—La llamada del Viejo Zhou —sosteniendo el teléfono, Yang Fan le dijo a Zhu Shanshan.
Con un "pop", Zhu Shanshan soltó al amigo de Yang Fan y dijo con los ojos entrecerrados:
—Contesta tú. Yo me calmo.
A pesar de sus palabras, el corazón de Yang Fan no podía evitar sentirse inquieto. Después de todo, Zhu Shanshan le estaba haciendo un servicio oral. Tras dudar un rato, Yang Fan finalmente contestó la llamada.
—Fanzi, ¿dónde estás? —preguntó el Viejo Zhou.
La cabeza de Yang Fan se agrandó aún más:
—Estoy en casa de un amigo, ¿qué pasa?
—No mucho, sólo vi tu coche aparcado fuera, pero no estabas por aquí, por eso pregunté. Por cierto, ¿has visto a tu cuñada? —El Viejo Zhou parecía estar también fuera, el sonido del viento fuerte soplando en el micrófono.
Su pregunta hizo que el ya culpable Yang Fan se pusiera aún más nervioso. Otra pregunta complicada. Intentó sonar tranquilo:
—No sé, la tienda estaba cerrada cuando llegué.