mismo, mirando sus alrededores.
Su vista solo vislumbra unos pocos metros más adelante. Sin embargo, está consciente de que no es un lugar seguro.
«Como sea, tengo que salir de aquí.» pensó, intentando ponerse de pie.
Aunque, cuanto lo intentó, se percató de un hecho aberrante.
—¡¿Mi cuerpo?! ¿Qué le paso a mi cuerpo? —exclamó, llamando la atención de diversos seres que residían la cueva donde se encontraban.
De entre todos ellos había:
Goblins, no muertos y ogros. Con toda esta colección de enemigos, dignos de un juego de fantasía medieval, entendió aún más el origen de su nuevo cuerpo, más no, por qué se encontraba en ese sitio.
«Soy lo que coloquialmente llaman un "no muerto" ¿No es así? Es por eso que ninguno de ellos me ha atacado y, eso explica el estado actual de mi cuerpo… pero, ¿Cómo fue que terminé aquí? Esa es la gran pregunta.»
Sin más remedio e intentando acostumbrarse a su nuevo ser, dio un paseo por el lugar.
Ninguno de los otros monstruos parecía tomarlo en cuenta, se preguntó si siquiera podían notarlo, pero ese hecho estaba más que claro cuando las miradas de todos le observaban por el rabillo del ojo.
Su nuevo cuerpo, si bien era frágil, tenía algunas ventajas:
«De momento, el hambre no parece ser un problema, la sed mucho menos y tampoco logro sentir gran cosa del ambiente en general. Si lo pienso bien, tal vez no sea del todo cómodo, tengo que tener eso en cuenta si logro encontrar la salida de este lugar.»
Aquella suerte de mazmorra era muy repetitiva a simple vista, una serie de pasadizos la conformaba. No obstante, en un cruce, logró percibir cálidas luces anaranjadas provenientes de un poco más adelante.
«¿Una salida? Debo ser cauteloso, si definitivamente estoy en otro mundo, tal vez no sea nada bueno viendo mi estado actual.»
Dicho era el caso, no era uno, sino, un grupo de aventureros.
—Lo suponía —murmulló, escondiéndose. —Aventureros en una mazmorra, eso solo puede significar una cosa…
—¡Cuidado, Luke! —exclamó uno de los integrantes del grupo, alertando a su camarada.
Fue en ese segundo cuando un circulo de luz dorada se ilumino en los pies del no muerto.
—¡¿Un círculo mágico?! —gritó para sí mismo, observando como su cuerpo esquelético comenzaba a desintegrarse, terminando por evaporarse con la más ligera brisa circundante.
PARTE 2---------------------------------------------------------------------------------------------------
No hubo dolor, ni ninguna sensación desagradable en particular. Su cuerpo simplemente había dejado de existir y, por alguna razón, eso no importaba.
Tras recomponer su cuerpo, el no muerto despertó. Sus cuencas vacías iban de un lado a otro, desorientado.
No había aventureros a la vista, solo un paisaje ya familiar.
«¿Qué paso?» pensó, mirando sus manos esqueléticas y desprovistas de toda piel, músculos y tejidos conectivos.
¿Era acaso todo un sueño? Si ese fuese el caso, era muy realista. Despertar en el mismo lugar de antes era, ciertamente, otro hecho extraño más para la lista.
«¿Un deja vu?» dedujo, analizando la situación.
Tenía claro que esta escena ya la había vivido, pero no sabía a ciencia cierta si este acontecimiento era cierto.
Como muestra de su incredulidad, el no muerto hizo el mismo recorrido que antes. Cruzo los mismos pasajes y sorteo los mismos monstruos que lo miraban con curiosidad.
Llegando a un cruce, tal cual recordaba de la vez pasada, aquellas luces con matices cálidos se asomaron.
«No cabe la menor duda, son aventureros y su misión es erradicarnos. Es algo que cualquier conocedor de fantasía medieval sabría.» dijo para sí mismo, observando al grupo acercarse.
Lo más sensato era abandonar el área, antes incluso de ser detectado, obviamente, corrió en dirección opuesta y, como resultado, llegó hasta la recamara oscura y siniestra en la que había reaparecido antes.
