El limo se agitó. Se expandió. Luego se contrajo. Un glup. Dos glups.
—¡No puede ser! ¡Esto es un error!
Park intentó gritar, pero solo produjo un desagradable sonido burbujeante. Su reflejo en el charco infernal seguía mostrándole la misma y repugnante realidad: ya no tenía brazos, piernas ni siquiera la decencia de una mandíbula funcional.
Era un maldito slime.
[Notificación del Sistema de Reencarnación Isekai™]
Nombre: Park Heejin
Raza: Slime de bajo nivel
Habilidades iniciales:
Absorción Lenta (LV1) (tarda 3 horas en digerir una hoja de pasto seco)
Llanto Patético (LV99) (provoca pena ajena en criaturas de bajo nivel)
Moco Pegajoso (LV1) (útil para hacer charcos de baba inútiles)
Estado: En peligro inmediato
—… ¿En peligro inmediato?
Antes de que pudiera procesar la información, una enorme garra negra descendió sobre él.
SPLAT.
El slime rebotó, rodó y se estampó contra una roca. Desde arriba, una criatura demoníaca lo miraba con desprecio. Era una especie de minotauro infernal, con cuernos retorcidos y un hacha que parecía pesar más que todo el orgullo que Park alguna vez tuvo.
—Tch. Solo un limo débil —gruñó la bestia—. Ya decía yo que esta dimensión tenía un olor a fracaso.
—¡O-Oye! ¡No soy un slime cualquiera! ¡Soy un humano reencarnado! ¡Estoy destinado a ser el Rey Demonio!
[Habilidad Llanto Patético (LV99) Activada]
El minotauro parpadeó. Luego suspiró.
—… Eres tan patético que ni siquiera tengo ganas de matarte.
Dicho esto, se marchó.
Park se quedó allí, temblando como un flan descompuesto.
—¿Eso fue todo? ¿Ni siquiera valgo la pena para morir épicamente?
Sintió ganas de llorar, pero resultó que los slimes no tenían conductos lagrimales. Solo podía producir más baba.
—Esto es un desastre…
[Notificación del Sistema]
¡Nueva misión desbloqueada!
Título: El Sendero del Rey Demonio (en tus sueños)
Objetivo: Sobrevivir al menos una semana (probabilidad de éxito: 0.5%)
Recompensa: No morir como un idiota
Park chilló internamente.
—¡¿Ni siquiera me dan una espada mágica o un poder roto?!
El sistema no respondió.
No le quedó más opción que arrastrarse por el suelo infernal, dejando un rastro de baba lamentable. Su destino era incierto, su dignidad inexistente, pero algo dentro de él ardía con determinación…
Bueno, más que determinación, era resignación.
Y hambre.
Mucha hambre.
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Capítulo 2 Fin.