A Willy le tomó todo un día llegar al hospital; se perdió algunas veces. Madrid ha cambiado mucho desde su muerte. Fue un camino largo, pero entretenido. Después de tanto tiempo encerrado en la residencia de ancianos, estar afuera era una mejora. Aunque no podía sentir el viento, el calor del sol, ni nada por el estilo, era genial poder mirar a su alrededor. Sin embargo, no pasaría demasiado tiempo vagando; tenía un plan y un objetivo. Salir del asilo con la cantidad de energía vital robada que tenía ahora fue un gran avance en sus planes. Se quedó a unos metros del hospital.
¿Estaba funcionando correctamente su creación?
No quería desaparecer después de entrar al edificio y quedar atrapado dentro de su propia máquina. Se quedó afuera, observando desde una distancia que consideraba segura; no había ningún fantasma en las puertas ni en las ventanas. Tenía sentido; lo diseñó así. Cualquier alma que se convirtiera en un fantasma en ese hospital era drenada en segundos y absorbida por la maquinaria oculta dentro de su estructura.
Después de observar durante casi dos días, confirmó que no había fantasmas dentro del hospital; ya habría visto alguno de ellos tras tanto tiempo. Willy se armó de valor y avanzó. Si sus suposiciones estaban equivocadas, el edificio drenaría su energía en segundos y lo atraparía como lo hizo con muchos otros. La energía de los vivos almacenada en su alma debería protegerlo de eso al menos por un tiempo. Afortunadamente para él, su cerebro y talento para la ingeniería eran casi infalibles; tras acercarse a la puerta, no pasó nada. Sin embargo, no pudo atravesar el umbral.
—Esto no es bueno —comento Willy.
Eran malas noticias; incluso si su diseño funcionaba correctamente, no podría usarlo desde fuera. Por lo general casi nada podía perturbar su mente fría y analítica, pero esto, lo estaba preocupando.
Willy esperó un poco, y tan pronto como alguien abrió la puerta, se deslizó dentro. Su intento fue un éxito; sus preocupaciones se disiparon; no solo estaba en el hospital, sino que su alma seguía intacta. Esta fue una gran noticia, pero su felicidad fue efímera.
—¡Mierda!
El edificio estaba absorbiendo lentamente su energía. No tenía tiempo que perder; siguió las señales y direcciones en los pasillos. Su objetivo era la Unidad de Cuidados Intensivos. La UCI tendría lo que necesitaba: muchos pacientes en estado crítico de los cuales podría absorber energía fácilmente, y tal vez un cuerpo adecuado que pudiera reclamar como propio.
Cuando Willy llegó a la UCI, casi la mitad de la energía que había robado a los vivos y almacenado en su alma en la residencia de ancianos ya se había consumido. Pero no tenia importancia, la UCI era un buffet libre. Fue directo a una de las camas; sus años de experiencia y el estado comatoso de los pacientes le facilitaron robar toda la energía que quisiera. Mas de la mitad de los pacientes tenían pocas posibilidades de sobrevivir; el equipo médico era lo único que los mantenía con vida. Ahora que Willy los estaba drenando a gran velocidad, los pacientes morían uno tras otro, y en solo una semana, la mitad de las camas de cuidados intensivos quedaron vacías.
Normalmente, robar un poco de energía de los vivos no hace daño, pero el artilugio escondido en las paredes del hospital fue hecho con un propósito muy específico; en pocas palabras, facilitaba la extracción de la fuerza vital de los pacientes y absorbía a los espíritus con poca energía vital. Willy restauró dos veces la cantidad de energía que tenía cuando entró al edificio; a veces, justo después de la muerte, algunos de los pacientes se convertían en fantasmas; solo tenían tiempo de ver la sonrisa espeluznante de Willy antes de ser absorbidos por las paredes. Sin embargo, el aumento repentino de la mortalidad entre los pacientes creó cierta alarma en el hospital.
Se convocó una reunión, y los muchos doctores de la unidad decidieron abordar la situación.
