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Chapter 3 - Gélidas Lágrimas de Guerra

La noche envolvía la Mansión Cogspark como un manto de silencio premeditado. Las runas defensivas, talladas en las paredes de piedra negra, brillaban con un fulgor violeta que iluminaba las sombras de los guardias patrullando. Mientras tanto Tomas se oculta tras las sombras generadas en la noche las cuales resaltan en contraste con la luz de una luna llena.

En la oscuridad de la noche Tomas espera el momento perfecto para iniciar su ataque mientras la luz de la luna genera un pequeño brillo al reflejar su luz contra su daga hecha de Cryotum, mientras desde sus manos emanan un aire frio y penetrante. Tomas espera el momento perfecto para llevar a cabo su plan, mientras tanto en la mansión, Darius tenía una sensación ominosa.

Tomás (En voz baja, para sí mismo):

—Runas violetas... y una gran formación que rodea el lugar... Tal como dijo la Red, debe de haber un núcleo para todo esto. —

Los ojos de Tomas comienzan a estremecerse al notar el cambio de los guardias.

Se acerca silenciosamente hasta llegar a la mansión usando el frio que emana su daga envolviendo su cuerpo en un ligero campo de energía la cual ocultaba su calor mostrándolo como si fuera un cadáver ante lo que las runas no reaccionan.

—Movimientos suaves... respiración lenta. 

Esquivando una antorcha que ilumina su rostro fugazmente.

—Ni un ruido. Ni un suspiro. Así sobrevives. —

Mientras tanto Tomas no descuida sus alrededores y piensa para sí mismo.

Quince minutos de patrulla, este tiempo será suficiente para cortar el cuello de Darius. —

Sus dedos acarician el filo de la daga, emitiendo un vapor frío.

Pero al llegar a estar cerca de las escaleras para llegar al segundo nivel donde se encuentra Darius es sorprendido por el poderoso ataque de Thargan Duskbreaker una mitad ogro que es un mercenario que se posiciona en el rango de Guante de hierro de los mercenarios de la Legión de hierro.

Thargan (Sorprendido):

— ¡Increíble! y pensar que no solo notaste mi ataque, sino que también lograste defender de él. —

Tras ver como Tomas se levanta después de haber recibido su ataque queda un poco disgustado.

— Parece que incluso las ratas de la Luna Sangrienta tienen los colmillos para defenderse de mí. —

Tomas esquiva todos los obstáculos que se interponen en su camino y usa su gran velocidad a su favor para lograr posicionarse en la espalda de Thargan.

Tomas (Pensando):

— Esto se acabó. —

Al momento en el cual Tomas conectaba su ataque Thargan reacciono a una velocidad irreal defendiéndose, bloqueando el ataque con su armadura hecha de una aleación de hierro y carbono el cual debido a su tono oscuro lo llamaron el Hierro de la Noche un metal que, aunque no es del mismo nivel que el Cryotum este poseía una gran defensa y era ligero para el usuario.

El choque entre la daga de Cryotum y la armadura de Obdurium resonó como un campanazo siniestro. El aire se llenó de escarcha al instante, la cual envolvía parte de la armadura que impacto contra la daga, cristalizando el sudor en el rostro de Thargan.

Thargan (Gruñendo, mientras la armadura cruje bajo el frío extremo):

—¡Un cuchillito de hielo! ¿En serio crees que eso basta para...? —

No terminó la frase. La daga de Cryotum, aunque no atravesó el metal, logro generar grietas llegando a formarse escarcha en la zona de impacto. Thargan entendiendo su situación se deshace de esa parte de la armadura que fue dañada y en el área afectada la rodea con el aura de su Rei para aminorar el daño recibido. En la parte de la armadura arrancada la escarcha se expande a gran velocidad llegando a ser cubierta por una fina capa de hielo azulado para luego comenzar a agrietarse volando en miles de pedazos como si estuviera nevando.

Tomas (Susurrando):

—Las armaduras son como sus dueños... rígidas hasta romperse.

