Kent penetraba lentamente su garganta como ella quería, asegurándose de que no se atragantara y ahogara con su propia saliva. Eso sí que sería algo malo de presenciar.
Naturalmente, Cynthia manejaba el proceso con mucha más facilidad. Kent no pudo evitar aplaudirla en su corazón.
No sabía si su garganta era de goma o un agujero negro de algún tipo, pero su pene estaba entrando en todos los rincones internos, y Cynthia lo tomaba como una campeona.
Diez minutos después de la follada de garganta, Cynthia se retiró, jadeó y buscó aire para respirar.
—Podemos parar si quieres —dijo Kent. Aunque disfrutaba la experiencia, no quería hacerle las cosas difíciles. Después de todo, hoy era su primera vez excediéndose, pero volverse locos no vale la pena.
—No, quiero esto. Lo necesito —dijo Cynthia antes de llevarse el pene de Kent a su boca de nuevo.
Kent quería preguntar por qué, pero ella no podía hablar, viendo que tenía la boca llena. Así que solo podía dejar que tuviera su camino.
