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LOS CAMINANTES DEL ABISMO

bryan_carrasco
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Synopsis
En la tranquila aldea de Belsira, la familia Draymor vive en paz, sin saber que su destino está a punto de cambiar para siempre. Kael Draymor, un poderoso mago del Quinto Abismo, disfruta de una vida sencilla junto a su esposa Lysandra y sus hijos, hasta que una oscura amenaza se cierne sobre ellos. Un ataque inesperado destruye la aldea y obliga a Kael a luchar con todo su poder contra los invasores, liderados por Lirael Thorne, un temible mago del Sexto Abismo perteneciente a la Orden de la Abominación Eterna. Su objetivo: obtener un fragmento del Corazón del Abismo, un objeto misterioso que Kael ha protegido durante años. Kaien Draymor, un niño de ocho años es obligado a huir junto a su madre y hermanos quien deberá enfrentar un destino incierto mientras descubre los secretos de su linaje y el verdadero significado del Abismo en su interior
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Chapter 1 - EL LLAMADO DEL ABISMO

CAPITULO 1: EL

LLAMADO DEL ABISMO

La aldea Belsira

se alzaba en silencio bajo el cielo azul, rodeada de verdes campos y árboles

que se mecen suavemente con la brisa. Era una mañana común, sin presagios de

tragedia, solo el murmullo lejano del rio y el canto de los pájaros que

anunciaban el inicio de un nuevo y radiante día. La familia Draymor como

siempre, había comenzado la jornada con su rutina habitual.

Kael caminaba por

el pequeño jardín que su esposa Lysandra había cultivado con tanto esmero, las

manos entrelazadas detrás de su espalda. Sus ojos oscuros y llenos de quietud

que solo los años de experiencia podían otorgar, observaban a su hija pequeña, Elira,

mientras esta corría alrededor de una flor que parecía desafiar al viento. La

sonrisa en los labios de Kael era suave, casi imperceptible, pero su mirada

reflejaba un amor profundo y tranquilo, como si no hubiese nada más importante

en el mundo que la paz que había construido junto a su familia.

Lysandra con su

largo cabello dorado recogido con una trenza, observaba a sus hijos con ternura

desde la puerta de la casa. A su lado, Aeron, su hijo mayor, hojeaba un libro

de hechizos, su rostro concentrado pero relajado, saboreando la tranquilidad

que el día les ofrecía. El viento jugaba con su cabello, y su aura de energía

apenas contenida parecía prometer grandes cosas para el futuro.

Kaien, el hijo el

medio, apenas ocho años, estaba en el jardín, cerca de su padre. Estaba

aprendiendo a controlar su fuego, la magia que había heredado de Kael, pero aún

no comprendía la profundidad que eso significaba. El niño jugueteaba con

pequeñas llamas que aparecía y desaparecían en sus manos, maravillado con el

poder que sentía en su interior. Kael lo observaba con paciencia, recordando

aquellos primeros momentos en los que él mismo había sentido ese poder

despertar por primera vez, cuando era solo un niño.

-Papá, ¿quieres

ver lo que puedo hacer? -preguntó kaien, sus ojos brillando con la curiosidad

típica de su edad.

Kael se agachó a

su altura, sonriendo.

-Muestra lo que

has aprendido, hijo – respondió con calma, su voz suave, pero llena de orgullo.

El niño levantó

la mano, y una pequeña chispa de fuego saltó hacia el aire, flotando en la

palma de su mano. Kael observó en silencio, el corazón lleno de una emoción

difícil de describir. Era un vínculo profundo, el tipo de conexión que solo se

puede tener con un hijo, con la esperanza y el miedo de lo que vendrá.

-Algún día Kaien

te enseñaré las técnicas pasadas por mis antepasados, y verás lo grandioso que

puede ser utilizar magia de fuego- dijo Kael con una voz llena de entusiasmo

por enseñarle a su hijo lo mismo que su padre había hecho en su juventud.

 En ese momento, la paz que había gobernado la

aldea durante años se rompió abruptamente. Un ruido distante, como el rugir de

un trueno, se escuchó en el horizonte. Un extraño escalofrío recorrió la

espalda de Kael, quien alzo la vista hacia el cielo, donde nubes comenzaban a

oscurecerse de manera inusual. Lysandra, al ver el cambio de su rostro, se

acercó rápidamente, con el ceño fruncido.

- ¿Qué sucede? -preguntó,

su voz cargada de preocupación.