Con un giro rápido, Tomas lanzó un gancho al costado izquierdo de Thargan, el cual no pudo reaccionar a tiempo debido a las secuelas del primer ataque recibiendo el golpe de Tomas de lleno, Thargan sale disparado hacia las paredes debido al impacto y al alejarse las trampas impuestas por las runas que están por toda la mansión se activan generando una variedad de ataques desde el techo hasta en el suelo desde el cual surgen una gran cantidad de golems de piedra que aunque son pequeños eran muy fuertes por lo que Tomas continuo cortándolos con su daga sin detenerse, mientras buscaba una salida ya que sabía que por todo el ruido que se hizo vendrían más guardias o incluso vendría la Espada solar de la Orden del Alba Radiante.

Pero para su sorpresa vio acercarse nuevamente a Thargan, Tomas no puedo creerlo debido a que sintió con ese golpe como le rompió varias costillas y aunque era consciente de que un ataque así no lo mataría pensaba que al menos lo dejaría inconsciente

Thargan (Riendo entrecortadamente):

—¡Buen golpe, rata! Pero olvidas una cosa... —

De repente, Tomas observa como Thargan se deshace de su armadura dejando verse colgando en su cuello un medallón del Clan Kar'Vash, (Un clan de Ogros el cual está al servicio de uno de los cinco grandes clanes el Clan Skjaldmor.) el cual comenzaba a brillar en un tono rojizo profundo mientras se veía como ese medallón se iba introduciendo en el cuerpo de Thargan. Las venas de Thargan se volvieron más pronunciadas y cuerpo se inflamó con una furia oscura, como si el medallón del Clan Kar'Vash hubiera despertado una bestia interior. Con un rugido que resonó en los pasillos de la mansión.

—¡Los clanes no caerán ante un perro de la Luna Sangrienta! ¡Te convertiré en ceniza! —

Exclama Thargan mientras avanza hacia Tomas.

Sus puños golpearon el suelo, resquebrajando las losas y liberando ondas de fuego oscuro. Tomas saltó hacia atrás, evitando las llamas que carbonizaron los golems de piedra. El hielo de su daga se evaporó al contacto con el calor, pero no del todo: el Cryotum resistió, brillando con un azul glacial.

Tomas se mantenía en guardia mientras ponía hacia adelante su daga de cryotum listo para el ataque.

La mansión de Darius Cogspark vibraba bajo el choque de dos fuerzas opuestas: el fuego oscuro de Thargan, alimentado por la corrupción del Clan Kar'Vash, y la gélida aura del Cryotum en manos de Tomás. Las runas violetas en las paredes parpadeaban, como si el propio edificio agonizara ante la lucha.

Tomas (Pensando, mientras retrocede):

—El medallón... Esa cosa lo alimenta. Si lo destruyo, lo debilitaré. Pero ¿Cómo acercarme? —

Thargan arremetió de nuevo, sus movimientos brutales pero predecibles. Tomas notó que el ogro, en su furia, pisó una runa defensiva en el suelo. El símbolo violeta se activó, lanzando un rayo de energía que Thargan desvió con su brazo, quemándose la piel.

—Su patrón de ataque se hizo más simple. —

Tomas continúa evitando los ataques para comprobar si lo que planea hacer será lo correcto.

— Aunque su poder y velocidad aumentaron, parece que es demasiado para que él lo controle. —

Tomas guarda su daga de cryotum y con una daga de plata que él tenía oculta comienza a provocarles leves cortes alrededor del cuerpo de Thargan mientras lo evitaba

Thargan (Sangrando, pero riendo):

—¡Patético! y pensar que, aun viendo esta forma, cambiarias a un arma más débil. —

Pero al seguir recibiendo los cortes de Tomas sin el lograr conectar algún golpe su ira iba aumentando.