—Esto no es normal. Ha habido demasiadas muertes estas últimas dos semanas. Necesitamos hacer una limpieza y desinfección intensiva de la unidad. De ahora en adelante, tenemos que aumentar nuestras precauciones contra los gérmenes; más guantes, mascarillas y equipos de protección personal —l jefe de la UCI anunció.
—Pero Doctor Botel, no hay evidencia de que estemos tratando con una infección de ningún tipo — Otros médicos del equipo señalaron.
—Sí, lo sé, también tomaremos otras medidas, pero la causa habitual de muerte suele ser la propagación de alguna infección entre los pacientes debido a nuestros procedimientos. Incluso si no hay evidencia de que ese sea el caso, deberíamos tomar medidas de todos modos —el jefe insistió.
El personal del hospital hizo todo lo posible para intentar encontrar la causa del aumento de la mortalidad en la unidad. Willy continuó robando la energía de los pacientes en coma uno tras otro. Esto no era un hogar de ancianos; la máquina construida en las paredes del hospital funcionaba de manera diferente, y nadie haría demasiado drama si de vez en cuando morían dos o tres pacientes de la UCI. Solo cuando el número de muertes fue tan alto que la dirección del hospital se involucró y habló sobre cambiar la ubicación de la UCI y tomar medidas más drásticas, Willy redujo su racha de asesinatos. Redujo su ingesta de energía de tal manera que solo mataba a dos o tres pacientes cada semana. Su nivel de energía ahora era tres veces mayor de lo que tenía en el hogar de ancianos, y seguía aumentando.
Después de cuatro meses en el hospital y cincuenta y dos pacientes muertos, finalmente apareció un cuerpo adecuado; era un hombre de veinticinco años, ciento setenta y dos centímetros de altura, blanco, con cabello negro y ojos marrones. No era el cuerpo que Willy tenía en mente, pero era lo bastante bueno como para llamar su atención. No quería esperar más y fue directo al grano. El dedo fantasmal de Willy hizo contacto con el paciente, pero en lugar de chuparle la energía, Willy estaba infundiendo la energía que había acumulado dentro de su objetivo.
Todo marchaba bien durante el primer minuto más o menos; sin embargo, Willy comenzó a sentir un fuerte rechazo por parte del cuerpo. Las mentes de ambos hombres se conectaron de una manera borrosa, semiconsciente y distorsionada; ambos sabían que había alguien más allí, y comenzó una batalla de voluntades. Willy se presionó a sí mismo para inyectar más de su energía. La mente y el alma del hombre en coma intentaron aferrarse a su cuerpo y rechazaron la energía de Willy. La confrontación se volvió dolorosa para ambos. Willy estaba acostumbrado al dolor, así que podía soportarlo. Empezó a ganar terreno cuando se dio cuenta de que su energía se estaba agotando; si se quedaba sin energía sin haber tomado el control del cuerpo, el edificio absorbería su alma. Willy desistió y retrocedió a regañadientes.
Después de eso, volvió a recolectar energía de los otros pacientes en coma. Unos días despues el joven se despertó, y Willy vio cómo su futuro cuerpo se escapaba de su alcance. Esta vez falló; esperaba algo de resistencia por parte de los vivos, pero no tan feroz; el consumo de energía fue demasiado grande; ahora tenía que recolectar aún más energía que antes. Eso tomaria mucho tiempo, pero no importaba; Willy tenía todo el tiempo del mundo.
