—En el momento en que la voz de Kent entró en los oídos de todos, todas las miradas se dirigieron hacia su dirección —comenzó el narrador—. Allí, vieron a un guapo bastardo masticando una manzana y caminando casualmente hacia la Arena.
En sus manos tenía lo que quizás era la vaina de espada más hermosa que jamás habían visto. Aunque estaban hirviendo de ira, no podían negar que Kent era realmente un deleite para la vista.
De hecho, cada dama presente, incluyendo a las ancianas, levantó una ceja cuando vieron al apuesto Kent caminando hacia el escenario.
Mientras tanto, sentada junto a Santa Selene, Ingrid colocó sus manos frente a su boca, sus ojos se agrandaron cuando vio aparecer a Kent.
—Santa Selene, que ya esperaba esto debido a cómo describió su primer encuentro, se mantuvo tranquila, uniendo los cabos y sonriendo.
Kent ya había contado a sus mujeres sobre Alina e incluso compartió cómo se conocieron y cómo fue su primera vez.