— ¡Maldito! ni siquiera has roto un límite, no me subestimes y usa todo lo que tienes luchando de frente. —

La mención de los "límites" resonó en Tomas. Recordó las palabras de Lyrion: "Solo los que rompen límites sobreviven". Concentrando gran parte de su Rei en su daga con el cual de acuerdo con las palabras de Thargan arremetió en un golpe yendo de frente.

Ataque el cual es bloqueado con uno de los brazos de Thargan.

— Jajaja... Esa fue tu última oportunidad. —

Thargan se prepara para atacar a Tomas cuya arma se encuentra atorada en su brazo. Pero su cuerpo no reacciona como él quiere cayendo de rodillas mientras Tomas retrocede unos pasos volviendo a tomar su daga de Cryotum.

Thargan no entiende la situación en la que se encuentra hasta que las llamas que ardían en su cuerpo comienzan a aminorarse mientras comienza a sentir frio, Thargan pensaba que era debido a que Tomas saco nuevamente su daga de Cryotum, pero se da cuenta que no era por eso, sus heridas, aunque leves eran numerosas y aun cuando eran poco profundas la sangre que brotaba de ellas era anormal.

Fue ahí que Thargan entendió por qué yacía de rodillas ante Tomas, la ira lo cegó y uso un recurso para el cual su cuerpo aun no estaba listo, la sangre broto debido a que su cuerpo forzó un mayor flujo sanguíneo y aunque esto le daba gran poder y velocidad esto también lo hacía muy vulnerable.

Tomas se acerca lentamente a Thargan mientras concentra su Rei en la daga, mientras concentra su Rei en la daga. El filo se cubrió de un hielo negro, tan frío que el aire mismo crepitó al romperse.

El hielo negro en la daga de Tomás emanaba un frío que helaba hasta el aire, cristalizando cada gota de humedad en escarcha mortífera. Thargan, arrodillado y jadeante, intentó levantar un brazo para defenderse, pero sus músculos, agotados por la corrupción del medallón, apenas respondían. La sangre oscura brotaba de sus heridas, congelándose al contacto con el Cryotum.

—¡No... entiendes nada! Los clanes... ya no sirven a mortales. ¡El verdadero poder viene de las sombras que vosotros teméis nombrar! —

El medallón del Clan Kar'Vash en su pecho pulsaba con un brillo rojo siniestro, como un corazón demoníaco. Tomás, con los ojos fríos como el hielo de su daga, clavó la hoja en el centro del medallón. El metal maldito crujió, resistiéndose, pero el Cryotum lo cubrió de una capa de escarcha negra.

Tomás (En un susurro glacial):

—Las sombras solo ganan si les das miedo.

Con un golpe seco, el medallón estalló en mil esquirlas congeladas. Un alarido sobrenatural retumbó en la mansión, y Thargan se desplomó, su cuerpo reducido a un caparazón consumido por la corrupción.

La destrucción del medallón desestabilizó las runas violetas de la mansión. Y Tomas, aunque cansado usa una gran cantidad de Rei en su daga expandiendo el aire frio que emitía para detener las runas, cansado se oculta en su camino de vuelta hacia las escaleras que lo llevarían hacia su objetivo, mientras avanza elimina a la mayor cantidad de guardia y caballeros menores que puede de manera silenciosa.

Pero al llegar a las escaleras las runas volvieron a activarse, Tomas está sorprendido de que la capa de aura fría que lo cubría ya no resultara efectiva para engañar a las runas.

— Tal vez estoy más cansado de lo que creía … Por qué no funciona el aura de mi daga. —

Los símbolos brillaron con intensidad frenética antes de explotar, derrumbando parte del techo. Entre los escombros, una figura dorada emergió: Gavriel Thandros, Espada Solar del Alba Radiante, empuñando su espada de Emberium.

Gavriel (Con voz resonante):

—¡Profano! La luz del Alba no permitirá que mancilles esta fortaleza. —

Tomás, exhausto pero alerta, saltó hacia atrás inmediatamente al ver la silueta del caballero la cual empuñaba una espada a la cual la envolvían las llamas.