Al llegar, no vio nada nuevo, solo el pequeño ejército de monstruos coexistir en paz unos con otros, casi como un montón de "NPCs" existiendo, esperando por encontrar al jugador y activarse para atacarlo.
—Se acercan aventureros, debemos huir —gritó el no muerto, intentando alertar a todos los presentes.
Sin embargo, no obtuvo respuesta alguna.
«¿Es que no me escuchan? No… quizá no me entienden, es una posibilidad. Pero, de ser así, no podrían comunicarse entre sí y eso sería un grabe problema. Su único futuro es morir al parecer.»
Más temprano que tarde ocurrió lo inevitable, los aventureros asomaron sus narices a la recamara. A simple vista sus clases podían diferenciarse.
El no muerto así lo pudo notar:
«Un clérigo, hechicero, guerrero y un bardo… me preguntó qué tan diestro es este grupo. No debe ser nada fácil ingresar en esta trampa mortal y salir bien parado.»
PARTE 3---------------------------------------------------------------------------------------------------
Todo fue una absoluta carnicería, un espectáculo dantesco y sangriento.
En oleadas, los ogros realizaban sus embestidas contra el guerrero del grupo, sin embargo, su capacidad era tal que, solo un corte de su espada lograba decapitar a dos de ellos.
Por otro lado, los goblins, como si de arañas se tratase, trepaban las paredes y, a su modo, se abalanzaban contra los miembros más vulnerables del grupo.
Aunque, el bardo en ese momento, haciendo acto de su instrumento musical, logro hacerlos caer del techo, desmayados.
Como acto final y, los más débiles y carnes de cañón, estaban los no muertos.
El no muerto elegido, simplemente, los dejo pasar.
Fue una estampida de huesos que chocaban entre sí torpemente.
«Supongo que ellos se encargarán, me declaro una persona pacifista, por no decir cobarde, mi naturaleza es así. Morir implica muchas cosas, aunque, dada las condiciones actuales, no creo salir impune de todo esto.»
El clérigo dio un paso adelante y, abriendo uno de sus tantos grimorios, susurró un conjuro ya conocido por el no muerto.
—Era de presumir que él fue. —dijo, observando como toda la sala se iluminaba con aquella cálida luz dorada.
Bajo los pies de todos los de su especie, aquel círculo mágico se dibujó y, antes de que tan siquiera alcanzar a algún miembro del grupo… todos se disolvieron… todos incluyendo a ese no muerto, a ese que advirtió el peligro, a ese que nadie escucho.
PARTE 4---------------------------------------------------------------------------------------------------
El mundo completo se reinició, por ende, todo volvió a su lugar de una u otra forma.
—Otra caverna oscura conocida, monstruos genéricos delate de mí y mi apariencia de no muerto sigue intacta… ¿Seguiré muriendo para siempre? ¿Es el destino de todo no muerto? Tiene cierto sentido si lo piensas. Supongo.
En vez de adelantarse, se propuso una meta personal a corto plazo.
«Tengo que al menos intentar comunicarme con alguien, lo que tengo a mi alcance es esto. Tengo que trabajar con ello.»
—¿Buenos días? Disculpa, desconozco la hora del día que sea y, ahora que lo pienso, ni siquiera recuerdo mi nombre. Pero sé de donde provengo y no es de aquí, no al menos de forma nativa. Por el momento puedes llamarme "No muerto" es un gusto. —saludó, extendiendo su huesuda mano hacía su par.
Aunque, era algo que podía suceder, no era el escenario más óptimo.
Aquel ser, como si de un cachorro confundido se tratase, solo se quedó ahí, mirando las cuencas vacías de su compañero. No hubo una respuesta, solo torció su cabeza, intentando comprender lo que pasaba ante sus cuencas.
«Contemple este escenario, pero jamás pensé que podría ser tan desolador. Debe existir algún método por el cual logremos comunicarnos.» meditó el no muerto, llevando sus manos a su calaca.
—Su inteligencia es muy reducida, el hecho de que tu estés hablando es algo muy extraño. Por cierto, soy Bartolo. —dijo un goblin, saludando al no muerto.
—Finalmente un ser que me entiende, no tengo mucho tiempo, una serie de aventureros se aproximan hacía acá. —exclamó el no muerto.
