—Te prometo que volveré y te rescataré pronto —dijo Kent mientras se adentraba más en la cueva, buscando los peligros que les esperaban a él y a sus aliados cuando llegaran para la misión de rescate.
Tenía que ser minucioso si quería tener una oportunidad de salvar a la belleza de cabello verde y al lamentable discípulo de la maestra de la Puerta de la Lanza.
Se movió por la cueva subterránea un rato, pero no encontró nada más allá de las jaulas que albergaban a las bestias.
Sin embargo, no se dio por vencido.
Nunca creyó que el mal dentro de este antro maligno no tendría algo tétrico preparado. Necesitaba usar su tiempo allí sabiamente, considerando que la esencia de su alma estaba bajando.
—Nara le dijo que el maestro de la secta tenía secuaces que parecía haber creado. Ella los había visto varias veces y no dejó de señalárselo.
Quería ver cuáles eran. Sin embargo, no parecía que tuviera suerte con eso, pues después de moverse durante casi dos horas, no encontró nada.