Tomas (Pensando):

— Esa espada... Ese debe de ser Gavriel. —

Mientras Tomas retrocede Gavriel extiende el aura de su Rei envolviéndolo en llamas que se asemejaban al color dorado oprimiendo el aura fría de Tomas, esto era debido a las diferencia de niveles entre ambos ya que, aunque los dos tenían armas las cuales estaban en igualdades al ser ambos de los metales más raros y difíciles de manipular en Ethalios. El nivel del Rei del usuario fue el factor determinante.

Gavriel (Arrogantemente):

—¿Crees que tu hielo bastará contra el fuego de los elegidos? ¡Los clanes y el Alba purgarán vuestra oscuridad!

Tomás (Pensamiento rápido):

— La diferencia entre nuestras energías es muy grande... entonces...

Tomás lanzó su daga hacia una runa intacta en el piso. El Cryotum congeló el símbolo, y Gavriel, al pisarlo, quedó atrapado en un estallido de hielo. La espada de Emberium chisporroteó, las llamas oscilando entre el frío y el calor.

El vapor generado por el coque de energías oculto a Tomas el cual a su vez también oculto su Rei al mínimo para pasar desapercibido de la detección que podría hacer Gavriel, sin embargo, tras usar esa gran cantidad de energía Tomas se encontraba exhausto por lo que primero planeaba usar alguna de las habitaciones para ocultarse mientras recupera algo de energía y se recupera de sus heridas.

Tomas logra acceder a una habitación que había oculta mientras chocaba en los pasillos debido a su agotamiento.

Cansado cae al suelo y controla su respiración parea una rápida recuperación antes de que Gavriel lo encuentre.

Tras haber pasado unos minutos Tomas ha recuperado la suficiente fuerza para seguir con su misión, pero también comienza a investigar los libros que se encuentran en esa habitación, ahí nota unos archivos y un libro con una cubierta de color dorado la cual tenía en su centro al árbol del mundo Eryndor el cual es el núcleo de Ethalios y se encuentra en el continente Eldarya un continente habitado principalmente por: Elfos, Hadas, Ents, Espíritus elementales, etc...

Al abrir ese libro descubre información sobre los cinco grandes clanes los cuales, tras la gran guerra santa entre los demonios, ángeles y las razas originales de Ethalios, se volvieron los guardianes de los sellos que delimitaban los territorios del mundo el cual se repartieron entre esos tres bandos como un pacto de paz el cual fue supervisado por los dragones.

También vio los archivos al lado del libro los cuales contenían información sobre la Orden del Alba Radiante, esto le extraño a Tomas debido a que aun si era necesario saber sobre sus guardianes el investigarlos tan minuciosamente era lo inusual.

Es ahí que Darius se acerca lentamente a Tomas tomándolo desprevenido.

Darius (Con una voz suave):

— ¿Fue una lectura interesante? —

Tomas (Sorprendido, piensa):

— ¿Cómo es que no lo percibí? 

Darius:

— Parece que tu objetivo si era yo, ah... Quien pensaría que aquel pequeño niño que era arrastrado por esos asesinos ahora estaría tras mi vida.

Tomas:

— ¿Cómo es que me conoces?

Darius (Calmado):

— Eso es porque yo al igual que tu soy de Karthun, pero yo salí de ese pueblo cuándo era muy joven junto a mi familia y volví cuando me volví un adulto con la esperanza de cambiar el lugar para mejor impulsando el desarrollo de ese pueblo al igual que ampliando mi visión como mercader, pero lo que me llego a sorprender de ese lugar es que tras escuchar un gran alboroto ver a dos hombres encapuchados arrastrando a un niño y que nadie hiciera nada para detener tal escena. —

Tomas simplemente se queda en silencio mientras escucha las palabras de Darius el Gnomo comerciante.

