CAPITULO 1: EL
LLAMADO DEL ABISMO
La aldea Belsira
se alzaba en silencio bajo el cielo azul, rodeada de verdes campos y árboles
que se mecen suavemente con la brisa. Era una mañana común, sin presagios de
tragedia, solo el murmullo lejano del rio y el canto de los pájaros que
anunciaban el inicio de un nuevo y radiante día. La familia Draymor como
siempre, había comenzado la jornada con su rutina habitual.
Kael caminaba por
el pequeño jardín que su esposa Lysandra había cultivado con tanto esmero, las
manos entrelazadas detrás de su espalda. Sus ojos oscuros y llenos de quietud
que solo los años de experiencia podían otorgar, observaban a su hija pequeña, Elira,
mientras esta corría alrededor de una flor que parecía desafiar al viento. La
sonrisa en los labios de Kael era suave, casi imperceptible, pero su mirada
reflejaba un amor profundo y tranquilo, como si no hubiese nada más importante
en el mundo que la paz que había construido junto a su familia.
Lysandra con su
largo cabello dorado recogido con una trenza, observaba a sus hijos con ternura
desde la puerta de la casa. A su lado, Aeron, su hijo mayor, hojeaba un libro
de hechizos, su rostro concentrado pero relajado, saboreando la tranquilidad
que el día les ofrecía. El viento jugaba con su cabello, y su aura de energía
apenas contenida parecía prometer grandes cosas para el futuro.
Kaien, el hijo el
medio, apenas ocho años, estaba en el jardín, cerca de su padre. Estaba
aprendiendo a controlar su fuego, la magia que había heredado de Kael, pero aún
no comprendía la profundidad que eso significaba. El niño jugueteaba con
pequeñas llamas que aparecía y desaparecían en sus manos, maravillado con el
poder que sentía en su interior. Kael lo observaba con paciencia, recordando
aquellos primeros momentos en los que él mismo había sentido ese poder
despertar por primera vez, cuando era solo un niño.
-Papá, ¿quieres
ver lo que puedo hacer? -preguntó kaien, sus ojos brillando con la curiosidad
típica de su edad.
Kael se agachó a
su altura, sonriendo.
-Muestra lo que
has aprendido, hijo – respondió con calma, su voz suave, pero llena de orgullo.
El niño levantó
la mano, y una pequeña chispa de fuego saltó hacia el aire, flotando en la
palma de su mano. Kael observó en silencio, el corazón lleno de una emoción
difícil de describir. Era un vínculo profundo, el tipo de conexión que solo se
puede tener con un hijo, con la esperanza y el miedo de lo que vendrá.
-Algún día Kaien
te enseñaré las técnicas pasadas por mis antepasados, y verás lo grandioso que
puede ser utilizar magia de fuego- dijo Kael con una voz llena de entusiasmo
por enseñarle a su hijo lo mismo que su padre había hecho en su juventud.
En ese momento, la paz que había gobernado la
aldea durante años se rompió abruptamente. Un ruido distante, como el rugir de
un trueno, se escuchó en el horizonte. Un extraño escalofrío recorrió la
espalda de Kael, quien alzo la vista hacia el cielo, donde nubes comenzaban a
oscurecerse de manera inusual. Lysandra, al ver el cambio de su rostro, se
acercó rápidamente, con el ceño fruncido.
- ¿Qué sucede? -preguntó,
su voz cargada de preocupación.
Kael no respondió
de inmediato. Sus ojos se fijaron en el horizonte, donde una sombra se
deslizaba rápidamente, moviéndose con rapidez y precisión de un ejército. La
paz de la aldea estaba a punto de desvanecerse, y algo mucho más oscuro se
cernía sobre ellos.
-Lysandra… lleva
a los niños dentro y no salgan por nada del mundo, en caso de que ocurra algún
imprevisto corran hacia el bosque. -la voz de Kael era firme, pero al mismo
tiempo, se sentía la urgencia que nunca había querido expresar.
El viento sopló
con fuerza, trayendo consigo el primer eco de lo que estaba por llegar. Aeron
levanto la mirada, percatándose del cambio de aires, y Elira, al notar la
tensión dejo de correr. Kaien, todavía mirando las llamas en sus manos, también
sintió el cambio, pero no comprendió del todo qué significaba.