Atentó a sus palabras, el goblin escuchó y dejo un tiempo para responder.
—¿Aventureros? Son un chiste, antiguamente en mí colonia, los usábamos de alimento y para reproducirnos, que vengan si quieren, los orcos podrían fácilmente con un grupo pequeño. —contestó Bartolo, presumiendo.
—Sé que esto puede sonar extraño, de verdad, si me lo dijeran a mí tampoco lo creería, pero, esto ya paso. Yo fallecí por su culpa y todos aquí también. Ellos vendrán y no son cualquier grupo de aventureros. —explicó el no muerto, entrando en pánico.
—Entiendo que los aventureros sean una mierda, pero confía en los números. Somos más, tal vez y, para tu tranquilidad, podríamos conseguir aliados, crear nuestro grupo y enfrentarlos a nuestro modo ¿Qué opinas?
Fue una propuesta muy inteligente, pensaba el no muerto. Asintiendo en aprobación.
Entonces, juntos divagaron un rato por la recamara.
Había seres que, el no muerto, había pasado por alto en su primera inspección.
—¿Qué clase de seres son esos? —preguntó a su compañero Bartolo.
—Son hongos-monstruo, son menos que peones en este mundo, pero, pueden poseer cualidades mágicas ¿Pretendes usarlos de algún modo? —consultó Bartolo.
—No son muchos, los reclutaremos. Aún tengo que ver que uso puedo darles y tal vez no contemos con el tiempo que queramos. Deprisa Bartolo, necesito que me cuentes algo sobre ti, algo que solo tú sepas y que pueda usar para que confíes en mí —dijo el montón de huesos, sujetándolo de sus hombros verdosos.
Ante esta petición, el goblin se mostró desconcertado e intranquilo.
—Ellos ya vienen ¿No es así? —preguntó, mirando la mirada vacía del esqueleto.
—Si.
Susurrando su secreto, ocurrió lo que tenía que pasar.
La sangre salpico las paredes de la recamara, todos los monstruos fueron cayendo al suelo como moscas.
Todo ocurrió como antes…
Bartolo, incrédulo, miró en todas direcciones, como si algo importante se le hubiese perdido de la vista.
—Maldición, tenías razón calacas, me encantaría no dudar de ti, discúlpame, ahora es necesario que defienda a los que no pueden —recitó, dejando al no muerto atrás y trepando la pared cual araña emulaba.
El no muerto solo pudo caer de rodillas ante semejando acto heroico.
«Ya se tu secreto, Bartolo, nos volveremos a encontrar.»
Los círculos mágicos se dibujaron en el piso como antes, su consciencia se desvaneció… otra vez.
PARTE 5---------------------------------------------------------------------------------------------------
—Tan solo diez minutos. Es un cálculo poco preciso y hecho al ojo… o a la cuenca. Es el tiempo que tengo para preparar mi estrategia de victoria.
Sin más demoras, caminó hacía el sector de los goblins.
—¿Bartolo? ¿Dónde estás? —llamo activamente, paseándose entre los grupos ya conformados frente a pequeñas fogatas.
«Demonios, todos lucen tan iguales.»
Esto era una realidad, todos poseen pieles verdosas y orejas alargadas terminadas en punta.
Aunque, algunas diferencias son más bien estéticas. Algunos llevan ropa, presumiblemente, de aventureros cuyas vidas fueron arrebatadas o, simplemente, saqueando diligencias.
Cuando comenzaba a perder la esperanza, su búsqueda rindió sus frutos:
—Soy Bartolo ¿Quién eres y como sabes mi nombre? Más importante aún ¿Eres un no muerto verdad? ¿Cómo es que puedes hablar? —interrogó el goblin, poniéndose de pie.
—¡Finalmente te encuentro! Es de vital importancia que hablemos. Es un tema serio. —expresó el no muerto, tomándolo de sus hombros y guiándolo lejos de su pequeño grupo.
—Ya sueltamente, no te seguiré a ningún lado si no respondes mis preguntas —exclamó Bartolo, sacando su daga de su funda y apuntándola contra el esqueleto.