Kael no respondió

de inmediato. Sus ojos se fijaron en el horizonte, donde una sombra se

deslizaba rápidamente, moviéndose con rapidez y precisión de un ejército. La

paz de la aldea estaba a punto de desvanecerse, y algo mucho más oscuro se

cernía sobre ellos.

-Lysandra… lleva

a los niños dentro y no salgan por nada del mundo, en caso de que ocurra algún

imprevisto corran hacia el bosque. -la voz de Kael era firme, pero al mismo

tiempo, se sentía la urgencia que nunca había querido expresar.

El viento sopló

con fuerza, trayendo consigo el primer eco de lo que estaba por llegar. Aeron

levanto la mirada, percatándose del cambio de aires, y Elira, al notar la

tensión dejo de correr. Kaien, todavía mirando las llamas en sus manos, también

sintió el cambio, pero no comprendió del todo qué significaba.

Kael dio un paso

hacia su familia, su corazón lleno de amor, pero también de una pesada

determinación. Sabía lo que tenía que hacer. Había entrenado toda su vida para

momentos como este, aunque nunca pensó que tendría que llegar tan pronto. Miro

a sus hijos, a Lysandra, y por un breve momento, deseo poder verlos crecer,

vivir una vida tranquila lejos de la guerra, lejos de todo.

Pero no era así.

-Tomen a Elira,

Aeron, vayan dentro y hagan caso a su madre. Rápido. -su voz no admitía

discusión.

Lysandra asintió,

pero el temor en sus ojos era inconfundible. No había tiempo para más palabras.

Kael miró a su hijo, Kaien, y le dio un leve toque en su hombro.

-Hijo, quédate

con tu madre, yo me encargaré de esto.

Kaien, confundido,

pero obediente, asintió. Los ojos de Kael se llenaron de una pena silenciosa,

un sentimiento que no podía expresar. No sabía si volvería, pero estaba

dispuesto a hacer lo que fuera necesario.

Antes de que

pudieran dar un paso más, una explosión lejana hizo que el aire temblara. Kael

levanto la mano, liberando el poder que había contenido durante mucho tiempo.

Un fuego intenso comenzó a envolverlo, su naturaleza mágica desbordándose, y un

resplandor cegador fulmino el cielo mientras volaba hacia los invasores.

Lysandra, Aeron,

Kaien y Elira, Entraron a su casa tratando de resguardarse de lo que podría

significar esta invasión a la aldea que tanto amaban.

Kael se adentró

en la niebla creciente que había comenzado a envolver la aldea. Los gritos de

las personas que huían, las sombras que se deslizaban por el campo indicaban

que la amenaza era real, y no había tiempo para perder. Respiro profundamente,

sintiendo como la energía de su propio maná recorría su cuerpo como un torrente

desbordante. El poder de un mago del Quinto Abismo no era algo que se pudiera

manejar con ligereza. Cada gramo de maná estaba perfectamente controlado, pero

al mismo tiempo era una fuerza que se desbordaba, lista para liberarse cuando

el momento lo exigiera.

"Debo proteger a

mi familia", pensó Kael, su rostro marcado por la determinación. Pero no había

tiempo para dudas. El rugir del viento y el temblor de la tierra le anunciaban

que el primer asalto ya había comenzado.

En ese instante,

las primeras sombras surgieron del horizonte. Eran ellos. Los invasores. Una

docena de figuras encapuchadas, moviéndose con una velocidad antinatural, como

si el propio suelo no les ofreciera resistencia. Kael los observo por un breve

momento, sus ojos oscuros brillando con calma de quien ya sabe qué hacer. Ya no

quedaba lugar para la diplomacia ni la negociación. Solo quedaba una cosa por

hacer.

Con un fuerte

grito, Kael levanto las manos hacia el cielo. Su cuerpo se iluminó con un

resplandor abrasador, el aire a su alrededor comenzó a calentarse, distorsionándose.

El poder del fuego, su propia naturaleza, se desbordo de su interior como un

volcán a punto de estallar. Las llamas brotaron con furia, envolviendo su

figura en una cortina de luz cegadora. El maná se expandió a su alrededor,

formando una barrera de energía que parecía vibrar con cada latido de su

corazón.

- ¡JAJAJA no

podrán con nosotros! -vociferó uno de los invasores desde la altura, levantando

una espada de energía oscura.

Pero Kael no lo

escuchó. Estaba más allá de cualquier amenaza. Su magia, el fuego puro, el

poder acumulado por años de entrenamiento, se desató con un rugido sordo que

hizo temblar la tierra. De un solo movimiento, levanto su brazo derecho y una

explosión de fuego surgió de su mano, incinerando el suelo y disparándose como

un rayo hacia los enemigos.