Kael dio un paso
hacia su familia, su corazón lleno de amor, pero también de una pesada
determinación. Sabía lo que tenía que hacer. Había entrenado toda su vida para
momentos como este, aunque nunca pensó que tendría que llegar tan pronto. Miro
a sus hijos, a Lysandra, y por un breve momento, deseo poder verlos crecer,
vivir una vida tranquila lejos de la guerra, lejos de todo.
Pero no era así.
-Tomen a Elira,
Aeron, vayan dentro y hagan caso a su madre. Rápido. -su voz no admitía
discusión.
Lysandra asintió,
pero el temor en sus ojos era inconfundible. No había tiempo para más palabras.
Kael miró a su hijo, Kaien, y le dio un leve toque en su hombro.
-Hijo, quédate
con tu madre, yo me encargaré de esto.
Kaien, confundido,
pero obediente, asintió. Los ojos de Kael se llenaron de una pena silenciosa,
un sentimiento que no podía expresar. No sabía si volvería, pero estaba
dispuesto a hacer lo que fuera necesario.
Antes de que
pudieran dar un paso más, una explosión lejana hizo que el aire temblara. Kael
levanto la mano, liberando el poder que había contenido durante mucho tiempo.
Un fuego intenso comenzó a envolverlo, su naturaleza mágica desbordándose, y un
resplandor cegador fulmino el cielo mientras volaba hacia los invasores.
Lysandra, Aeron,
Kaien y Elira, Entraron a su casa tratando de resguardarse de lo que podría
significar esta invasión a la aldea que tanto amaban.
Kael se adentró
en la niebla creciente que había comenzado a envolver la aldea. Los gritos de
las personas que huían, las sombras que se deslizaban por el campo indicaban
que la amenaza era real, y no había tiempo para perder. Respiro profundamente,
sintiendo como la energía de su propio maná recorría su cuerpo como un torrente
desbordante. El poder de un mago del Quinto Abismo no era algo que se pudiera
manejar con ligereza. Cada gramo de maná estaba perfectamente controlado, pero
al mismo tiempo era una fuerza que se desbordaba, lista para liberarse cuando
el momento lo exigiera.
"Debo proteger a
mi familia", pensó Kael, su rostro marcado por la determinación. Pero no había
tiempo para dudas. El rugir del viento y el temblor de la tierra le anunciaban
que el primer asalto ya había comenzado.
En ese instante,
las primeras sombras surgieron del horizonte. Eran ellos. Los invasores. Una
docena de figuras encapuchadas, moviéndose con una velocidad antinatural, como
si el propio suelo no les ofreciera resistencia. Kael los observo por un breve
momento, sus ojos oscuros brillando con calma de quien ya sabe qué hacer. Ya no
quedaba lugar para la diplomacia ni la negociación. Solo quedaba una cosa por
hacer.
Con un fuerte
grito, Kael levanto las manos hacia el cielo. Su cuerpo se iluminó con un
resplandor abrasador, el aire a su alrededor comenzó a calentarse, distorsionándose.
El poder del fuego, su propia naturaleza, se desbordo de su interior como un
volcán a punto de estallar. Las llamas brotaron con furia, envolviendo su
figura en una cortina de luz cegadora. El maná se expandió a su alrededor,
formando una barrera de energía que parecía vibrar con cada latido de su
corazón.
- ¡JAJAJA no
podrán con nosotros! -vociferó uno de los invasores desde la altura, levantando
una espada de energía oscura.
Pero Kael no lo
escuchó. Estaba más allá de cualquier amenaza. Su magia, el fuego puro, el
poder acumulado por años de entrenamiento, se desató con un rugido sordo que
hizo temblar la tierra. De un solo movimiento, levanto su brazo derecho y una
explosión de fuego surgió de su mano, incinerando el suelo y disparándose como
un rayo hacia los enemigos.
El aire ardió
cuando las llamas chocaron con los primeros invasores. Las figuras oscuras
fueron arrasadas, desintegrándose ante la fuerza de su poder. Pero Kael no se
detuvo allí. Sabía que no podría vencerlos a todos con esa táctica. Lo que
venia no era un combate normal, era pelear hasta matar a cada uno de los que se
atrevían a perturbar su tranquila vida y la de su familia.