Observando su hostilidad justificable, el no muerto pensó:
«Si llegara otra raza a hablarme de la nada y sin contexto supongo que reaccionaria igual, no tengo mucho tiempo, usare el as bajo la manga.»
Con sus manos en alto, dando de conocer sus intenciones no hostiles, el esqueleto se aproximó hacía Bartolo y, a su oído, le susurró su secreto… junto a la siguiente línea:
"Tú mismo me lo dijiste, esta es prueba de que llegaste a confiar en mí, así que ahora necesito de toda la ayuda posible, ya que un grupo de aventureros se aproxima hacía aquí."
Fue entonces que la expresión de Bartolo cambió, devolviendo la daga a su lugar y mirando el suelo apenado.
—Entonces… ¿Yo te conté eso? Si ese es el caso, tal vez lo que dices sea cierto. Es un secreto que pocos saben y sé que nadie de esta cueva lo sabía… está bien, te creo, pero necesito hablarlo con mi familia.
El no muerto asintió:
«No recordaba que Bartolo tuviera familia, no es descabellado. Después de todo, en la realidad anterior ni siquiera lo encontré en el mismo lugar. Presupongo que el bucle variaría dependiendo de cómo actué o tome decisiones en momentos determinados. Técnicamente ¿Soy un viajero del tiempo?»
—Debemos prepáranos cariño, se aproxima un grupo de aventureros —dijo Bartolo, lanzando tierra al fuego utilizando su pie.
—¿Tienes que estar bromeando? Llegamos aquí por lo mismo, aquí no habría aventureros ¿Quién te dijo semejante tontería? —replicó su mujer, cargando a un pequeño bebe goblin entre sus brazos.
En ese segundo, el goblin regañado desvió la mirada en dirección del esqueleto.
Su mirada parecía poder matar, sus ojos amarillentos viajaron hacía las cuencas vacías del no muerto y lo sentenciaron por su raza.
—¡¿De verdad le creerás a un no muerto?! Ni siquiera pueden pronunciar una palabra, no son inteligentes Bartolo, no seas idiota —gritó, enfurecida.
—Si me lo permite señora, yo sí puedo hablar. No tenemos tiempo para discutir, debemos prepáranos para enfrentar lo que se aproxima —contestó el no muerto, inclinándose ante la pequeña goblin.
Tras calmar un poco sus nervios, al percatarse que el esqueleto, de hecho, si podía hablar, se volvió hacía Bartolo y argumento:
—¿No sabes lo ridículo que suena eso? Es un no muerto, además, Lid es nuestra prioridad, ¿apostaras todo a este esqueleto? —recriminó la goblin.
«Debo admitir que ver a esos dos discutiendo es como ver a dos roedores peleando con una voz extremadamente aguda y molesta.» pensó, observando la cómica escena.
—Él sabe mi secreto… Rui, él lo sabe —susurró Bartolo, en el oído de su hembra.
Ante esta confesión, su expresión se desdibujo en una de nerviosismo.
—¿Estás seguro? ¿Muy seguro? —replicó Rui, dejando a su hijo en el suelo y tomando el rostro de Bartolo.
Sin palabras, solo asintió.
—Ya veo… si él lo sabe, es una posibilidad que puede ser cierta. Un grupo de aventureros viene hacía aquí… señor calacas, lo ayudaremos —dijo Rui, apaciguando el tono grave de su voz.
Ya con todo zanjado, se dio comienzo a la primera reunión estratégica del grupo autodenominados: "Las sombras de Rigel"
—¿Quién es Rigel? —consultó Rui.
—De donde provengo es una estrella, la más brillante de su constelación. Supongo que, llamarnos así refleja un poco las metas que tenemos. Queremos sobrevivir, lo último en morir siempre es la esperanza —contestó el esqueleto, tomando asiento.
En complicidad, Rui y Bartolo asintieron. Dando inicio, por fin, a la charla estratégica para salir con vida de la odisea que se aproximaba.
Algunas pautas eran inamovibles, tales como, el no muerto podía regresar en el tiempo, el secreto de Bartolo y, había algo más que resolver.
