—Unity gimió mientras subía y bajaba en el regazo de Kent.
—Su pene estaba profundamente enterrado en ella mientras ella lo montaba como una vaquera. Kent sostenía sus caderas, asegurando que cada movimiento enviase olas de placer a través de ambos cuerpos.
—Unity había estado en la posición de vaquera durante las últimas cuatro horas, y Kent le estaba dando exactamente lo que quería. Lo montaba apasionadamente y, por las expresiones en sus rostros, estaba claro que ambos lo estaban disfrutando a fondo.
—Después de todo, este era su verdadero regalo por ganar el duelo.
—Después de que Kent dejara la Puerta del Arquero con Ingrid, regresó a la Puerta de la Lanza, donde pasó un par de horas respondiendo su interminable río de preguntas.
—Había que admitirlo, la dama tenía una abundancia de curiosidad. Podría haber sido la amiga perfecta si no fuera por su naturaleza persistente y su negativa a aceptar un no por respuesta.