En el momento en que Kent apareció dentro del dormitorio de Santa Selene, que ahora era su dormitorio, considerando que él era prácticamente como su esposo. Santa Selene saltó a sus brazos.
Los siguientes minutos se dedicaron a Kent besándola por todo su cuerpo, ya que ella solo llevaba puesto su sostén y bragas.
—Te has vuelto mucho más atrevida, Selene. Nunca pensé que fueras alguien a quien le gustara el sexo tanto —dijo Kent, masajeando su trasero mientras la tenía en su regazo.
—Esto es toda tu culpa. Si no hubieras venido tras mi pureza, todavía sería la Santa ingenua y traumatizada... pero ya no —ella se sonrojó al decir eso.
Kent le desabrochó el sostén y comenzó a succionar sus pezones.
—MmmmH
—Aaah
Sus gemidos comenzaron a resonar, pero Kent no estaba poniendo mucho esfuerzo. Sabía que Ingrid seguía cerca, así que no iba a provocarla. Sin embargo, eso no significaba que le negaría a su Maestro la oportunidad de divertirse.