—Rui, la discusión que tuvimos hace algunos minutos nos quitó algo de tiempo. Ya que tengo la capacidad de volver a intentarlo, necesito que me cuentes algo muy personal, necesito poder obtener algo valioso para usarlo en ti… ¿Estás de acuerdo? —preguntó, cediendo la palabra.
Algo dubitativa, respondió:
—Supongo que sí, es momento de resolver esto. Ya es bien sabido por Bartolo. Fui una humana en mi vida pasada.
Aquella respuesta causo un gran silencio en el grupo, sobre todo en el no muerto que, a su mente, llegaron recuerdos.
«Una vida anterior… ¿Humana? Creo que tiene cierto sentido, no existen goblins mujeres.»
—Gracias por la confianza, Rui, protegeré este secreto con todo mi ser.
Tras esto, el checkpoint estaba asegurado, los pasos que tenía que seguir habían quedado marcados a fuego en su consciencia y, con cinco minutos restantes, el no muerto opto por simplemente charlar para pasar el rato.
—No tenemos mucho tiempo, es más, no alcanzaremos a siquiera planear algo decente. El grupo de aventureros que se aproxima es poderoso, los vi acabar con todos los ogros con una facilidad pasmosa —explicó el esqueleto, cruzándose de brazo.
—Ya veo, no deben ser de rango bajo, por lo que cuentas, se ve que son de plata o superior —respondió Bartolo.
—¿Y ya? ¿¡No quedaremos aquí sentados mientras nos matan? ¿No deberíamos apresurarnos y dar pelea? —dijo Rui, cargando a su pequeño y aferrándolo contra su pecho.
—Tranquila cariño, si lo que dice calacas es verdad y sucederá, no tenemos de que preocuparnos, además, yo los defenderé con mi vida.
Ya la pareja de goblins era consciente de su fin, más también sabían que su líder estratega podía resolverlo.
Ante estas palabras y hechos, Rui saco una daga de sus ropajes.
—Esos bastardos aparecerán, seguramente nos torturaran o cosas peores, los goblins jamás son bien vistos, realmente me duele haber nacido así… si ocurre lo peor, procurare apagar nuestras vidas, así que, por favor, señor Rigel, sálvenos de este cruel destino. —suplicó Rui, postrándose ante el esqueleto, al igual que Bartolo, rogando porqué aquel no muerto, les dé una oportunidad más de vivir.
«Rigel… no suena mal, supongo.»
—Son mis sombras, mi grupo y los salvare cueste lo que cueste.
Irremediablemente el grupo llego y, las sombras de Rigel se mantuvieron inmutables.
Ante la inevitable situación, el mismo Bartolo se aseguró de acabar con la vida de Rui y Lid.
—Nos vemos… supongo…
Borrados del mapa y del mundo que los olvidaba una vez más, todo ocurrió nuevamente, todo se volvió a repetir sin que pareciera que estas piezas lograran cambiar algo en este juego llamado vida.
PARTE 6---------------------------------------------------------------------------------------------------
Determinado y, para nada sorprendido, Rigel se alzó nuevamente.
Ajusto su vista a la oscuridad de la cueva y, analizando sus recuerdos, se puso de pie y caminó bien consciente de lo que tenía que hacer.
«Antes de incursionarme en localizar a mis futuros aliados, lo más sensato será reunir a otras especies… después de todo, tengo todo el tiempo del mundo si me lo propongo.»
Su objetivo era cierto tipo de monstruo que había visto con anterioridad, más bien, que Bartolo había mencionado.
Hongos-monstruo. Resaltan a simple vista por su aspecto, no median más de diez centímetros de alto y poseían brazos y piernas.
Sus colores variaban, aunque, tendían a repetirse más usualmente.
En un rincón de la caverna es donde se encuentran, en la oscuridad más recóndita, aunque, algunos de ellos posen bioluminiscencia.
—Buenos días, tardes o noches… señores hongos. Mi nombre es Rigel, un gusto. —saludó el esqueleto, agachándose y extendiendo su mano.
Ante esta presentación tan casual, algunos de los pequeños seres voltearon sus miradas hacía el esqueleto, dando paso al hongo más prominente del grupo.
—¿Un no muerto hablando? Creo que es lo más extraño e inusual que he visto. Como sea, el gusto es nuestro supongo. Me preguntó ¿Qué quieres con nosotros? —consultó el hongo, rascando un poco su enorme cabeza.
