Yang Fan, a través de su propia experimentación, había llegado a una conclusión.
Parecía que a las mujeres realmente les gustaba la sensación de ser besadas.
No conocía las técnicas específicas, pero simplemente succionar con fuerza convertía a Zhang Yulan en un charco de blandura, sus jugos fértiles desbordando y ensuciando el sofá hasta el punto de empapar una gran área, casi a borbotones.
—Si realmente lo quieres, ábrete un poco tú misma e invítame a entrar —dijo Yang Fan, mirando fijamente aquella tierra fértil y tentadora, alargando deliberadamente las palabras.
La sesión de hoy con Zhang Yulan le había abierto la puerta a un nuevo mundo, revelando numerosas técnicas frescas.
—¿Está bien irrumpir violenta y forzosamente? —la cara de Zhang Yulan estaba empapada en intoxicación, sin ninguna vacilación. Inmediatamente estiró las manos bajo sus nalgas y agarró sus nalgas para separar sus pétalos.