Kent estaba sentado con la boca bien abierta, su imaginación completamente destrozada. Ahora tendría que averiguar qué imaginar a continuación.
Si la actual Torre es solo un infante, ¿cuán aterradora se volvería al ser adolescente o adulta? Solo pensarlo lo hacía sentir mareado de emoción.
—Dime algo, ¿la Torre sería visible para que cualquiera la viera? —preguntó Kent.
[No, Maestro. La Torre no es algo que pueda ver cualquiera excepto tú. Sin embargo, puedo crear una réplica y colocarla en cada espacio de la Torre si lo deseas.
Por ahora, solo tú tienes los medios para verme. Nadie, incluyendo a los Dioses Celestiales, puede verme. También, responderé ya que ya estás pensando en ello.
Aunque mencioné diferentes Torres, son más como mundos dentro de mí. La dorada Torre que viste contiene todos estos mundos.
Entonces, si entras en la Torre del Harén, verás todas sus características dentro de un mundo único que crecerá a medida que yo crezca.]