—Ya es la segunda vez que me dicen que es raro que yo hable, pero dejaremos ese tema para otro momento, ahora tengo algo de suma importancia que tratar con ustedes —confesó Rigel. —Se trata de este lugar, no es seguro, un grupo de aventureros se aproxima por los pasajes de esta mazmorra, por ende, necesito toda la fuerza que sea posible —prosiguió Rigel.
A medida el esqueleto se comunicaba, aquel hongo, enfocado, lo observaba y asentía a medida se le explicaba la situación.
—Comprendo… ¿Quieres nuestra ayuda para lidiar con esos "aventureros" que dices que vienen hacía aquí? ¿es correcto? ¿Entendí bien? —preguntó el hongo, frotando su mentón.
Sin palabras, Rigel asintió en respuesta.
—Toda esta situación, sin duda, ya ha sido muy enriquecedora. Jamás en nuestros siglos de existencia supimos de un "no muerto parlanchín" —dijo el hongo, hablándole a su grupo. —Aceptamos colaborar, si bien nuestra fuerza es limitada, puedes contar con nuestras cualidades mágicas.
«Eso fue sorprendemente fácil, no quiero ser un pájaro de mal agüero, pero tengo la convicción de que todo resultara bien.»
El simple hecho de ser un no muerto le había beneficiado, al menos en esta situación… ya contaba con la ayuda de varios monstruos. Aunque, no de todos, faltaba encarar a los ogros y conseguir su colaboración.
«Para el final de esta vida, espero al menos haber terminado la primera parte de los preparativos.» pensó, caminando hacía el sector de los orcos.
Todo su periplo había comenzado hace ya algunos bucles atrás, sin embargo, ninguna oportunidad se sentía como algo perdido, es más, cada una lograba reavivar aún más su llama y entusiasmo… casi como se dé un juego se tratase. Un juego muy difícil e injusto, pero, para ellos, pensaba Rigel.
Los orcos, enormes criaturas, en apariencia muy similares a los goblins, pero con grandes diferencias marcadas:
Eran como mínimo cien veces más grandes y trecientas veces más fuertes que ellos, se trataban de verdaderas murallas ofensiva y defensivas.
Si bien, tenían una fuerza hercúlea, carecían completamente de un intelecto desarrollado. Era más correcto afirmar que eran torpes o "lentos de mente". Pocas veces lograban hilar más de cinco pensamientos de corrido y, sus costumbres, eran lo que más dejaba que desear.
Al llegar al lugar, se vio frenado su paso por dos enormes bestias verdes.
—¿Buenos días? —preguntó Rigel, cohibido.
Los dos ogros que custodiaban la entrada improvisada hacía su colonia se mantuvieron impertérritos. Inmutables, solo bajando su vista para observar el pequeño despojo de huesos que estaba frente a ellos.
—¿No muerto? —dijo uno de los vigilantes, acercando su enorme cabeza al esqueleto.
—¿Hablan? Absurdo —preguntó su compañero, rascando su nuca.
—Me gustaría que ustedes dos se unieran a mí. No sé cómo explicarlo para que entiendan, pero, un grupo de aventureros se aproxima hacía aquí y, son muy fuertes —explicó Rigel.
Ante esta declaración, los dos ogros torcieron sus cabezas, sin parecer entender del todo la situación.
Por alguna razón, se sentía como hablar con dos niños con capacidades diferentes. No lograbas distinguir por sus rostros verdes y desproporcionadas mandíbulas si habían entendido o no las palabras antes dichas.
«Solo me preguntó ¿Qué estarán pensando? Es bien sabido por todos que estos seres solo son un poco más inteligentes que los no muertos, al menos que los no muertos normales, me sigo sintiendo diferente y eso es bueno. Si pudiera sudar fijo lo estaría ahora, solo me queda esperar una respuesta.»
—¿Aventureros? —pronunció el ogro, mirando a su compañero. —Débiles, yo y mi garrote podemos con ellos —argumento, enseñando lo que para él era un garrote. Sin embargo, no se trataba más que de un árbol sin hojas y prominentes raíces.
