—¿Por qué me golpeas de nuevo? —preguntó Sun Yuxi, estallando en fuertes sollozos.
—¿Lo niegas, eh? —habló seriamente Yang Fan.
—Pero, pero fuiste tú quien me dijo que lo negara —colapsó Sun Yuxi, gritando tan fuerte que su saliva volaba por todas partes.
—Correcto, si lo admites, no sería correcto golpearte, pero si lo niegas, ahí es cuando realmente puedo golpearte hasta matarte —asintió Yang Fan.
Sun Yuxi estaba aturdido.
Las lágrimas brotaron en sus ojos mientras miraba a Yang Fan, sintiendo como si ya no supiera cómo componer sus rasgos faciales.
—En realidad, incluso si lo admites, aún puedo golpearte, pero entonces quizás no te quite media vida. Eso no me satisface, así que mejor no lo admitas —continuó Yang Fan por su cuenta.