Seis meses y un montón de nuevos cadáveres después, las reservas de energía de Willy se duplicaron en comparación con su primer intento de poseer un nuevo cuerpo. Finalmente había llegado el momento; Willy había encontrado un nuevo recipiente para su alma. Esta vez fue un chico de diecisiete años, un intento de suicidio. El chico era delgado, guapo, mandíbula perfecta, tenía ojos azules, medía ciento ochenta centímetros y tenía el pelo rubio. Willy entro en acción y para su sorpresa, sintió poco o ningún rechazo por parte del cuerpo; la conexión mental era aún menos clara que con su primer intento. No había voluntad ni deseo de vivir en su víctima. Willy aprovechó la oportunidad para volcar toda su energía de una vez, no quería correr el riesgo de quedarse sin energía; su avance fue rápido, luego una fuerte oposición lo golpeó como una tonelada de ladrillos, y el nuevo cuerpo se volvió inestable. A Willy no le gustó la reacción y se retiró. El joven comenzó a convulsionar. Los médicos intentaron detener el ataque, pero todos los medicamentos utilizados fueron inútiles, y el paciente murió. Willy vio el alma del joven salir del cuerpo y ser succionada por las paredes.
—Ir demasiado rápido no es bueno, y una confrontación larga consume mucha energía,—dijo Willy mientras analizaba la causa de su nuevo fracaso.
—Pero parece que los pacientes suicidas son más fáciles de poseer.
Willy lo intentó unas cuantas veces más; incluso probó con cuerpos de mujeres, pero recibió los rechazos más contundentes. Confirmó que las víctimas de suicidio eran las almas más débiles que podía encontrar.
Después de dos años, Willy finalmente estaba listo; su alma estaba repleta de energía robada, y tenía el perfil de la víctima perfecta para su siguiente intento. Todo lo que tenía que hacer ahora era esperar su próximo cuerpo. Era una noche de viernes, los jóvenes salen, se emborrachan, se drogan y hacen tonterías. Tal vez tendría suerte esta noche... o eso pensaba. Algo raro había estado sucediendo en el hospital desde hacia unos segundos. Las paredes empezaron a temblar. Willy se dio la vuelta, y si tuviera sangre y un cuerpo, se habría tornado pálido.
—¡No me jodas!— dijo Willy, con cara de incredulidad.
Al otro lado del pasillo de la UCI, una enorme masa deforme y fantasmal se erguía sobre sus muchas patas. Varios brazos deformados, torsos y rostros con lenguas largas tenían la vista fija en él. En el medio y al frente de esta abominación, un torso peculiar parecía liderar; lo que quedaba de Elizabeth miraba a Willy. Su rostro estaba desfigurado, parte de su largo cabello había desaparecido, su ojo derecho protruía de la órbita, y su mejilla izquierda estaba desgarrada y mostrando los dientes. Incluso con esa cara medio mutada y deforme la ira de la joven era evidente. Elizabeth gritó, y los otros fantasmas que formaban parte del enorme monstruo se unieron a ella. Los gritos resonaban en las paredes del edificio, creando una pequeña vibración.
—¡Mierda!
La mente de Willy funcionaba a toda velocidad; solo tenía dos opciones: luchar o correr. Sabía que nada podía superar a un Glotón; los había creado y manipulado durante años. Luchar era su mejor opción, pero ¿por cuánto tiempo podría luchar? Su energía se agotaría tarde o temprano, y los Glotones nunca se detenían a menos que las luces... ¿Las luces? Las luces estaban encendidas.
¿Cómo podían estar allí los Glotones?
Entonces se dio cuenta de que la contorsión en el rostro de Elizabeth no era solo ira; era dolor. La chica había tomado el control de los Glotones y los obligaba a soportar la luz mientras corrían impulsados por puro odio.
Willy no tuvo tiempo de pensar en nada más; la masa deforme se lanzó hacia él. No tenía otra opción; de todos modos estaba repleto con la energía que robó de los vivos. Usó dicha energía para empujar la masa hacia atrás, aquella la cosa voló por el aire y se estrelló contra la pared, haciendo un ruido leve y haciendo temblar la habitación.
—¿Qué fue eso? —Preguntó una de las enfermeras.
—¿Qué cosa? —Reacciono otra enfermera.
—No sé; creo que escuché algo golpear la pared.
Mientras las enfermeras dudaban de lo que acababan de escuchar, la masa de Glotones se levantó y atacó a Willy de nuevo. Esta vez, Willy les empujó en otra dirección. El Glotón chocó contra una de las camas de la unidad; la cama tembló y se movió un poco.