—Sí, eso mismo pensé, pero ellos son fuertes. Sin su ayuda, todos moriremos —contraargumento Rigel, alzando la voz.
No obstante, algo sucedió en ese instante… algo que ni siquiera vio venir las cuencas vacías del esqueleto.
Tuvo que acomodar su vista nuevamente, su cuerpo se acostumbraba nuevamente a la existencia y miró a su alrededor más irritado que antes.
—¡¿Es una maldita broma?! ¿Me asesinaron? —exclamó Rigel, poniéndose de pie, determinado. —Ahora sí, mi paciencia tiene un límite y no dejare que un par de descerebrados no colaboren solo por su bajo IQ.
Llegado ante los mismos ogros de antes, lo volvieron a mirar con curiosidad.
—¡Ustedes dos! Los desafíos a un combate. Si yo gano, ustedes dos me servirán, de lo contrario, pueden matarme y hacer lo que gusten ¿De acuerdo?
Con la invitación extendida, los diminutos cerebros de los ogros hicieron sinapsis, puesto que, palabras familiares como "combate" o "desafío". Milagrosamente, la palabra desafío era bien conocida en su tribu.
Un intercambio, una moneda de cambio. Las tribus de ogros, mayormente, resolvían sus problemas o compraban productos mediante los desafíos. Un combate por aquí y otro por allá, por lo mismo, su raza había logrado el epitome de la fuerza física.
Ahora solo quedaba algo por resolver…
«¡¿Cómo mierda le gano a un ogro en combate?!» pensó para sí mismo, preocupado y consciente de la escena que había creado. «Por un lado, tengo que asegurarme de no matarlo, por el otro, no tengo las fuerzas o habilidad necesaria para el combate.»
Una seguidilla de muertes se aproximaba. Creo una serie de planes que fue elaborando meticulosamente.
El primer paso era: notar si había un patrón exacto.
«El tiempo se reinicia cada vez que muero, sin embargo, cada vez que muero ¿Todo sigue igual al próximo intentó? Si existe un cambio debo poder notarlo.»
Su primera vez peleando contra el ogro fue más bien un chiste, aquel árbol que usaban por garrote lo devasto de un solo ataque. Sus huesos estallaron en mil pedazos y su calaca se desintegro en el acto.
Pero no le tomo importancia.
El acto de morir y volver a la vida era placentero de cierta forma, pues no sentía dolor alguno al momento de abandonar este mundo.
Este proceso se repitió muchas veces, el garrote caía del cielo como un rayo y destruía su existencia.
La muerte fue su mejor aliada y, después de algunos intentos, todo su trabajo dio frutos.
Aquel enorme roble sin hojas, robusto y macizo aterrizo contra el suelo, en vez de acabar con la vida de Rigel.
Había rodado hacía un lado, eludiendo la muerte por primera vez en este aparente ciclo sin fin.
—¡Ja! —se carcajeo, satisfecho. —Eres demasiado lento —dijo Rigel, poniéndose de pie, inflando su pecho orgulloso.
Algo más que había aprendido por la mala: «Los ogros son muy fuertes, exageradamente fuertes, pero si fallan un ataque, son extremadamente vulnerables por un instante. ¿Cuánto tardan en recuperarse de este momento de debilidad?»
Sin saber que seguiría a continuación, puesto que, a partir de este punto, todo era nuevo, comenzó a contar los segundos que tardaba en incorporarse.
Para su sorpresa, el otro ogro, notando el instante de debilidad de su compañero, ataco a Rigel, realizo un barrido con su garrote y pulverizo su ser.
—¡Maldito tramposo! —exclamó, despertando en su ya conocido [Punto de reaparición].
Ensimismado, repitió su dialogo y comenzó el combate.
Esquivo el ataque, de hecho, ni siquiera tuvo que concentrarse tanto esta vez. Casi como si en transe estuviera, vislumbro la oportunidad y la aprovecho. Aunque, esta vez, no despego una de sus cuencas del otro ogro e hizo bien.
El barrido surgió como lo esperaba, esto, sin duda, certifico una de sus conjeturas:
«No hay variaciones, de eso no tengo duda.»
Retrocedió un par de pasos hacia atrás, cayendo sentado hacía el suelo, pero, evadiendo el siguiente ataque.