"Jamás dejare que
le toquen un pelo a nadie de mi familia, aunque eso me cueste la vida" pensó
mientras su maná se acumulaba aún más, hasta el punto que sus venas se
iluminaban como si el fuego fluyera en su interior. Su rostro se endureció, y
una frialdad insólita lleno sus ojos, dejando atrás cualquier vestigio de duda.
De repente, el
aire alrededor de Kael se condensó, formando una esfera de energía ardiente que
crecía cada vez más. A medida que la esfera se expandía, la temperatura del
ambiente también lo hacía, no sería raro llamar a este ambiente el propio
infierno. Cuando la esfera de energía creció a más de 10 metros, había algunos
invasores que eran incapaces de aguantar este calor abrazador sin la necesidad
de levantar escudos de energía, "como están volando por encima de la aldea, probablemente
sean magos de cuarto abismo" pensó Kael, analizando donde enviaría la gran
esfera de energía.
Cuando Kael había
decidido lanzar este hechizo, los invasores intentaron atacar desesperadamente,
lanzando proyectiles de oscuridad, hechizos de congelación y ataques físicos,
pero todos ellos chocaron contra la barrera de maná que cubría el cuerpo de
Kael, disipándose al instante como si nada hubiera estado ahí. Aquella barrera
que había conjurado Kael, era una antigua técnica secreta transmitida por
generaciones de su familia. Con este hechizo, podía consumir su propia esencia
para aumentar la fuerza y repeler casi toda la magia que estaba por debajo de
su nivel, lo cual era imposible traspasar para un mago común.
Los invasores
retrocedieron, sorprendidos por el poder de Kael. No esperaban encontrarse con
un mago de tal magnitud en una aldea tan remota. Pero eso no los detuvo, cuando
Kael estaba a punto de lanzar la enorme bola de energía de fuego, una figura
imponente apareció detrás de ellos, un hombre alto, con una capa oscura y una
sonrisa siniestra, dio un paso al frente. Era evidente que él no se intimidaba
ante el poder de Kael. En cambio, alzo su mano y sus ojos brillaron con una luz
fría.
-Eres un mago
impresionante… pero ni todo tu poder puede detenernos- dijo con voz grave,
mientras una sombra oscura se formaba alrededor de su cuerpo.
-Soy Lirael
Thorne, Mago del sexto abismo y quinto miembro de la orden de la abominación
eterna, hoy vengo en busca de la llave, sé que tienes un fragmento del corazón
del abismo, si no lo entregas ahora mismo destruiré lo que queda de aldea y a
toda tu familia Kael Draymor. - dijo Lirael con una fuerte voz de mando,
dejando sin ningún tipo de opción más que seguir sus órdenes si querías seguir
viviendo.
Kael sintió el
peso de la amenaza. Sin embargo, no dudo ni un segundo. Con un grito feroz, sus
ojos brillaron intensamente, y el maná que lo rodeaba se intensificó aún más,
hasta el punto de parecer que las mismas leyes de la naturaleza se torcían ante
su presencia. En un solo movimiento, levanto ambas manos y grito "Amanecer del
abismo" era el nombre de aquella técnica que estaba usando, y ahora se dirigía
donde se encontraban los invasores.
Todo alrededor de
la esfera de energía temblaba, los invasores, miembros de la orden de la
abominación eterna parecían temblar, pero Lirael era diferente, volando en
frente de sus subordinados aumento exponencialmente su energía de sombra y miro
fijamente la gran masa de energía que se acercaba con un calor que no
cualquiera podría aguantar.
Cuando la esfera
de energía se encontraba a 15 metros, Lirael gritó "Eclipse de la eternidad",
una técnica única que solo podía ser ejecutada por un maestro de las sombras y
mago del sexto abismo, de un instante a otro, una esfera de color oscuro
apareció delante de él y todo se volvió negro, esta comenzó a absorber todo a
su alrededor, cada partícula de maná era absorbida como si de un agujero negro
se tratase, luego de 10 segundos la gigante esfera de fuego lanzada por Kael
desapareció sin dejar ningún rastro.
Kael vio cómo su Amanecer del Abismo era
engullido. Su fuego, su esencia, reducida a nada en aquel vórtice de oscuridad.
Su piel ardía por el maná sobrecargado, su respiración se volvió errática. No
era solo la fatiga, era la furia.
