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Chapter 2 - Capítulo 2: El Fin de una Buena Época

Los años pasaron y el país en el que vivían había sido una vez próspero, un lugar donde la tecnología y la naturaleza coexistían en armonía. Sin embargo, las tensiones políticas y territoriales comenzaron a fracturar la paz. Lo que empezó como desacuerdos diplomáticos pronto se convirtió en una escalada de amenazas y bloqueos comerciales. Los ciudadanos pasaron de sentirse seguros a vivir con la incertidumbre de que, en cualquier momento, el conflicto podía tocar su puerta.

Con el tiempo, la situación se deterioró. Se impusieron toques de queda, y las calles, antes bulliciosas, se tornaron silenciosas y desoladas. Las conversaciones en los mercados y plazas giraban en torno a la posibilidad de una guerra inminente. Las familias guardaban provisiones, reforzaban sus hogares y evitaban hablar demasiado sobre su posición en el conflicto, por miedo a represalias de cualquiera de los bandos enfrentados.

Scott y Rose intentaban proteger a Thomas de aquella oscuridad creciente. Seguían contándole historias, abrazándolo con fuerza y manteniendo la esperanza de que todo mejoraría. Pero incluso Thomas, con su inocencia infantil, notaba la tensión en sus padres, las miradas preocupadas que se intercambiaban en las noches cuando creían que él dormía.

Aquel mundo perfecto parecía inquebrantable, una burbuja de felicidad en medio de un universo incierto. Y en esos años dorados, nadie imaginaba que la paz que tanto valoraban un día se vería amenazada.

El primer estallido llegó como un trueno en plena noche. Thomas, de apenas diecisiete años, se despertó sobresaltado, sintiendo cómo las paredes temblaban a su alrededor. Scott irrumpió en su habitación con el rostro desencajado, agarrándolo del brazo.

—¡Tenemos que irnos! —le gritó su padre, mientras los estruendos continuaban en la distancia.

Rose apareció corriendo desde la sala, su respiración entrecortada. El cielo, antes cubierto de estrellas, ahora ardía con destellos anaranjados. El estruendo de los disparos y las explosiones llenaban el aire con un pavor absoluto. El país había caído en la guerra.

El refugio estaba a pocas cuadras, pero cada paso era una carrera contra la muerte. Gente desesperada corría en todas direcciones, mientras el sonido de los aviones rugía sobre sus cabezas. Thomas apretó la mano de su madre con fuerza, sin soltarla.

—Mamá, tengo miedo —susurró, con el corazón latiendo con fuerza.

Rose, aún en medio del caos, sonrió con ternura.

—No tengas miedo, amor mío. Estoy contigo.

Un proyectil cayó a escasos metros de ellos, y la explosión los separó. Thomas sintió el golpe y la fuerza lo arrojó al suelo. Aturdido, buscó a su madre entre la cortina de humo y polvo junto con su padre.

—¡Mamá! —gritó con desesperación.

La vio en el suelo, su cuerpo ensangrentado. Scott cayó de rodillas a su lado, sus manos temblorosas sosteniéndola. Thomas se arrastró hasta ellos, lágrimas escurriendo por su rostro.

Rose levantó una mano débilmente, tocando la mejilla de su hijo con ternura.

—Mamá, no te vayas…no ahora…—expresó con voz solloza y con sus ojos lleno de lágrimas.

—Mi estrella fugaz…estoy orgullosa de ti… y sé que serás un gran hombre… te amo, hijo… —susurró con su último aliento, antes de cerrar los ojos para siempre.

El grito de Thomas desgarró la noche.

Ese día, algo dentro de él murió. Su mundo perfecto había sido destruido. No importaban los cuentos antes de dormir, ni las tardes en el bosque. Solo quedaba un profundo vacío en su corazón.

Levantándose y limpiándose las lágrimas, tomó su decisión.

—Voy a luchar —dijo con la voz rota, pero llena de determinación—. No dejaré que esto le pase a nadie más.

Scott lo miró, con el rostro inundado en lágrimas, pero no tuvo fuerzas para detenerlo. Había perdido a su esposa y sabía que Thomas había cambiado para siempre.