—¿Qué estás mirando? —preguntó Santa Neomi, sosteniendo la verga de Kent en sus manos como un joystick. Obviamente, acababa de terminar de darle una felación, considerando que sus labios estaban húmedos.
Kent la miraba, con una sonrisa burlona en sus labios.
—Nada, simplemente no podía creer que la digna Santa de la Puerta de la Lanza ahora esté chupando mi verga —se rió Kent.
—Ahora soy tu mujer, así que es lo más natural —dijo Neomi, aunque ella misma no podía creer que algún día estaría haciendo esto.
Lo que es aún más sorprendente es que todo ocurrió en menos de un mes. Kent quería tomarlo con calma, pero se dio cuenta de que eso sería simplemente estúpido.
La deseaba, así que ¿por qué ir despacio? Pero esta vez fue bastante rápido...
Si solo supiera que Kent tenía el respaldo del universo para meterse en sus pantalones, probablemente perdería la esperanza en el gran esquema de las cosas: el propio universo.