Mientras Lirael
se reía triunfante por la acción que acababa de realizar, Kael no pudo pensar
en nada más que su familia, sabía que si seguía peleando perdería, pero había
prometido a su familia que los protegería. Rápidamente Kael debía tomar una
decisión, entre más tiempo pasara, mayor eran las probabilidades de que sus
hijos se vieran envueltos en una batalla donde salir victorioso era casi nulo.
Kael retrocedió y
voló lo más rápido que pudo en dirección donde se encontraba su hogar, Lirael
miraba incrédulo y los demás invasores actuaban sin creer como el gran mago que
les había causado terror estaba arrancando del campo de batalla. Lo que no
sabían era que Kael debía decirle a su preciada familia que arrancaran, que no debían
quedarse cerca de este lugar, porque si lo hacían perecerían.
Cuando se
encontraba a unos 50 metros de su casa, Kael comenzó a gritar desesperadamente
el nombre de Lysandra, entre más rápido lograra transmitir lo que quería, mayor
eran las posibilidades de que huyeran. Luego de unos segundos Lysandra abrió
rápidamente la puerta y se encontró con una situación que no le generaba nada
más que inquietud, vio cómo su esposo volaba desesperadamente con una veintena
de magos a sus espaldas que lo atacaban con diferentes hechizos mientras este
corría.
Kael al estar a
unos 10 metros de distancia, empleo otra de las técnicas secretas de su
familia, está vez dijo "Muro de la llama eterna", una gran muralla de fuego
puro apareció y rodeo todo alrededor de él y un rango de 20 metros. Esta era
una técnica casi impenetrable, incluso para los magos del sexto abismo, pero no
sabía cuánto aguantaría esta barrera siendo atacada constantemente por los
magos de la orden, por eso debía ser rápido.
Una vez en el
piso, Kael vio a su esposa e hijos que lo miraban con miedo, nunca habían visto
a su padre en ese estado, para ellos siempre había sido una persona tranquila, cálida
y que se preocupaba más que nadie de ellos, no entendían tal desesperación
viniendo de él.
-Deben irse lo
antes posible, no tenemos tiempo, no sé cuánto podrá aguantar la barrera que
coloque. - Dijo Kael de manera apresurada y con una cara de preocupación
máxima.
Lysandra al ver
la desesperación de su esposo, supo de inmediato que la situación superaba por
mucho lo que se habría imaginado y que no se solucionaría con una simple
batalla.
-Cariño… ¿Vendrás
con nosotros verdad? - Dijo Lysandra sin creer en la situación que se
encontraba su esposo, un antiguo mago imperial.
-Lysandra,
tendrás que llevártelos al bosque y no mirar hacia atrás, huye lo más profundo
que puedas, entre sus filas tienen a un mago de la orden que está en el sexto
abismo. Trataré de ganar el tiempo suficiente para que puedan escapar. - Dijo
Kael mientras miraba a su esposa e hijos.
Kael tratando de
calmarse, tomó suavemente la mano de su esposa, su pulgar acariciando su piel
por última vez. Sus ojos llenos de amor y pesar, buscan memorizar cada detalle
de su rostro.
-No hay palabras
para decirte cuánto desearía que esto fuera diferente… pero no puedo dejar que
ellos les hagan daño a ustedes. Tú eres la fortaleza de nuestra familia. Lys.
No dejes que el dolor te quiebre, porque nuestros hijos te necesitaran más que
nunca- dijo Kael mirando la triste cara de su esposa.
Lysandra niega
con lagrimas en sus ojos, su voz apenas un susurro
-No, Kael… no
puedes decirme que te deje aquí. -Dijo Lysandra que cada vez se le veían más
lágrimas en su rostro.
-No te lo pido.
Te lo ordeno, Lysandra. Llévalos al bosque, protégelos, haz que vivan. Yo haré
lo que siempre he hecho: Luchar por ustedes.
Se inclina y le
da un último beso en la frente, su fuego ardiendo débilmente contra su piel.
Gira su mirada
hacia un lado, donde se encontraba su hijo mayor.
-Aeron…
Kael se arrodilla
frente a Aeron, que intenta contener las lágrimas con el ceño fruncido.
Apretando los puños, el chico respira agitado, sin poder aceptar lo que está
pasando.
- ¡No me pidas que corra como un cobarde! Puedo pelear, sé luchar.
¡Déjame quedarme contigo! -Dijo
Aeron, sus ojos brillando con ira y desesperación.
