El aire estaba cargado de incienso y música mientras las calles de Zhongyu, la capital del Imperio de Jade, se iluminaban con linternas de papel. La ciudad brillaba bajo el resplandor de la Luna de Jade, una noche que simbolizaba la unión de los elementos. En el Gran Palacio, el Emperador Kang presidía la ceremonia, rodeado de sus consejeros y generales.
Wukong, el Rey Mono, observaba desde un tejado cercano, siempre alerta. A pesar de la celebración, no podía ignorar la inquietante sensación en su pecho. "Demasiada calma", pensó mientras giraba su bastón mágico entre los dedos.
En la plaza central, Longwang, imponente con su armadura decorada con escamas de dragón, dirigía a los soldados, mientras Qiongqi, envuelta en un aura de frío, vigilaba las entradas al palacio. La maga se mantenía apartada, como siempre, sus ojos helados recorriendo la multitud.
De repente, una explosión oscura rasgó el cielo. Bestias demoníacas emergieron de portales sombríos, atacando a los civiles. El caos reinó.
"¡Es una distracción!" —gritó Wukong, saltando al suelo y golpeando a una de las criaturas con su bastón mágico, que creció hasta derribar varias columnas.
Longwang invocó una lluvia torrencial que extinguió las llamas mágicas, mientras su espada relucía con poder acuático.
Qiongqi, manteniendo su serenidad, congeló las puertas del palacio para proteger al Emperador, sus manos trazando runas en el aire.
Tras una intensa batalla, las criaturas desaparecieron tan rápido como llegaron. En las ruinas, encontraron un mensaje grabado en las piedras: "El Dragón Oscuro regresará".