—¿Qué paso? —dijo un doctor, que estaba cerca de la cama, mirando en todas direcciones, no había nadie cerca.
Se acercó, comprobó si los frenos de la cama estaban bien colocados. En ese momento, el doctor sintió algo chocar contra él y cayó al suelo. Por reflejo, agarró una solución salina intravenosa que estaba conectada a un catéter central de uno de los pacientes. El catéter cedió al tirón y la sangre comenzó a brotar. El doctor se levantó, vio el accidente y trató de detener la hemorragia. Las enfermeras acudieron en su ayuda. Mientras tanto, la batalla de los muertos continuaba.
Willy usaba su energía para empujar a Elizabeth y al resto de la masa hacia atrás cada vez que se lanzaban contra el. Tras varios minutos de combate, Willy se dio cuenta de algo.
—Se está haciendo más pequeño.
Willy miró a su alrededor. El edificio estaba absorbiendo a los Glotones. No tenían la energía de los vivos necesaria para sostenerse; estaban siendo drenados. Willy sonrió; esta era su victoria. El bulto se lanzó contra él, y el resultado se repitió una y otra vez.
Unos momentos después, la UCI era un desastre; había camas fuera de lugar, cosas en el suelo, bandejas y mesas volcadas, y la pantalla de uno de los ordenadores estaba rota. Mientras tanto, la masa se había reducido a cuatro torsos muy desfigurados, y el de Elizabeth, que aunque seguía deformado como antes, parecía tener un destello de claridad en sus ojos. A Willy no le gustaba eso, pero no importaba, no había nada que la chica pudiera hacer; su tiempo se estaba acabando y Willy aún tenía suficiente energía para rechazarla varias veces mas. Elizabeth lo miró, ahora su rostro era pura rabia. La chica volvió a emitir un grito. Las paredes resonaron con su grito, temblando débilmente. A pesar de su limitada capacidad de pensamiento en ese momento, la chica miró a las paredes confusa. Willy también miro a las paredes. Se le ocurrió una idea y su rostro cambió a una sonrisa macabra.
—¡Oye, perra! —Necesitaba distraerla.
Elizabeth miró a Willy de nuevo, mostrando su enojo. Otro torso desapareció del Glotón. Willy estaba ganando. Sin embargo, Elizabeth desvió su mirada hacia pared de nuevo.
—¡Vamos! ¡Estoy aquí! ¿Acaso me tienen miedo? ¡Ven a buscarme; estoy justo aquí! —Willy se burlaba
Elizabeth le miró y luego miró la pared. La chica inclinó la cabeza, su cara deforme esbozo una sonrisa, se pegó a la pared y gritó.
—¡Mierda!— gritó Willy a la vez que levantaba la mano derecha.
La pared se tambaleó y deformo para luego tragarse a Elizabeth y lo que quedaba del bulto original de Glotones. Las paredes comenzaron a chirriar y retumbar con tanta fuerza que incluso podían ser sentidas por los vivos.
—¿Qué coño está pasando aquí? ¿Tenemos un terremoto? —Una de las enfermeras preguntó mientras intentaba evitar que las camas se movieran.
—No, al parecer, es solo aquí; en el resto del hospital todo esta bien —respondió un asistente de enfermería mientras miraba fuera de la UCI.
