En la vasta oscuridad de la instalación Avalon, algo en el aire parecía palpitar, casi imperceptible, hasta que se desató con una violencia que llenó todo el espacio.
El chacal, el Nolg, se encontraba cada vez más agitado. No podía evitar que mi atención se centrara en él. Su poder mental era impredecible y salvaje, como un animal enjaulado que luchaba por escapar de su confinamiento.
Los Nolg habían sido creados con un único propósito: ser combatientes excepcionales, optimizados para sobrevivir en las condiciones más extremas. Desde su concepción, todo en su genética había sido diseñado para garantizar su eficacia en el combate. Con tasas de reproducción altas, nacían en grandes cantidades y crecían a una velocidad asombrosa, alcanzando la madurez en pocos años. En su edad adulta, un Nolg era capaz de levantar hasta una tonelada con una facilidad desbordante, su resistencia al correr comparable a la de un dron de reconocimiento, y su velocidad y agilidad, inigualables. Pero lo más impresionante de todo era su mente. Pocas criaturas poseían una capacidad mental tan destacada, pues la prioridad de su cerebro estaba en optimizar cada movimiento y acción para ser el depredador perfecto.
Sin embargo, este enfoque en el perfeccionamiento físico y la agilidad mental durante su juventud había tenido un precio: su inteligencia se veía limitada en las primeras etapas de su vida. Cuando eran jóvenes, sus pensamientos se centraban más en cómo convertirse en mejores cazadores y luchadores que en el desarrollo intelectual. Pero con el paso de los años, al alcanzar la madurez, su mente adquiría una profundidad mucho mayor. Los Nolg, al igual que los chacales en la naturaleza, se volvían más astutos y complejos a medida que envejecían.
A pesar de todo su potencial, el mayor problema de los Nolg era su corta esperanza de vida. La mayoría no vivía más de 35 años, y solo unos pocos llegaban a superar los 50. Sus cuerpos estaban sometidos a una tensión constante, siempre preparados para la acción. Estaban al borde de su límite, con los músculos al borde de la ruptura y las mentes al borde de la saturación. Eran como llamas que ardían intensamente, pero que se consumían rápidamente. Los efectos secundarios de esa existencia tan intensamente optimizada resultaban devastadores para su salud a largo plazo.
Para contrarrestar estos efectos, se diseñó un proyecto ambicioso. Primero, la creación del *Rey*, un Nolg concebido para ser casi perfecto, tanto en fuerza como en resistencia mental. Había sido el producto de generaciones de pruebas y ajustes, la máxima esperanza para la raza de los Nolg. La administradora incluso había sugerido llamarlo "XXXX", un título que significaba "el más fuerte".
Posteriormente, surgió el Proyecto Centurión, que consistía en un grupo de Nolg de élite, creados a partir de los genes del propio Rey, diseñados para ser casi tan poderosos como él. Sin embargo, este proyecto resultó ser un fracaso. De los muchos experimentos realizados, solo tres sobrevivieron, pero dos de ellos murieron durante el proceso de inserción de datos. Solo quedaba uno, y su destino estaba sellado como parte de un legado incompleto.
El Rey, en su forma más pura, parecía un milagro. Sin embargo, al observar al ser frente a mi con mayor atención, algo en su comportamiento no encajaba. Un sentimiento extraño comenzó a nublar mi mente: incredulidad y molestia. El Nolg que se hacía llamar "Rey" no parecía ser el líder excepcional que todos esperaban. Su apariencia débil, su forma errática de moverse... ¿Por qué actuaba como una criatura primitiva, dominada por sus impulsos?