Aunque Yang Fan intentó todo tipo de tácticas suaves y duras, los pensamientos de Ye Tong seguían siendo muy firmes.
Ella podría aceptar hacerlo con Yang Fan una vez más como acababan de hacerlo, pero compartir la cama por la noche era absolutamente imposible.
La palabra «límites» parecía tener más peso para su cuñada que la vida misma.
Al final, incapaz de soportar la persistencia de Yang Fan, ella cedió un paso y accedió a que él pudiera quedarse en su habitación hasta las once de la noche, luego debía volver a su propia habitación para dormir.
Habiendo agotado todos sus trucos sin lograr su objetivo, Yang Fan no tuvo más remedio que aceptar este resultado.
Aunque hubo arrepentimientos, todavía fue algo una pequeña ganancia.
Su cuñada recalientó la comida, y justo cuando los dos estaban dulcemente disfrutando de su comida juntos, Li Jia de repente entró.
