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Chapter 2 - Capítulo 2: Un Nuevo Comienzo

La oscuridad lo envolvía. Un abismo sin fin, sin sonido, sin dolor. Pero, en ese vacío, una chispa se encendió. No supo cuánto tiempo pasó, si fueron segundos o una eternidad, pero de repente sintió algo distinto: un calor envolvente, un peso sobre su cuerpo… un latido.

Gabriel abrió los ojos, Pero no eran sus ojos. No veía el techo de su habitación ni la luz fría de la escuela. En su lugar, un techo de madera rústica se extendía sobre él, iluminado por la cálida luz de una lámpara de aceite. El aire olía a metal caliente y carbón encendido. Trató de moverse, pero su cuerpo era extraño, pequeño, débil.

Intentó hablar, pero solo salió un balbuceo. Fue entonces cuando lo entendió.

Había renacido.

Su mente, aún cargada con los recuerdos de su vida pasada, se agitó con preguntas. ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba aquí? ¿Era un castigo? ¿Una segunda oportunidad?

Un rostro apareció sobre él. Era un hombre de barba espesa, ojos severos pero cálidos, con una cicatriz recorriendo su mejilla. Su mano, grande y callosa, lo tomó con firmeza y lo alzó en el aire como si examinara una pieza de metal recién forjada.

—¡Ja! ¡Mira a este pequeño! —su voz era grave, potente—. Tiene los ojos de un guerrero.

Una mujer de cabellos plateados, piel pálida y expresión serena se acercó con una sonrisa. Sus manos eran delicadas, pero con marcas de trabajo duro.

—Es nuestro hijo, Garet —dijo con dulzura—. Un nuevo miembro de la familia Eisenhart.

Gabriel o mejor dicho, quien ahora era en este nuevo mundo—sintió cómo la mujer lo abrazaba con ternura. Eisenhart… ese era su nuevo apellido. Su nueva familia. Pero ¿quiénes eran?

Mientras pasaban los días y crecía dentro de su nuevo cuerpo, fue aprendiendo sobre su entorno. La familia Eisenhart no era cualquier familia. Eran nobles, pero no del tipo que vivía en castillos lujosos y se dedicaba a banquetes interminables. No, su linaje era diferente.

Eran herreros.

Pero no simples artesanos. Eran considerados los mejores forjadores de todo el reino de Eldoria, creadores de las armas que usaban los más grandes guerreros y nobles. Su padre, Garet Eisenhart, era un hombre respetado en todo el país, un maestro herrero cuya habilidad con el martillo y el fuego era legendaria. Su madre, Selene, también era una talentosa artesana, conocida por sus intrincados grabados y su conocimiento de los metales raros.

Desde su cuna, Gabriel—ahora llamado Leonhardt Eisenhart—los observaba trabajar. Veía cómo su padre martillaba el metal candente, cómo su madre pulía con delicadeza las espadas recién forjadas. Y, en su mente, se repetía una y otra vez:

"Este es mi nuevo mundo. Esta es mi nueva vida."

Cuando cumplió cinco años, Leonhardt ya tenía un cuerpo fuerte para su edad. A diferencia de su vida pasada, donde se sentía débil e insignificante, aquí tenía un propósito. En esta vida, él no era un marginado. Era un Eisenhart.

Y, como todo Eisenhart, comenzó su entrenamiento como herrero.

Su padre le enseñó a sostener el martillo, a identificar los metales por su brillo y peso, a sentir la temperatura del acero con solo mirarlo. Sus manos pequeñas se llenaban de ampollas al principio, pero no se quejaba. Cada golpe al yunque era una confirmación de que su vida pasada había quedado atrás.

Sin embargo, había algo más. Algo dentro de él que aún no comprendía.

A veces, cuando tocaba el metal, sentía una vibración extraña, como si el material le hablara. Otras veces, cuando observaba las llamas del horno, estas parecían moverse de manera anormal, como si respondieran a su presencia.

No lo entendía. Y, por ahora, no le daba demasiada importancia.

[Panel de Estado]

Nombre: Leonhardt Eisenhart

Edad: 5 años

Raza: Humano

Clase: Aprendiz de Herrero

Nivel: 2

Fuerza: 8

Destreza: 6

Resistencia: 10

Inteligencia: 7

Magia: ???

Por ahora, solo veía los valores físicos reflejando su entrenamiento con el martillo. Pero no sabía que pronto descubriría que dentro de él no solo latía el corazón de un herrero… sino también el de un mago.