— Fueron tus ojos que aun mantenían una llama de resistencia ante tu destino lo que me inspiro a mantenerme en mi camino, pero quien iba a imaginar que los ojos que una vez me cautivaron ahora me tenían como objetivo. —

Tomas (Observando a Darius):

— Fue una buena charla mercader, pero cada uno siguió su camino y el mío actualmente sigue la orden de traer tu cabeza. —

Darius (Tranquilamente):

— Eso es cierto. —

Mientras tanto Darius saca de su abrigo un libro con una cubierta verde con manchas rojas y con la imagen de un dragón en el centro.

—Uno no llega a mi posición siendo descuidado. Y menos cuando hay mucho en juego. —

Tomas frunce el ceño al ver la portada del libro, notando la imagen de un dragón y las manchas rojas que parecen sangre seca. El brillo de las runas violetas, inestable tras el combate con Thargan, ilumina los ojos de Darius con un fulgor sombrío.

Tomas (Serio, con la daga en mano):

—Ese libro... no parece algo que un simple comerciante debería tener. —

Darius (Con una calma engañosa):

—Mis ambiciones me han llevado a muchas puertas, muchacho. Algunas más peligrosas que otras. Y la Orden del Alba Radiante... No es tan pura como todos piensan. —

El libro en manos de Darius se abre con un crujido, y unas tenues corrientes mágicas emergen de sus páginas, serpenteando en el aire como cintas de humo esmeralda. En ese momento, un estrépito retumba por el pasillo: Gavriel Thandros, la Espada Solar, aparece tras el derrumbe parcial del techo. Sus ojos se clavan en Darius con una mezcla de sorpresa y furia.

En ese instante, un estruendo se escucha detrás de Tomas. El techo se quiebra, dejando entrar a Gavriel Thandros, la Espada Solar, su espada de Emberium chisporroteando con llamas doradas. El caballero mira con desconcierto la escena: el gnomo con un libro prohibido, Tomas con su daga de Cryotum en guardia. Un aire tenso lo cubre todo.

Gavriel (Mirando primero a Darius, luego a Tomas):

—¿Qué clase de juego es este? ¡Darius, aparta al asesino de tu mansión y déjame purgarlo en nombre del Alba! —

Darius (Con una mirada afilada hacia Gavriel):

—¿El Alba? ¿Aquel que toma rehenes para que su 'justicia' se cumpla? Ustedes, paladines del Alba, tomaron a mi hija para obligarme a financiar sus "grandes" planes de purga y conquista. Yo os di mi oro. Vosotros retuvisteis mi sangre. —

Escupiendo con Desdén.

— No son mejores que la Luna Sangrienta. —

Tomas (Pensando):

—¿Rehenes...? ¿A qué se refiere? ¿La Orden del Alba secuestrando a alguien para forzar el apoyo de Darius? Eso explica su nerviosismo y por qué financia a sus supuestos protectores. —

La espada de Gavriel se enciende con un brillo dorado más intenso.

Gabriel (Severamente Molesto):

—Calla, miserable. La Orden del Alba Radiante ha de cumplir su justicia, y si tú...—

Darius (Alzando la voz, interrumpiéndolo):

—¡Justicia! ¿Llamas justicia a robarme lo único que me importa para usar mis riquezas? —

Se vuelve hacia Tomas con un destello en sus ojos

—No soy un santo, Tomas. Pero tampoco soy el monstruo que pintan. Así que... si la Orden del Alba Radiante quiere mi vida, también se la llevarán ustedes dos. ¡Prefiero hundirme con esta mansión que servirles más! —

—Ahora, muchacho, observa cómo se despedaza este paladín. Tu misión de matarme quedará en nada cuando él perezca... y todos crean que fuiste tú. —

Con un movimiento rápido, Darius pronuncia un conjuro del libro. Una oleada de energía crepita a su alrededor, alimentándose de su propia fuerza vital. Sus ojos adquieren un brillo rojizo, y sus venas se marcan con un fulgor carmesí. El suelo tiembla; la runa más cercana explota, liberando un fuego esmeralda que chisporrotea a lo largo de la habitación.