El aire ardió

cuando las llamas chocaron con los primeros invasores. Las figuras oscuras

fueron arrasadas, desintegrándose ante la fuerza de su poder. Pero Kael no se

detuvo allí. Sabía que no podría vencerlos a todos con esa táctica. Lo que

venia no era un combate normal, era pelear hasta matar a cada uno de los que se

atrevían a perturbar su tranquila vida y la de su familia.

"Jamás dejare que

le toquen un pelo a nadie de mi familia, aunque eso me cueste la vida" pensó

mientras su maná se acumulaba aún más, hasta el punto que sus venas se

iluminaban como si el fuego fluyera en su interior. Su rostro se endureció, y

una frialdad insólita lleno sus ojos, dejando atrás cualquier vestigio de duda.

De repente, el

aire alrededor de Kael se condensó, formando una esfera de energía ardiente que

crecía cada vez más. A medida que la esfera se expandía, la temperatura del

ambiente también lo hacía, no sería raro llamar a este ambiente el propio

infierno. Cuando la esfera de energía creció a más de 10 metros, había algunos

invasores que eran incapaces de aguantar este calor abrazador sin la necesidad

de levantar escudos de energía, "como están volando por encima de la aldea, probablemente

sean magos de cuarto abismo" pensó Kael, analizando donde enviaría la gran

esfera de energía.

Cuando Kael había

decidido lanzar este hechizo, los invasores intentaron atacar desesperadamente,

lanzando proyectiles de oscuridad, hechizos de congelación y ataques físicos,

pero todos ellos chocaron contra la barrera de maná que cubría el cuerpo de

Kael, disipándose al instante como si nada hubiera estado ahí. Aquella barrera

que había conjurado Kael, era una antigua técnica secreta transmitida por

generaciones de su familia. Con este hechizo, podía consumir su propia esencia

para aumentar la fuerza y repeler casi toda la magia que estaba por debajo de

su nivel, lo cual era imposible traspasar para un mago común.

Los invasores

retrocedieron, sorprendidos por el poder de Kael. No esperaban encontrarse con

un mago de tal magnitud en una aldea tan remota. Pero eso no los detuvo, cuando

Kael estaba a punto de lanzar la enorme bola de energía de fuego, una figura

imponente apareció detrás de ellos, un hombre alto, con una capa oscura y una

sonrisa siniestra, dio un paso al frente. Era evidente que él no se intimidaba

ante el poder de Kael. En cambio, alzo su mano y sus ojos brillaron con una luz

fría.

-Eres un mago

impresionante… pero ni todo tu poder puede detenernos- dijo con voz grave,

mientras una sombra oscura se formaba alrededor de su cuerpo.

-Soy Lirael

Thorne, Mago del sexto abismo y quinto miembro de la orden de la abominación

eterna, hoy vengo en busca de la llave, sé que tienes un fragmento del corazón

del abismo, si no lo entregas ahora mismo destruiré lo que queda de aldea y a

toda tu familia Kael Draymor. - dijo Lirael con una fuerte voz de mando,

dejando sin ningún tipo de opción más que seguir sus órdenes si querías seguir

viviendo.

Kael sintió el

peso de la amenaza. Sin embargo, no dudo ni un segundo. Con un grito feroz, sus

ojos brillaron intensamente, y el maná que lo rodeaba se intensificó aún más,

hasta el punto de parecer que las mismas leyes de la naturaleza se torcían ante

su presencia. En un solo movimiento, levanto ambas manos y grito "Amanecer del

abismo" era el nombre de aquella técnica que estaba usando, y ahora se dirigía

donde se encontraban los invasores.

Todo alrededor de

la esfera de energía temblaba, los invasores, miembros de la orden de la

abominación eterna parecían temblar, pero Lirael era diferente, volando en

frente de sus subordinados aumento exponencialmente su energía de sombra y miro

fijamente la gran masa de energía que se acercaba con un calor que no

cualquiera podría aguantar.

Cuando la esfera

de energía se encontraba a 15 metros, Lirael gritó "Eclipse de la eternidad",

una técnica única que solo podía ser ejecutada por un maestro de las sombras y

mago del sexto abismo, de un instante a otro, una esfera de color oscuro

apareció delante de él y todo se volvió negro, esta comenzó a absorber todo a

su alrededor, cada partícula de maná era absorbida como si de un agujero negro

se tratase, luego de 10 segundos la gigante esfera de fuego lanzada por Kael

desapareció sin dejar ningún rastro.

