Un pequeño Ashiya vivía su día a día en un tranquilo pueblo dentro del territorio Yamamoto, una región próspera cerca de la frontera norte con el Reino Demoníaco.
Por años, la paz reinó, permitiendo el comercio entre ambos reinos. La gente del pueblo vivía con relativa seguridad, hasta que todo cambió en una sola noche.
El estruendo de la campana en el puesto fronterizo rompió la tranquilidad. Un ataque. Sin previo aviso, el Reino Demoníaco inició su invasión.
Las historias de crueldad y barbarie se hicieron realidad. Tortura, violaciones, secuestros y asesinatos se esparcieron como un incendio. Pueblos enteros fueron arrasados.
El Imperio Dussier, junto con una alianza de reinos humanos, logró detener el avance demoníaco, pero la victoria no llegó sin sacrificios. Decenas de miles de soldados cayeron en batalla… entre ellos, el padre, el abuelo y el hermano mayor de Ashiya.
Desde aquel día, su corazón se llenó de odio hacia los demonios. Para él, su existencia era un mal que debía ser erradicado.
De vuelta al presente…
Ashiya parpadeó, volviendo en sí.
—¿Pasa algo? —preguntó Ren, notando su expresión distante.
Ashiya tardó un segundo en responder, pero disimuló con una sonrisa vacía.
—No, solo recordé unas cosas.
Ren lo observó con preocupación, pero al notar su resistencia a hablar, decidió no insistir.
—Está bien… —murmuró.
Un fuerte golpe en la puerta interrumpió la conversación. Como de costumbre, Ashiya se adelantó a abrir.
Del otro lado se encontraba un soldado imperial, sosteniendo un pergamino sellado con el emblema real.
—A partir de ahora, leeré un decreto imperial dirigido al Príncipe Ren Dussier.
Al escuchar esto, Ren se arrodilló, inclinando la cabeza con respeto mientras el mensaje era leído en voz alta.
[DECRETO IMPERIAL]
A partir de este momento, se encomienda el manejo del territorio Yamamoto al Príncipe Ren Dussier como parte de la prueba para determinar al heredero del trono.
El territorio se encuentra actualmente sin gobernante, por lo que deberá dialogar con las autoridades locales y evaluar su estado actual.
Firma:
Emperador Louvel Dussier
23 de Febrero del Año 1268 del Calendario de Seres
Cuando el decreto finalizó, Ren levantó la mirada.
—Comprendo. Muchas gracias.
El soldado realizó una reverencia y salió de la habitación sin más.
Un tenso silencio quedó entre Ren y Ashiya.
—Parece que ya ha comenzado… —murmuró Ashiya, cruzándose de brazos.
Ren asintió, frunciendo el ceño.
—Mis hermanos deben haber recibido otros territorios. Padre quiere evaluar nuestras capacidades como gobernantes.
Ashiya suspiró.
—Pero… no tuviste buena suerte. El Vizconde Yamamoto murió sin herederos, y tras su fallecimiento, nadie quiso asumir el control de ese territorio.
Ren cerró los ojos por un momento antes de soltar un chasquido con la lengua.
—Seguro esto es obra de mis hermanos.
—Probablemente. El miedo al Reino Demoníaco aún persiste en la frontera. No será un lugar fácil de administrar —advirtió Ashiya.
Ren inspiró hondo y, con decisión, levantó la mirada.
—No importa. Prepara nuestras cosas. Viajaremos al territorio Yamamoto.
Ashiya sonrió con un dejo de admiración y, con una leve reverencia, respondió:
—Enseguida, mi señor.