Gavriel (Retrocede sin creer la situación en la que se encuentra):

—¿Qué es lo que tratas de hacer...? —

Tomas (Sorprendido):

—¿Qué...demonios estás haciendo?... Ese poder... no sobrevivirás a eso. —

La energía emanada por Darius forma un torbellino en torno a él, rasgando las paredes y desprendiendo trozos de techo. En un instante, con la fuerza que el conjuro le otorga, Darius apunta su mano hacia Gavriel y a Tomas. Una sonrisa temblorosa se dibuja en su rostro: diez segundos, un poder inimaginable.

Darius (Con una voz cargada de furia y desesperación):

—Diez segundos... diez segundos de poder absoluto a costa de mi vida. Suficientes para arrancar la cabeza de Gavriel y la tuya, si te interpones. —

El fuego esmeralda se condensa en su palma. Gavriel, furioso, sujeta con firmeza la empuñadura de su espada envuelta en llamas doradas, y se prepara para un choque inevitable. Tomas, con el corazón latiendo a toda prisa, sostiene su daga de Cryotum, sopesando si atacar directamente a Darius o dejar que Gavriel se convierta en su distracción.

Gavriel (Tenso, mirando a Tomas y luego a Darius):

—El Alba no tolerará este sacrilegio, Darius. Tu traición se pagará con sangre. —

Mientras tanto el suelo de la mansión retumba; los cimientos colapsan y la que antes era una imponente mansión ahora no son más que escombros los cuales arden ante la energía que emana Darius.

Tomas, con la daga de Cryotum en mano, se debate entre atacar a Darius en su frágil instante de conjuro o confrontar a Gavriel, cuyo fervor abrasador podría también ser letal.

Tomas (Pensando con urgencia):

—Si no detengo a Darius, volará todo el lugar... y con ello, mi misión, mi vida y la posibilidad de que esa hija suya sea rescatada. —

Observa el caos del corredor, la magia descontrolada, y siente el retumbar de la mansión.

—Debo acabar con esto rápido. Mi objetivo sigue siendo Darius. Y si la Espada Solar muere en el proceso, será un daño colateral. —

Darius lanza rápidamente varias runas arcanas las cuales rodean a Tomas y Gavriel y a su vez impactan contra el suelo, esto deja un gran cráter el cual comienza a resonar en medio de la noche.

Gavriel (Pensando y atento):

— Es increíble el poder que posee, no solo abrumando a esa escoria asesina, sino que incluso a mí se me dificultad el mantenerme de pie ante esa presión, su poder supera por mucho la ruptura de un primer limite. 

Gavriel recuerda las palabras de Darius el cual mencionaba solo diez segundos.

— ¡Eso es!, diez segundos es todo lo que debo de soportar. —

Darius (Exhalando un aliento pesado, cada segundo de conjuro le cuesta la vida):

—¡Condenados... si no fuera por la Orden del Alba Radiante, nunca habría aceptado nada de esto! —

Sus ojos se fijan en Gavriel.

— Y tú... si me hubieras devuelto a mi hija, no tendríamos que llegar a esto. —

Gavriel (Mordiéndose los labios con rabia):

—No me interesan tus excusas, mercader. ¡Pagarás tu osadía con sangre! —

Gavriel sostiene su espada solar y la pone frente a él y concentra su Rei al máximo amplificando el poder de su espada actuando como un escudo tratando de soportar los ataques incesantes con los cuales arremete Darius.

Han pasado ya solo cinco segundos y el ataque incesante de Darius comienza a volverse menos constante a su vez Gavriel se encuentra sumamente dañado al tratar de hacer una resistencia desesperada, mientras tanto Tomas tomo su distancia lo más rápido que pudo luego de que Darius creara el cráter en el que se encuentra Gavriel, debido a que en ese combate no le prestaron la suficiente atención, aun así el no salió ileso del ataque teniendo una herida en el abdomen desangrándose usando su Rei para controlar la herida lo mejor que puede.

Tomas evalúa la situación, pero aun con la distancia que tomo, la presión que ejercía Darius era abrumadora y el calor que emanaba la espada solar de Gavriel se mantenía constante.

