Para Yu Hong Dou, esta era una experiencia muy novedosa.
Tan novedosa que sus piernas temblaban involuntariamente, y su cuerpo parecía estar lleno de olas de electricidad, en parte cómodo y en parte una tortura vergonzosa.
El roce de la lengua de Yang Fan parecía como si raspara la punta de su corazón con cada toque.
—Hermano Fanzi, ¿qué tal si lo soporto y tú entras directamente... —gemía Yu Hong Dou, de repente incapaz de abstenerse de decirlo en voz alta.
Su cuerpo parecía haberse convertido en un vórtice, en ese momento de repente anhelando que Yang Fan penetrara profundamente.
De hecho, antes de que ella hiciera tal solicitud, Yang Fan ya había estado luchando por mantener el control.
El suave y sensual cuerpo de Yu Hong Dou le hizo imposible liberarse; el impulso dentro de él era como una ola gigante desenfrenada.
Yang Fan retuvo con fuerza un hilo de racionalidad y no hizo nada.
