**Fecha estelar:** 12.07.2547
**Ubicación:** Nave de exploración *Eclipse*, en ruta hacia Zeta VI
**Tiempo restante para llegada:** 2 horas
El suave zumbido de los motores de impulso resonaba en los pasillos de la *Eclipse*, una nave de exploración clase *Horizonte* diseñada para misiones de largo alcance. Jaxon Reed caminaba por el corredor principal, ajustándose el uniforme azul oscuro de la Flota de Terra Nova mientras revisaba en su datapad los informes preliminares del equipo. Aunque su rostro mostraba calma, sus pensamientos eran un torbellino. Cada paso hacia Zeta VI lo acercaba a la redención… o al fracaso definitivo.
Al entrar al puente de mando, lo recibió el murmullo de voces y el brillo intermitente de las pantallas holográficas. Dra. Elara Voss, con su cabello rojo recogido en una coleta funcional, discutía con Kael Jinn, el navegante, sobre las fluctuaciones en el campo de escudos.
"Las partículas de radiación cósmica están un 18% por encima de lo previsto", dijo Kael, señalando un gráfico en su terminal. "Si no ajustamos la frecuencia de los escudos, la nave sufrirá daños estructurales antes de llegar".
Elara cruzó los brazos. "Ajustar la frecuencia sin entender la fuente de la radiación podría dejarnos ciegos ante amenazas mayores. Necesitamos más datos".
Jaxon se acercó, interrumpiendo la discusión con un gesto firme. "Dra. Voss, priorice la integridad de la nave. Kael, haga los ajustes necesarios, pero mantenga los sensores activos. Si hay algo ahí fuera, quiero saberlo".
Ambos asintieron, y Jaxon se dirigió a su asiento en el centro del puente. Desde allí, podía ver la inmensidad del espacio a través de la ventana panorámica. Zeta VI era apenas un punto oscuro en la distancia, pero cada segundo lo hacía más grande.
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**1 hora y 47 minutos después**
"Capitán, estamos entrando en la órbita de Zeta VI", anunció Kael.
La *Eclipse* redujo su velocidad, y el planeta errante apareció en toda su desolada grandeza. Zeta VI era un mundo rocoso, sin océanos ni atmósfera respirable, con una superficie marcada por cañones profundos y llanuras cubiertas de polvo grisáceo. Pero lo que capturó la atención de todos fueron las **estructuras**.
"Dioses…", susurró Elara, ampliando las imágenes en su pantalla.
A lo lejos, semi-enterradas bajo el polvo, se alzaban torres retorcidas de un material negro y brillante, como obsidiana pulida. Sus formas eran orgánicas y geométricas al mismo tiempo, como si alguien hubiera fusionado tecnología y biología en una pesadilla arquitectónica.
"Lecturas de energía", ordenó Jaxon.
"Cero emisiones térmicas, cero radiación… pero hay algo", respondió Kael, frunciendo el ceño. "Los sensores de masa detectan anomalías bajo la superficie. Como si hubiera… *cavidades* artificiales".
Ryn Tor se acercó, cruzando sus brazos cibernéticos. "¿Cavidades? ¿Como búnkeres?"
"Más grandes", dijo Kael. "Kilómetros de diámetro".
El silencio se apoderó del puente. Jaxon sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aquello no era geología. Era algo *construido*.
"Preparen el *Halcon-1*", ordenó Jaxon, refiriéndose al vehículo de exploración terrestre. "Equipo de avanzada: yo, Dra. Voss, Ryn y Taryn. Mara y Kael, quédense en la *Eclipse* y monitoreen desde aquí".
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**En el hangar de la nave**
Taryn Cole revisaba el *Halcon-1*, un rover todoterreno blindado con capacidad para cuatro personas. Sus manos temblaban ligeramente al ajustar los sellos de presión.
"¿Nervioso?", preguntó Ryn, cargando un rifle de pulso en su espalda.
"Solo no quiero repetir Epsilon IX", murmuró Taryn.
Ryn le dio una palmada en el hombro, casi derribándolo. "Relájate, Cole. Esta vez no hay tormentas de plasma… que sepamos".
Jaxon se unió al grupo, equipado con un traje de exploración negro y una pistola de energía en el cinturón. Elara lo siguió, cargando un escáner portátil.
"¿Listos?", preguntó Jaxon.
Todos asintieron, y el *Halcon-1* descendió hacia la superficie de Zeta VI.
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**Superficie de Zeta VI**
El vehículo aterrizó con un suave golpe, levantando una nube de polvo gris. Jaxon fue el primero en salir, y sus botas se hundieron unos centímetros en el suelo blando. El cielo era negro, sin estrellas visibles, y el aire (inexistente) convertía cada sonido en un eco fantasmal.
"Oxígeno al 100%, presión estable", dijo Elara, revisando su escáner. "Las estructuras están a 800 metros al noroeste".
Caminaron en silencio, iluminando el camino con linternas frontales. El polvo crujía bajo sus pies, y las sombras de las torres negras se alargaban como dedos huesudos.
De pronto, Elara se detuvo. "Jaxon… mira esto".
Apuntó su linterna a una losa de piedra parcialmente enterrada. Tallada en su superficie había un símbolo: una espiral fracturada, rodeada de runas desconocidas.
"Es escritura", susurró. "Pero no humana… ni de ninguna especie registrada".
Ryn se acercó, desenfundando su rifle. "¿Alguien más siente que nos están observando?"
Antes de que alguien respondiera, el suelo tembló. Una grieta se abrió bajo sus pies, y Taryn gritó al perder el equilibrio. Jaxon lo agarró del brazo, pero era demasiado tarde: el polvo cedió, y el equipo cayó en la oscuridad.