Gavriel (Cansado y lastimado):

— Parece que ya lo disté todo, verdad miserable gnomo, tal parece que ni siquiera duraste los diez segundos que dijiste. —

Gavriel toma impulso y se acerca rápidamente.

Gavriel (Pensando):

— Aun nos es útil, si lo retengo y le quito el libro aun podemos usarlo a él y a ese peligroso libro. —

Darius comienza a lanzar ataque en un are omnidireccional los cuales son evitados con destreza por Gavriel debido a que con forme pasan los segundos la velocidad de sus ataques también se aminoran, o al menos eso era lo que él creía.

Ya que en cuanto Gavriel entro en el rango de tres metros que rodeaba a Darius se activó una runa la cual expulso un pilar de fuego con un calor abrasivo llegando a llevarle a sufrir quemaduras aun cuando tenía en sus manos un arma hecha de Emberium, aunque el arma no resultó dañada su armadura quedo hecha polvo y su cuerpo quedo lleno de quemaduras.

Aun así, Gavriel cegado por la ira se abalanzo nuevamente contra Darius, el cual al defenderse logra arrancarle un brazo a Gavriel colapsando al fin, y justo cuando estaba a punto de cerrar el libro. Tomas aparece rápidamente a su espalda apuntando con su daga de Cryotum su cuello al descubierto.

Darius (Cansado sonriendo):

—Jajaja... ¿Cómo pude haberme olvidado de ti? —

Tomas (Exhausto le pregunta):

—¿Algunas últimas palabras? —

Darius (Mirando hacia el cielo):

—Solo la petición de un viejo moribundo.—

Tomas asiente, confirmando el hecho de llevar a cabo su petición

— Mi hija... quiero que ella sea libre... —

Tomas (Susurrándole al oído):

— No te preocupes anciano, considera ese mi pago por eliminar a la escoria que yace en el suelo. —

Darius esboza una última sonrisa mientras rememora los tiempos más simples en los cuales el pasaba tiempo con su hija, siendo el ultimo recuerdo antes de cerrar permanentemente los ojos el momento de su nacimiento.

Darius: Ultimo pensamiento

— Oh... mi pequeña Lyra, me hubiera gustado verte llegar al altar, ahora solo podré observarte desde los cielos junto a tu madre. —

Con su pensamiento final concluido Darius exhala su último respiro.

Tomas coge el libro que sostenía Darius y lo mantiene oculto en sus ropajes, para luego aun estando herido levanta el cuerpo de Darius colocándolo sobre las ruinas de su mansión a la cual prende en llamas.

Mientras las llamas consumen los escombros de la mansión Cogspark, un silencio ominoso se asienta sobre la noche. El cuerpo de Darius se retuerce en el fuego, una despedida final que Tomas ha decidido otorgarle a modo de respeto y cierre. El calor de la hoguera ilumina brevemente la mirada agotada de Tomas, cuyas heridas arden casi tanto como las brasas de la pira improvisada.

Tomas (Pensando):

— No esperaba que este trabajo se convirtiera en semejante infierno... Pero al menos cumplí con la misión. Darius... Espero que no haya muerto en vano. Si su hija sigue viva, se lo debo. Por lo menos, es la única forma de honrar su última petición. —

El aire se carga de un olor acre a piedra quemada y cenizas. Tomas se vuelve, consciente de que Gavriel, la Espada Solar, puede recobrar el sentido en cualquier instante. A lo lejos, los muros de la mansión derruida crujen y colapsan, anunciando el fin de un imperio construido con oro, mentiras y rehenes.

Tomas (Con el ceño fruncido, mirando las ruinas):

— No hay tiempo para una batalla con ese fanático. Con mis fuerzas actuales el enfrentarlo solo sería una estupidez. —

Sosteniéndose el costado, donde la sangre mana de una herida profunda, se aleja a toda prisa por un sendero que serpentea entre las rocas. Sus pasos se vuelven más torpes a medida que el dolor se intensifica. El canto de los grillos y el viento gélido de la noche se mezclan con el sabor metálico de la sangre en su boca.