—¡Hey! Iríamos de uno en uno, si me enfrentan los dos al mismo tiempo, es evidente mi desventaja ¿No lo creen? —comentó Rigel, levantándose.
—Esquivaste nuestros golpes —dijo uno de los ogros, asombrado.
—Concuerdo —respondió el otro, dejando su garrote de lado.
Al parecer, eso era suficiente.
—¿Entonces, eso es todo? —preguntó Rigel, incrédulo.
Ante esta pregunta, los ogros se arrodillaron y asintieron.
De cierta forma, tenía su lógica: «Si todo su clan se debatiese hasta la casi muerte, su raza se vería afectada negativamente.»
Todas las condiciones estaban claras:
Reclutar a Bartolo y Rui, utilizar sus secretos Los hongos ceden por la condición de habla de Rigel Los ogros deben ser esquivados una vez para ceder.
El orden debía ser el mismo, Bartolo-Rui, Hongos y Ogros.
Entonces así sería, con los ogros ya rendidos a sus pies, dio su primer orden.
—Asesínenme —dijo Rigel, cruzándose de brazos y esperando un contundente golpe.
PARTE 7---------------------------------------------------------------------------------------------------
—Debo destacar que jamás había sucedido algo similar, no al menos en el tiempo que llevo con vida —recalcó Bartolo, sentado junto a Rui.
—Quiero que me digan sus nombres. Desde ahora, conforman parte de mi grupo "Las sombras de Rigel" —exclamó el esqueleto, mirando la reacción de Bartolo.
—Es un buen nombre —mencionó, seguido de la aprobación de Rui.
Puesto que, es un intento nuevo, el grupo se formó a toda velocidad.
Rigel fue de sector en sector, reclutando a una velocidad pasmosa y, cuando menos se dio cuenta, contaba con un pequeño sequito a sus espaldas.
Dos goblins y medio, un grupo de cinco hongos-monstruos y dos enormes ogros, todo ellos se encontraban a su plena disposición.
Es, más bien, un pequeño ejército, guerrilleros, la mínima resistencia con algo más que fuerza bruta en sus filas.
—Bartolo, a sus servicios.
—Rui… Solo Rui —contestó la goblin, algo intimidada ante la presencia de los demás.
—Soy Zyphon, mis hijos están a sus órdenes —dijo el hongo-monstruo.
Por último, pero no menos importante, los dos enormes ogros.
—Brock y mi hermano Grob —mencionó uno de los dos, mientras que, con una de sus manos, molestaba torpemente a su hermano.
Ya con las presentaciones listas, solo quedaba un paso más para prepararse para lo que venía.
«Estoy francamente algo agotado mentalmente, seguir cada paso de memoria es un fastidio, lo bueno, es que mi cuerpo no siente cansancio alguno. Dentro de la cueva tendremos ventaja.»
—Bien, lo primero que necesitamos tener en cuenta es su número. Un clérigo, un bardo, un hechicero y un guerrero. Son cuatro aventureros, con roles muy bien remarcados, por ende, necesitamos hacer lo mismo —explicó Rigel, dibujando en la tierra y, junto a una fogata, a cada uno de los integrantes.
[Punto de guardado]…
—Se dice que el jefe de mazmorra es muy poderoso —comentó Luke, el hechicero.
—Siempre dicen lo mismo, los novatos glorifican todo e intentan que sus hazañas sean recordadas, pero, si ni siquiera logran vencer a un mísero no muerto y ni hablemos de goblins. Solo espero este lugar no me decepcione —dijo Rolfar, el guerrero.
Adentrándose por la penumbrosa atmosfera, entre ellos, un clérigo, utilizando su bastón, conjuro una serie de pequeños espíritus rojizos que seguían su caminar.
—Se encargarán de iluminarnos y, en casos extremos, curarnos —explicó Valga. —además, pueden crear bolas de fuego, si nos cansamos, ¿podríamos comer algo no creen?
—Exacto y podría hacerlos tener un sueño reparador —dijo Cloid, el bardo.
Estas dos fuerzas estaban por chocar, el bien y el mal, de una forma muy metafórica, estaban por impactar el uno con el otro…