La oscuridad que cubría la escena anterior dio paso al sonido insistente de un despertador. Un pitido monótono, casi burlón, resonaba en la pequeña habitación.
Brahman abrió los ojos lentamente, el peso del día ya lo aplastaba incluso antes de levantarse. Sus pupilas vagaron por el techo, buscando algo, aunque ni él sabía qué. "Otro día más donde la muerte no me lleva", pensó, mientras un suspiro profundo escapaba de sus labios.
Con movimientos lentos, se levantó de la cama. Cada paso hacia el baño era mecánico, como si estuviera atrapado en una rutina que le robaba el alma.
Mientras el agua de la ducha caía sobre su cuerpo, su mente continuó el monólogo que lo acompañaba: "Cuánto desearía dormir una noche y no volver a despertar." Terminado el baño, se vistió rápidamente. Bajó las escaleras sin prisa, su rostro mostrando una sonrisa amable, aunque vacía.
—Buenos días, Tita — saludó con un tono cariñoso.
Tita, su abuela y único familiar, estaba en la cocina preparando el desayuno. Al escuchar su voz, se giró hacia él con una sonrisa llena de calidez y amor.
—¡Buenos días, Tito! —respondió con el apodo que usaba para él desde que era pequeño. Con movimientos tranquilos, sirvió un plato y lo colocó sobre la mesa.
Brahman se sentó en su lugar habitual, observando cómo su abuela tomaba asiento frente a él con una taza de café en las manos.
—Come, que si no llegarás tarde otra vez —dijo ella, con una ligera sonrisa, mientras lo miraba con atención—. Dormiste bien, ¿cierto?
—Sí, Tita. Estoy bien —respondió él, llevando un bocado a su boca. Pero en su interior, sabía que esas palabras no podían estar más lejos de la verdad.
La conversación entre ambos fue breve, llena de pequeños detalles cotidianos. Tras terminar el desayuno, Brahman se levantó y tomó su mochila.
—Nos vemos luego, Tita. Te quiero —dijo con una sonrisa antes de salir.
—Cuídate, Tito. Que tengas un buen día —respondía ella desde la puerta, viendo cómo su nieto se alejaba.
El camino a la escuela era corto, pero cada paso parecía alargarlo. Brahman mantenía la vista fija en el suelo, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. Los murmullos de las personas y el bullicio matutino lo rodeaban, pero él apenas los percibía. Su mente, como siempre, se aferraba a sus pensamientos.
Al llegar al portón de la escuela, un grupo conocido lo esperaba. Steven, el líder, avanzó con una sonrisa ladeada que Brahman identificaba al instante, un gesto que le advertía que ese día no sería diferente de los demás.
—Hola, Brahman. ¡Bonito día, ¿verdad? —dijo Steven, extendiendo los brazos como si quisiera abrazar el cielo.
Brahman no respondió. Mantuvo la mirada baja, tratando de pasar de largo, pero Steven se colocó frente a él, bloqueándole el paso.
—Hueles eso, Brahman... —Steven cerró los ojos y respiró hondo—. Huele a que hoy será un gran día para ti.
Antes de que pudiera reaccionar, sintió las manos de otros miembros del grupo agarrándolo por los brazos. La sonrisa de Steven se ensanchó.
—Vamos, tenemos algo especial preparado.
Lo arrastraron hacia una de las zonas más apartadas del colegio, un lugar donde las miradas curiosas no llegarían. El corazón de Brahman latió con fuerza mientras una sensación de impotencia se apoderaba de él. Sabía lo que venía, pero no había forma de evitarlo.
Después de ser arrastrado hacia la zona más apartada del colegio, Brahman fue empujado contra la pared áspera de un viejo edificio.
—Tranquilo, Brahman. dijo Steven, con un tono falso de amabilidad, mientras ponía un brazo sobre los hombros de Brahman en un gesto que pretendía parecer amistoso—. Veo que estás asustado. No deberías estarlo.
—Al final de cuentas, somos amigos... y solo nos estamos divirtiendo, ¿no? ---dijo Steven, con una sonrisa que pretendía ser amistosa pero que solo lograba transmitir crueldad.
Se inclinó un poco hacia Brahman, bajando la voz mientras esbozaba una sonrisa sádica.
---No te preocupes, Brahman ---añadió, como si estuviera consolándolo---. Esto no es personal. Solo es... diversión. ---Hizo una pausa, observando la reacción de Brahman, pero al no obtener más que silencio, continuó---. Además, vamos a ser cuidadosos... me aseguraré de no dejarte marcas visibles. Nadie va a sospechar nada si no tienes moretones en la cara.
Con una simple mirada, Steven dio la señal. Los demás chicos se posicionaron rápidamente alrededor de Brahman, bloqueando cualquier posibilidad de escapar. Sin aviso, uno de ellos le asestó un golpe en el estómago, lo suficientemente fuerte para hacer que Brahman se doblara.
---¿Ves? ---dijo Steven, con un tono casi paternal---. Así no tendrás que explicarle nada a nadie. ---Los demás rieron en sordina, disfrutando del momento.
Golpes calculados siguieron, apuntando a las costillas, el estómago y las piernas. Brahman apretaba los dientes, tratando de no soltar ningún sonido que les diera la satisfacción de saber cuánto dolía. Sabía que cualquier reacción solo los animaría a seguir con la golpiza.
Cuando terminaron, Steven le dio una palmada en la espalda, un gesto que pretendía parecer camaradería, pero que solo acentuaba la crueldad del momento. Luego, él y su grupo se alejaron riendo entre ellos.
Brahman permaneció inmóvil contra la pared, respirando con dificultad mientras el dolor se extendía por su cuerpo. Cada inhalación era un recordatorio de lo que acababa de suceder. Sus manos, aún temblorosas, se aferraron a la pared áspera, como si buscaran algo a lo que agarrarse en medio del vacío que lo rodeaba.
"¿Por qué?", murmuró Brahman, su voz apenas un susurro que se perdía en el aire.
Aun así, Steven logró escuchar la pregunta. Se detuvo en seco. Con una sonrisa burlona, dio media vuelta y se colocó frente a Brahman, que aún estaba recostado contra la pared. Steven cruzó los brazos y lo miró con una mezcla de curiosidad y diversión, como si acabara de descubrir algo interesante.
---¿"Por qué"? ---repitió Steven, imitando el tono de Brahman con una voz exageradamente débil---.
¿En serio estás preguntando "por qué"? ---Se inclinó un poco hacia adelante, acercando su rostro al de Brahman, con una sonrisa que destilaba sarcasmo---.
Tan solo tuviste mala suerte, Brahman ---dijo Steven, con un tono casual, como si estuviera explicando algo obvio---. Te cruzaste en mi camino un día en el que estaba aburrido. Solo por eso. ---Hizo una pausa, como si esperara que Brahman reaccionara, pero al no obtener respuesta, continuó---. No hay un significado profundo, Brahman. Tan solo tuviste mala suerte.
Brahman no respondió. Bajó la mirada, evitando el contacto visual con Steven. No había rabia en él, solo una frustración sorda que se acumulaba en su pecho, como una piedra que no podía sacarse de encima. Estaba acostumbrado a este trato; no era la primera vez, ni sería la última.
Steven soltó una risa corta y seca, como si la reacción de Brahman fuera lo más gracioso que había visto en todo el día. Luego, dando una palmada en el hombro a Brahman con falsa camaradería, se retiró del lugar junto con su grupo, dejando a Brahman solo una vez más.