Kael vio cómo su Amanecer del Abismo era

engullido. Su fuego, su esencia, reducida a nada en aquel vórtice de oscuridad.

Su piel ardía por el maná sobrecargado, su respiración se volvió errática. No

era solo la fatiga, era la furia.

Mientras Lirael

se reía triunfante por la acción que acababa de realizar, Kael no pudo pensar

en nada más que su familia, sabía que si seguía peleando perdería, pero había

prometido a su familia que los protegería. Rápidamente Kael debía tomar una

decisión, entre más tiempo pasara, mayor eran las probabilidades de que sus

hijos se vieran envueltos en una batalla donde salir victorioso era casi nulo.

Kael retrocedió y

voló lo más rápido que pudo en dirección donde se encontraba su hogar, Lirael

miraba incrédulo y los demás invasores actuaban sin creer como el gran mago que

les había causado terror estaba arrancando del campo de batalla. Lo que no

sabían era que Kael debía decirle a su preciada familia que arrancaran, que no debían

quedarse cerca de este lugar, porque si lo hacían perecerían.

Cuando se

encontraba a unos 50 metros de su casa, Kael comenzó a gritar desesperadamente

el nombre de Lysandra, entre más rápido lograra transmitir lo que quería, mayor

eran las posibilidades de que huyeran. Luego de unos segundos Lysandra abrió

rápidamente la puerta y se encontró con una situación que no le generaba nada

más que inquietud, vio cómo su esposo volaba desesperadamente con una veintena

de magos a sus espaldas que lo atacaban con diferentes hechizos mientras este

corría.

Kael al estar a

unos 10 metros de distancia, empleo otra de las técnicas secretas de su

familia, está vez dijo "Muro de la llama eterna", una gran muralla de fuego

puro apareció y rodeo todo alrededor de él y un rango de 20 metros. Esta era

una técnica casi impenetrable, incluso para los magos del sexto abismo, pero no

sabía cuánto aguantaría esta barrera siendo atacada constantemente por los

magos de la orden, por eso debía ser rápido.

Una vez en el

piso, Kael vio a su esposa e hijos que lo miraban con miedo, nunca habían visto

a su padre en ese estado, para ellos siempre había sido una persona tranquila, cálida

y que se preocupaba más que nadie de ellos, no entendían tal desesperación

viniendo de él.

-Deben irse lo

antes posible, no tenemos tiempo, no sé cuánto podrá aguantar la barrera que

coloque. - Dijo Kael de manera apresurada y con una cara de preocupación

máxima.

Lysandra al ver

la desesperación de su esposo, supo de inmediato que la situación superaba por

mucho lo que se habría imaginado y que no se solucionaría con una simple

batalla.

-Cariño… ¿Vendrás

con nosotros verdad? - Dijo Lysandra sin creer en la situación que se

encontraba su esposo, un antiguo mago imperial.

-Lysandra,

tendrás que llevártelos al bosque y no mirar hacia atrás, huye lo más profundo

que puedas, entre sus filas tienen a un mago de la orden que está en el sexto

abismo. Trataré de ganar el tiempo suficiente para que puedan escapar. - Dijo

Kael mientras miraba a su esposa e hijos.

Kael tratando de

calmarse, tomó suavemente la mano de su esposa, su pulgar acariciando su piel

por última vez. Sus ojos llenos de amor y pesar, buscan memorizar cada detalle

de su rostro.

-No hay palabras

para decirte cuánto desearía que esto fuera diferente… pero no puedo dejar que

ellos les hagan daño a ustedes. Tú eres la fortaleza de nuestra familia. Lys.

No dejes que el dolor te quiebre, porque nuestros hijos te necesitaran más que

nunca- dijo Kael mirando la triste cara de su esposa.

Lysandra niega

con lagrimas en sus ojos, su voz apenas un susurro

-No, Kael… no

puedes decirme que te deje aquí. -Dijo Lysandra que cada vez se le veían más

lágrimas en su rostro.

-No te lo pido.

Te lo ordeno, Lysandra. Llévalos al bosque, protégelos, haz que vivan. Yo haré

lo que siempre he hecho: Luchar por ustedes.

Se inclina y le

da un último beso en la frente, su fuego ardiendo débilmente contra su piel.

Gira su mirada

hacia un lado, donde se encontraba su hijo mayor.

