—¿Qué diablos, Gaia? ¿Quieres destruir este mundo? —Akira lanzó una mirada furiosa a Gaia, quien parecía haberse dado cuenta de que había reaccionado exageradamente y había puesto en peligro la destrucción del mundo.
—Puede que haya exagerado. Pero qué demonios, Akira. Ese idiota ha estado desaparecido durante tres mil millones de años, ¿y crees que ahora es el mejor momento para decírmelo? —Gaia ya no sabía cómo reaccionar.
Akira simplemente se encogió de hombros. —Te lo estoy diciendo ahora. Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿La buscarás o no?
—Por supuesto que la buscaré. De todos modos, tengo control sobre todas las energías. Pero por ahora, necesitamos hablar de por qué estás aquí.
Akira no dijo nada. Simplemente extendió sus delicadas manos, y una proyección de una puerta masiva con una grieta en ella apareció.
—La Puerta del Juicio se está rompiendo. Esto es malo, muy malo —Gaia se puso en pánico, mirando la grieta en la puerta.
—¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntó Gaia.