Es un martes por la noche, he terminado de hacer el trabajo que tengo que entregar mañana a primera hora y tendría que dormir, llevo mucho tiempo despierta y me gustaría despertarme fresca por la mañana.Me acuesto, al cerrar los ojos un estruendo me hace levantarme de un salto, el lugar ha cambiado drásticamente. No estoy en mi habitación, es como si... estuviese en un edificio abandonado.Esto no puede estar pasando de nuevo.Las ventanas están tapiadas, aunque se nota que llevan así mucho tiempo, la madera que las cubre no está en muy buen estado, además de estar repleta de agujeros.Todo aquí parece desfasado, no tengo ni idea de donde estoy, pero me encuentro en un pasillo extrañamente simétrico. Miro a mi alrededor, solo hay dos direcciones a las que pueda ir.Me doy media vuelta y empiezo a caminar hacia la puerta, al coger la manecilla para abrirla puedo oír un susurro.— Uno, cinco, seis...Esa voz, me resulta familiar, es la voz de una niña pequeña, entre cinco y diez años.Al intentar abrir la puerta, me doy cuenta de que algo la bloquea, no puedo pasar, lo que me deja con solo un camino.Visualizo la otra puerta, a unos diez metros, no es mucha distancia pero la voz vuelve a sonar.— Dos, siete, ocho...Esa voz me enerva, corro hasta llegar a mi destino para comprobar que esta puerta está, en efecto, desbloqueada. Al otro lado veo lo que parece que alguna vez fue una recepción, con una alfombra azul llena de polvo y de arañazos que lleva directamente a la puerta para salir del edificio. Me desplazo de un salto e intento abrir la puerta de un tirón, pero no funciona, de la nada suena una voz, esta vez es una distinta, como la de una señora mayor, una voz rasposa y profunda, ni muy grave ni muy aguda.— No vas a poder salir de aquí tan fácilmente, y si no te tomas tu medicación, no podrás salir nunca.Vuelvo a girarme para localizar el origen de la voz, pero para mi sorpresa, no hay nadie conmigo.Doy la vuelta al mostrador, y en la mesa encuentro una carpeta al abrirla sale un archivo, un archivo de paciente.Sus iniciales era M.C .No pone mucho en la descripción mas que su edad, su constitución y que proviene de familia rica.El resto del documento está lleno de polvo, tras un par de movimientos bruscos, consigo quitar la suficiente cantidad de polvo como para poder leerlo sin problemas."La sujeto ha demostrado que sobrepasar el límite humano es contraproducente hasta el nivel de auto lastimarse.Su extrema cantidad de imaginación no ha creado diferentes personalidades como creíamos, es algo mas profundo.Otra teoría que es falsa es que está vacía por dentro, el anterior experimento nos dejó claro que ella no era mas que un recipiente, pero el último experimento ha revelado la verdad. Ella no vive en nuestro mundo, su creatividad la ha mandado muy lejos y aunque su forma física está aquí, sus pensamientos difieren de la realidad..El modo en el que hemos descubierto que solo es consciente a veces ha sido poco convencional, tras cinco sesiones de terapia de shock, conseguimos alejarla de sus pensamientos lo suficiente como para poder tener una conversación con ella, no duró mucho ya que según ella, las voces la reclamaban." Ya había estado en este sueño antes, y también había leído esto, pero esta vez es distinto, suele haber mas voces, hoy solo hay dos. Por eso hoy voy a explorar esta zona, aunque nunca me había atrevido a hacerlo.En el archivo de la niña, hay un numero de habitación, el 278. Vaya, ese número me resulta familiar, se que lo he oído antes.Hay un pequeño mapa de la zona en el mostrador y busco el camino hacia la habitación. Tengo que subir hasta la segunda planta. La voz de la niña vuelve a sonar.— Tres, nueve, diez...Según el mapa, las escaleras están cruzando la puerta de la derecha. Subo los dos pisos y llego a la habitación 278, en la puerta hay un papel con algo escrito, pone... Mónica Cerro, pero... eso no puede ser, yo soy Mónica Cerro.La curiosidad me puede e intento abrir la puerta, pero al tocarla un calambre se apodera de mi cuerpo, como si un rayo me hubiese atravesado, y de la nada, una voz masculina.— Mónica, tienes que volver con nosotros, solo queremos ayudarte.El calambre me obliga a cerrar los ojos y al abrirlos de nuevo estoy en una sala blanca, con una camisa de fuerza y hay cinco personas con bata blanca observándome mientras un señor, sentado en una silla de madera me habla.— ¿Qué ha pasado esta vez? — Me pregunta el hombre.— No lo se, creo que...— ¿Qué crees?— Creo que estaba soñando dentro de mi imaginación, ¿He estado aquí todo el rato? ¿Eso quiere decir que mañana no tengo que entregar el trabajo? ¿Y que ha pasado con mi sueño del edificio abandonado?Se miran entre ellos.— Mónica... tienes que intentar no salir de este mundo, sabes que es malo...