Sonriendo con
tristeza, Kael coloca una mano sobre la cabeza Aeron.
- Eres fuerte, hijo, pero esta no es tu batalla.
La verdadera batalla será la que viene después. Debes cuidar de tu madre y de
tus hermanos. De ahora en adelante, eres el hombre de la familia.
Aeron aprieta los dientes, sus ojos llenos
de rabia y desesperación
-Pero… ¿Cómo se supone que haga esto sin
ti?
-Aprenderás. Y cuando llegue el momento…
cuando tu abismo te ponga a prueba… superaras cada obstáculo, porque llevas mi
sangre y mi voluntad. Nunca olvides lo que significa ser un Draymor.
Aeron asiente, aún tembloroso, y Kael le da
un leve golpe en el hombro como siempre hacía cuando entrenaban.
Dando un paso hacia donde se encontraba su
segundo hijo, Kael se arrodilla y toma las pequeñas manos de Kaien en las
suyas. El niño, con los ojos inundados de confusión y miedo, no entiende por
qué su padre está hablando así.
-Papá, vámonos juntos… por favor…
Kael cierra los ojos un momento, como si
quisiera grabar la voz de su hijo en su memoria.
- Ojalá pudiera, hijo… Ojalá… Pero escucha
bien. Lo que te dejo ahora es más que una llave, es nuestro legado. Un día
entenderás el peso que conlleva… y cuando lo hagas, prométeme que no lo
rechazarás."
Llevándose las manos al cuello, saca un
collar con forma de una llave, era el fragmento del corazón del abismo.
Colocándola en las manos de Kaien, se asegura de que la agarre con firmeza.
- Kaien… lleva esto contigo. Kael le
entrega la Llave del Abismo, cerrando sus dedos sobre ella.
- Es más que un objeto, es nuestro legado.
Un día lo entenderás. Ese día, estaré contigo, aunque ya no me veas.
Kaien solloza y se aferra a su padre, pero
Kael lo aparta suavemente con una sonrisa triste. Avanzando hacia un lado ve a
su hija menor, se inclina y mira a su pequeña que parpadea con inocencia, sus
pequeños dedos aferrándose a la camiseta de su padre.
- ¿Papá? ¿Por qué estás triste? Dice Elira
quien apenas comprende lo que está sucediendo.
-No estoy triste, pequeña… Estoy orgulloso.
-Dijo Kael forzando una sonrisa.
Tomó su mano y la acerco a su pecho, donde
su abismo arde con intensidad.
- Eres mi pequeña estrella, la más
brillante de todas. No dejes que la oscuridad te alcance nunca… y cuando todo
parezca perdido, recuerda que el fuego de nuestra familia nunca se apaga.
Elira asiente sin entender, y Kael la
abraza con fuerza, sabiendo que este será su último recuerdo de ella.
Kael se pone de pie nuevamente y se da
media vuelta, grietas se veían en la barrera y sus llamas comenzar a arder
nuevamente con una intensidad sin precedentes.
Mirándolos una última vez dice "Corran. No
se detengan. Y vivan…"
La poderosa barrera que parecía
indestructible en un principio comenzaba a desmoronarse y eso significaba que
Kael debería pelear con todo lo que tenía para lograr que su familia escapara
sin dificultades
¡Crag!
La barrera se rompió y diferentes hechizos
iban dirigidos a Kael y su familia que ya empezaba a correr hacia el bosque.
- ¡Malditos bastardos! Creen que dejare que
les hagan daño a mis seres queridos. - gritó Kael hacia los miembros de la
orden mientras lanzaba diferentes hechizos de fuego para interceptar los
diferentes tipos de magia que se dirigían hacia sus hijos y esposa.
Kael había logrado interceptar todos los
hechizos y ninguno había llegado a tocar Lysandra y compañía, pero este no se
había dado cuenta aún que detrás de todos los miembros de la orden se
encontraba Lirael juntando un montón de maná en un solo punto.
Luego de unos segundos Lirael aparece en el
frente mirando a Kael a la cara y ve cuan desesperado está por dejar que su
familia escape, pero esto nunca fue una opción para él.
-Una vez que destruya todo lo que es
importante para ti y todo este maldito pueblo, buscare tranquilamente la llave,
Kael, no tienes opción. -Dijo Lirael con una sonrisa perversa.