-Aeron…

Kael se arrodilla

frente a Aeron, que intenta contener las lágrimas con el ceño fruncido.

Apretando los puños, el chico respira agitado, sin poder aceptar lo que está

pasando.

- ¡No me pidas que corra como un cobarde! Puedo pelear, sé luchar.

¡Déjame quedarme contigo! -Dijo

Aeron, sus ojos brillando con ira y desesperación.

Sonriendo con

tristeza, Kael coloca una mano sobre la cabeza Aeron.

- Eres fuerte, hijo, pero esta no es tu batalla.

La verdadera batalla será la que viene después. Debes cuidar de tu madre y de

tus hermanos. De ahora en adelante, eres el hombre de la familia.

Aeron aprieta los dientes, sus ojos llenos

de rabia y desesperación

-Pero… ¿Cómo se supone que haga esto sin

ti?

-Aprenderás. Y cuando llegue el momento…

cuando tu abismo te ponga a prueba… superaras cada obstáculo, porque llevas mi

sangre y mi voluntad. Nunca olvides lo que significa ser un Draymor.

Aeron asiente, aún tembloroso, y Kael le da

un leve golpe en el hombro como siempre hacía cuando entrenaban.

Dando un paso hacia donde se encontraba su

segundo hijo, Kael se arrodilla y toma las pequeñas manos de Kaien en las

suyas. El niño, con los ojos inundados de confusión y miedo, no entiende por

qué su padre está hablando así.

-Papá, vámonos juntos… por favor…

Kael cierra los ojos un momento, como si

quisiera grabar la voz de su hijo en su memoria.

- Ojalá pudiera, hijo… Ojalá… Pero escucha

bien. Lo que te dejo ahora es más que una llave, es nuestro legado. Un día

entenderás el peso que conlleva… y cuando lo hagas, prométeme que no lo

rechazarás."

Llevándose las manos al cuello, saca un

collar con forma de una llave, era el fragmento del corazón del abismo.

Colocándola en las manos de Kaien, se asegura de que la agarre con firmeza.

- Kaien… lleva esto contigo. Kael le

entrega la Llave del Abismo, cerrando sus dedos sobre ella.

- Es más que un objeto, es nuestro legado.

Un día lo entenderás. Ese día, estaré contigo, aunque ya no me veas.

 

Kaien solloza y se aferra a su padre, pero

Kael lo aparta suavemente con una sonrisa triste. Avanzando hacia un lado ve a

su hija menor, se inclina y mira a su pequeña que parpadea con inocencia, sus

pequeños dedos aferrándose a la camiseta de su padre.

- ¿Papá? ¿Por qué estás triste? Dice Elira

quien apenas comprende lo que está sucediendo.

-No estoy triste, pequeña… Estoy orgulloso.

-Dijo Kael forzando una sonrisa.

Tomó su mano y la acerco a su pecho, donde

su abismo arde con intensidad.

- Eres mi pequeña estrella, la más

brillante de todas. No dejes que la oscuridad te alcance nunca… y cuando todo

parezca perdido, recuerda que el fuego de nuestra familia nunca se apaga.

Elira asiente sin entender, y Kael la

abraza con fuerza, sabiendo que este será su último recuerdo de ella.

Kael se pone de pie nuevamente y se da

media vuelta, grietas se veían en la barrera y sus llamas comenzar a arder

nuevamente con una intensidad sin precedentes.

Mirándolos una última vez dice "Corran. No

se detengan. Y vivan…"

La poderosa barrera que parecía

indestructible en un principio comenzaba a desmoronarse y eso significaba que

Kael debería pelear con todo lo que tenía para lograr que su familia escapara

sin dificultades

¡Crag!

La barrera se rompió y diferentes hechizos

iban dirigidos a Kael y su familia que ya empezaba a correr hacia el bosque.

- ¡Malditos bastardos! Creen que dejare que

les hagan daño a mis seres queridos. - gritó Kael hacia los miembros de la

orden mientras lanzaba diferentes hechizos de fuego para interceptar los

diferentes tipos de magia que se dirigían hacia sus hijos y esposa.

Kael había logrado interceptar todos los

hechizos y ninguno había llegado a tocar Lysandra y compañía, pero este no se

había dado cuenta aún que detrás de todos los miembros de la orden se

encontraba Lirael juntando un montón de maná en un solo punto.

Luego de unos segundos Lirael aparece en el

frente mirando a Kael a la cara y ve cuan desesperado está por dejar que su

familia escape, pero esto nunca fue una opción para él.

