—¿Viejo Du se escapó? —preguntó Yang Fan con sorpresa.
—Viejo Zhou, luciendo seguro de sí mismo, se sentó en el sofá rosa —Su negocio se fue a pique, ¿qué más podía hacer sino escapar? En este mercado, es lo normal. Toma a tu hermano mayor aquí, firme por más de una década, te digo, eso es realmente raro.
—Yang Fan se quedó en silencio.
—Justo el mes pasado, había vendido algo de té a ese amable Jefe Du, y ahora en menos de veinte días, el hombre había desaparecido y la tienda estaba vacía, transformada en una guarida de iniquidad con linternas rosas colgando alto. El repentino giro de la fortuna era, en efecto, digno de suspiros.
—¿Qué quieres con él? ¿Vender té? —preguntó de manera casual el Viejo Zhou con una mirada algo lasciva sobre las mujeres.
—Yang Fan asintió.
—La chica que acababa de salir con Viejo Zhou parecía más joven, probablemente alrededor de veinticinco o veintiséis y con cara bonita.