Mientras asciende, la luna llena proyecta la silueta de Tomas contra las laderas, creando un contraste entre la luz plateada y las sombras de la noche. Cada respiración se convierte en un susurro agónico, pero su determinación lo empuja a seguir. En la distancia, un grupo de llamas se avivan en la entrada de la mansión, tal vez guardias que se apresuran a investigar la devastación.

Tomas (Mientras jadea):

— Tengo que... llegar... a algún refugio. No aguantaré más. —

Su mente se fija en el nombre que leyó en los documentos de Darius: Lyra. Una extraña mezcla de culpa y determinación lo invade: ahora tiene una nueva deuda que saldar. Sin embargo, sabe que antes debe sobrevivir a esta noche.

Tras caminar sin rumbo, nota un tenue arco de roca que se perfila bajo la luz de la luna. Tomas, casi a rastras, se adentra en la cueva, sintiendo la frescura de la piedra contra su frente al apoyarse en la pared. El interior es angosto, pero ofrece un respiro de la intemperie. Se deja caer sobre el suelo polvoriento, con la vista nublada por la fatiga y la pérdida de sangre.

Tomas (Arrastrándose por las paredes):

— Malditas runas... malditos clanes... sólo... necesito... descansar. —

La noche sigue su curso avanzando y la oscuridad se adensa. El viento sopla a la entrada de la caverna, silbando una melodía melancólica. Tomas se queda con la mirada fija en la nada, recordando fugazmente la mirada de Darius, y la imagen de un medallón carmesí que ardía en el pecho de Thargan.

Tomas (En sus pensamientos):

— Este mundo... oculta aun demasiado... en la oscuridad... —

Sus párpados se sienten cansados y se cierran, y por un instante, el mundo desaparece. Un hormigueo en su brazo herido lo despierta momentáneamente. Su respiración es entrecortada, su pulso se siente débil.

Justo cuando el sopor lo empuja al borde de la inconsciencia, escucha algo. Una voz suave, tan tenue como la brisa que acaricia las hojas de un árbol. Una voz que, de algún modo, le transmite un calor que su cuerpo, helado por el Cryotum y la sangre derramada, no puede producir.

Voz Femenina (Un susurro grácil):

—¿Hay alguien ahí...? ¿Necesitas ayuda? —

Sin oír respuesta la joven doncella mientras se acerca logra distinguir una silueta que se pone contraluz. Aunque no distingue sus rasgos, su presencia irradia una tranquilidad que desarma cualquier instinto de agresión en él.

Tomas (En sus pensamientos con los ojos cerrados):

— ¿Quién...? —

La figura se arrodilla junto a él, y Tomas siente un ligero roce de manos frías pero suaves en su frente. Un cosquilleo de energía, leve y reconfortante, recorre su piel.

Voz Femenina:

—Tranquilo... No hables. Déjame ver tus heridas. —

En la penumbra, Tomas atisba un brillo esmeralda en los ojos de la joven, y un aroma suave a hierbas que le recuerda a un hogar que nunca tuvo. La pesadez de sus párpados aumenta, y el cansancio lo arrastra hacia un sueño involuntario.

La joven le sostiene la cabeza, acomodándolo con delicadeza. Fuera, la luna llena desciende lentamente, y con ella, la noche parece ceder a la promesa de un nuevo día.

Tomas cae en un sueño profundo mientras el sonido de la voz de aquella doncella que lo cuida con delicadeza, la cual sin saberlo se volvería la luz que cambiaría su destino.

Mientras tanto en la distancia donde antes se ubicaba la mansión de Darius, la espada solar Gavriel comienza a recuperarse con la ayuda de los guardias que sobrevivieron y de sus caballeros al mando. Un nuevo horizonte se abre para Tomas: uno que mezcla venganza, redención y un atisbo de esperanza que nunca creyó posible.