-Una vez que destruya todo lo que es

importante para ti y todo este maldito pueblo, buscare tranquilamente la llave,

Kael, no tienes opción. -Dijo Lirael con una sonrisa perversa.

Juntando aún más poder, Lirael esta

dispuesto a lanzar su ataque, subiendo al máximo su nivel de mana, todo empieza

a ponerse oscuro, una gigantesca luna negra aparece en el cielo, "Ruina de

media noche" pronuncia Lirael y lentamente se desploma en el campo de batalla

donde empieza a arrasar todo a su paso, el suelo se agrieta y la preciada casa

de Kael desaparece en un segundo.

Kael mirando incrédulo como todo se

desmorona y sin saber si podrá detener tal hechizo decide hacer su último acto

de voluntad, fusionando todo su maná, su abismo y su propia vida empieza a

crear una explosión colosal de fuego puro.

- ¡Llamas de mi alma… ardan una última vez!

"Legado ígneo: pira del último guardián".

En el campo de batalla, comienzan a crearse

unos pilares de llamas que consumen todo en un radio masivo. Esta llama no solo

un fuego común, sino una manifestación del alma de Kael, una flama tan densa y

ardiente que incinera incluso la magia de sombra.

El pilar se alza hasta el cielo,

envolviendo la "Ruina de la Medianoche" de Lirael en un torbellino de

llamas abrasadoras. Las sombras son consumidas, disipadas y purificadas hasta

que no queda nada de ellas.

En el centro de la tormenta de fuego, Kael

permanece de pie, su cuerpo envuelto en brasas, sus ojos ardiendo con el último

destello de su poder. Su fuego no se extingue… hasta que él mismo lo decide.

Kael sabiendo que este hechizo solo podría

usarse solo una vez, ataca con toda su voluntad directamente a Lirael quien

estaba sin creer que su gran hechizo que consumía todo, había desaparecido por

una magia de la cual él no tenía idea.

Avanzando a una velocidad en la cual es

imposible reaccionar, Kael enfrenta a Lirael y lo empuja estrellándolo hacia el

suelo.

De pie encima de Lirael para que este no se

moviera, ve a su familia alejarse, Kael sonríe con tristeza y cierra los ojos.

-Un padre protege… hasta el último aliento.

-Dijo con calma, no con desesperación, como si aceptara su destino.

Extendiendo los brazos, dejando que su

cuerpo se funda con las llamas. El fuego se expande, consumiéndolo todo en un

estallido de luz que cubre el oscuro cielo… iluminándolo como un segundo sol.

El calor de las llamas de Kael aún se

sentía en el aire, pero él ya no estaba. Solo quedaban cenizas flotando en el

viento y el eco de su última explosión de poder.

Lysandra corría con todas sus fuerzas,

aferrando con una mano la de Elira y con la otra sujetando a Kaien, quien no

dejaba de mirar hacia atrás. Aeron, con el ceño fruncido y la mandíbula

apretada, iba a su lado, con el cuerpo tenso, como si quisiera dar la vuelta y

regresar a la batalla.

El bosque los recibió con una oscuridad

silenciosa, contrastando con el resplandor del fuego que consumía la aldea a

sus espaldas. Cada paso que daban los alejaba más de su hogar, de su pasado… de

Kael.

Kaien apretó la Llave del Abismo en su

mano. Estaba tibia, como si aún contuviera un fragmento del fuego de su padre.

No entendía su significado, pero sentía su peso, el peso de algo que lo

cambiaría para siempre.

Elira sollozaba entre susurros, llamando a

su padre. Lysandra no tenía fuerzas para hablar, solo podía seguir corriendo.

Aeron fue el primero en romper el silencio.

—Papá… no volverá, ¿verdad?

Lysandra cerró los ojos por un instante,

como si con ello pudiera ahogar el dolor. Sabía la respuesta. Pero no podía

decirla.

Kaien sintió su pecho vacío. Algo le decía

que, si miraba atrás, vería el fuego de su padre una última vez. No lo hizo.

Pero lo sintió. El calor de Kael, el último resplandor de su existencia, aún

estaba allí, empujándolo hacia adelante

Pero entonces, la voz de Kael resonó en su

cabeza una última vez:

"Nunca dejes que nadie te haga dudar

de quién eres."

Kaien bajó la mirada y cerró el puño

alrededor de la llave. Su padre se había ido, pero su fuego aún ardía dentro de

él.

El niño respiró hondo y siguió corriendo.

El pasado se había consumido en llamas. El

futuro lo esperaba en las sombras.