El sonido retumbante aumentó. Willy no estaba seguro de lo que estaba pasando; este edificio no estaba construido como la residencia de ancianos. El sistema era diferente; se suponía que el edificio debía tragarse las almas de los muertos para evitar que otros fantasmas se involucraran en sus asuntos y también facilitar la absorción de la energía de los vivos. Pero ahora un grupo de Glotones se estaban deleitando con las miles de almas que el hospital había mantenido dentro de sus muros durante casi cincuenta años y eso no era nada bueno. Willy miró a su alrededor a los pacientes en la UCI. No había buenas opciones; la mayoría de los pacientes tenían más de cincuenta años y tenían algunos problemas de salud muy serios. Sin embargo, no tenia tiempo para buscar una mejor opción. Se acercó a un paciente obeso de cincuenta y cinco años que había recibido un trasplante de corazón hace dos días y estaba en un coma inducido. Los médicos dijeron que la cirugía salió bien y que tenía altas probabilidades de recuperarse. Willy calculó que debería tener suficiente energía para apoderarse de este cuerpo; comenzó a transferir su energía de inmediato; encontró resistencia y comenzó la lucha de voluntades. Estaba ganando terreno y se mantenía concentrado en el trabajo que tenía entre manos. Estaba a medio camino de tomar el cuerpo y duplicó su esfuerzo y concentración. Tal vez esa fue la razón por la que no se dio cuenta de que el retumbar en las paredes había cesado.
Un intenso sonido de crujido rompió su concentración. Willy se dio la vuelta, la pared detrás de él se partió por la mitad. El personal del hospital solo vio la pared que se rompía, formando una pequeña grieta, pero no vieron lo que sucedió después. Desde el interior de la pared, numerosas lenguas se lanzaron hacia Willy.
Olvidó su plan de apoderarse de un nuevo cuerpo y usó su energía para repeler las lenguas. Eran demasiadas, miles de lenguas largas y finas le atacaban al mismo tiempo. Después de un rato, Willy se quedó sin energía, y cientos de lenguas se envolvieron alrededor de su cuerpo como tentáculos. El sufrimiento, el arrepentimiento, la rabia, el dolor, la soledad y la desesperación de miles de almas atrapadas y torturadas durante años inundaron a Willy de golpe, llevándolo a la locura.
Elizabeth, por otro lado, recuperó algo de control sobre sí misma y sobre lo que estaba sucediendo. Todavía en su cabeza, los pensamientos de cientos de almas chocaban de forma errática, creando un cúmulo de voces e ideas confusas. Sin embargo, ella reinaba sobre algunos de ellos y los obligaba a seguir su voluntad. Le tomó dos años encerrada en la oscuridad aprender a hacer algo similar mientras estaba en un estado al borde de la locura. Era útil que muchas de las almas atrapadas dentro de las paredes del hospital aún retuvieran algo de cordura, y que los Glotones no lograran comérselas a todas antes de que Elizabeth se les uniera; las almas cuerdas le ayudaban a controlar a los Glotones hasta cierto punto. Elizabeth controlaba a algunos de los Glotones que cegados por el odio y deseo de venganza invadían el alma de Willy; devoraban a Willy y además se atacaban los unos a los otros; mientras el ciclo de canibalismo seguía, un nuevo torso crecía de Willy, desgarrando su alma en el proceso. Ese torso se trasformo en un alma que escapó del bulto deforme y luego desapareció en el aire. Una a una las almas consumían el alma de Willy y su energía, el monstruoso bulto en el que había sido integrado comenzó a reducir su tamaño; cada vez que un alma torturada escapaba, el alma de Willy se deshacía. Elizabeth podía sentir su sufrimiento.
—Dime, ¿Qué se siente? ¿Te gusta? —Pregunto Elizabeth con una sonrisa mientras sostenía en sus pequeñas manos los jirones del alma de Willy.
A diferencia de los Glotones que se regeneraban mientras comían, el alma de Willy fue destrozada, acabando en pedazos. Elizabeth dejó caer al suelo los pocos fragmentos de Willy; los restos tocaron la cerámica y se convirtieron en nada. Elizabeth caminó a través de las paredes del hospital; el mecanismo que Willy construyó ya estaba roto. Irónico, estaba completamente loca, pero gracias a eso ya no le importaba nada, ni su pasado, ni el presente, ni mucho menos el futuro. Fuera del edificio, bajo la luz de la luna y el brillo de las estrellas, se sintió libre por primera vez. Elizabeth cerró los ojos y desapareció.