Juntando aún más poder, Lirael esta
dispuesto a lanzar su ataque, subiendo al máximo su nivel de mana, todo empieza
a ponerse oscuro, una gigantesca luna negra aparece en el cielo, "Ruina de
media noche" pronuncia Lirael y lentamente se desploma en el campo de batalla
donde empieza a arrasar todo a su paso, el suelo se agrieta y la preciada casa
de Kael desaparece en un segundo.
Kael mirando incrédulo como todo se
desmorona y sin saber si podrá detener tal hechizo decide hacer su último acto
de voluntad, fusionando todo su maná, su abismo y su propia vida empieza a
crear una explosión colosal de fuego puro.
- ¡Llamas de mi alma… ardan una última vez!
"Legado ígneo: pira del último guardián".
En el campo de batalla, comienzan a crearse
unos pilares de llamas que consumen todo en un radio masivo. Esta llama no solo
un fuego común, sino una manifestación del alma de Kael, una flama tan densa y
ardiente que incinera incluso la magia de sombra.
El pilar se alza hasta el cielo,
envolviendo la "Ruina de la Medianoche" de Lirael en un torbellino de
llamas abrasadoras. Las sombras son consumidas, disipadas y purificadas hasta
que no queda nada de ellas.
En el centro de la tormenta de fuego, Kael
permanece de pie, su cuerpo envuelto en brasas, sus ojos ardiendo con el último
destello de su poder. Su fuego no se extingue… hasta que él mismo lo decide.
Kael sabiendo que este hechizo solo podría
usarse solo una vez, ataca con toda su voluntad directamente a Lirael quien
estaba sin creer que su gran hechizo que consumía todo, había desaparecido por
una magia de la cual él no tenía idea.
Avanzando a una velocidad en la cual es
imposible reaccionar, Kael enfrenta a Lirael y lo empuja estrellándolo hacia el
suelo.
De pie encima de Lirael para que este no se
moviera, ve a su familia alejarse, Kael sonríe con tristeza y cierra los ojos.
-Un padre protege… hasta el último aliento.
-Dijo con calma, no con desesperación, como si aceptara su destino.
Extendiendo los brazos, dejando que su
cuerpo se funda con las llamas. El fuego se expande, consumiéndolo todo en un
estallido de luz que cubre el oscuro cielo… iluminándolo como un segundo sol.
El calor de las llamas de Kael aún se
sentía en el aire, pero él ya no estaba. Solo quedaban cenizas flotando en el
viento y el eco de su última explosión de poder.
Lysandra corría con todas sus fuerzas,
aferrando con una mano la de Elira y con la otra sujetando a Kaien, quien no
dejaba de mirar hacia atrás. Aeron, con el ceño fruncido y la mandíbula
apretada, iba a su lado, con el cuerpo tenso, como si quisiera dar la vuelta y
regresar a la batalla.
El bosque los recibió con una oscuridad
silenciosa, contrastando con el resplandor del fuego que consumía la aldea a
sus espaldas. Cada paso que daban los alejaba más de su hogar, de su pasado… de
Kael.
Kaien apretó la Llave del Abismo en su
mano. Estaba tibia, como si aún contuviera un fragmento del fuego de su padre.
No entendía su significado, pero sentía su peso, el peso de algo que lo
cambiaría para siempre.
Elira sollozaba entre susurros, llamando a
su padre. Lysandra no tenía fuerzas para hablar, solo podía seguir corriendo.
Aeron fue el primero en romper el silencio.
—Papá… no volverá, ¿verdad?
Lysandra cerró los ojos por un instante,
como si con ello pudiera ahogar el dolor. Sabía la respuesta. Pero no podía
decirla.
Kaien sintió su pecho vacío. Algo le decía
que, si miraba atrás, vería el fuego de su padre una última vez. No lo hizo.
Pero lo sintió. El calor de Kael, el último resplandor de su existencia, aún
estaba allí, empujándolo hacia adelante
Pero entonces, la voz de Kael resonó en su
cabeza una última vez:
"Nunca dejes que nadie te haga dudar
de quién eres."
Kaien bajó la mirada y cerró el puño
alrededor de la llave. Su padre se había ido, pero su fuego aún ardía dentro de
él.
El niño respiró hondo y siguió corriendo.
El pasado se había consumido en llamas. El
futuro lo esperaba en las sombras.