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Entre nosotros, un mundo

DaoistMQNeGi
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Synopsis
Valeria nunca imaginó que un simple favor la llevaría a conocer a Bruno, un chico con autismo que parecía vivir en su propio mundo. Al principio, su intención era solo acercarse a él por insistencia de su madre, pero poco a poco, lo que comenzó como una obligación se convirtió en una curiosidad genuina. Bruno, por su parte, ha aprendido a desconfiar. La soledad es su refugio, y las personas, solo pasajeros temporales en su vida. Pero Valeria es diferente. Es luz, es ruido, es caos… y, de alguna manera, su presencia comienza a desordenar su mundo cuidadosamente aislado. Algunas historias comienzan con un encuentro. Otras, con una decisión. Esta historia, con ambas.

Table of contents

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Chapter 1 - Capítulo 1

Valeria no entendía por qué su madre insistía tanto en que se hiciera amiga de Bruno. "No es un niño", se repetía a sí misma, recordando que tenían la misma edad, diecisiete años. Pero cada vez que su madre mencionaba el tema, lo hacía con una dulzura que la dejaba sin argumentos.

—Sabes que su mamá y yo fuimos inseparables desde que éramos jóvenes —le decía siempre—. Y él… bueno, Bruno es un buen chico, solo necesita un poco de ayuda para socializar.

Socializar. Qué palabra tan grande para alguien que, según lo que Valeria sabía, apenas miraba a la gente a los ojos.

Finalmente, después de semanas de evasivas, su madre logró convencerla. "Solo conócelo", le pidió. "No pierdes nada".

Cuando la puerta se abrió, Valeria se encontró con una mujer que le sonrió con calidez instantánea. Zulema, a quien desde niña llamaba tía Zally, siempre había sido muy dulce. Tenía el cabello rizado recogido en un moño alto y un delantal con pequeñas manchas de harina, como si justo antes de abrirle hubiera estado horneando.

—¡Mi niña! —exclamó con emoción, abriendo los brazos para abrazarla—. Mira nada más lo grande y hermosa que estás, ¡si ayer nomás eras una cosita de trenzas y rodillas raspadas!

Valeria sonrió y se dejó envolver por el aroma a vainilla y lavanda que siempre la hacía sentir en casa. —Tía Zally, no exageres…

—¡Claro que no exagero! ¡Estás preciosa! Si no tuviera las manos llenas de harina te apretaría las mejillas como cuando eras chiquita —bromeó.

Valeria sonrió, relajándose. Le caía bien la mamá de Bruno. Siempre había sido de esas personas que lograban que cualquiera se sintiera querido.

—Pasa, Bruno está en su habitación. Ya le dije que venías —agregó Zulema, guiándola por el pasillo —. Está nervioso, pero sé que contigo se sentirá a gusto.

Valeria asintió y, con el corazón latiendo un poco más fuerte, se detuvo frente a la puerta entreabierta. Dentro, Bruno estaba sentado frente a su computadora, concentrado en su tableta.

—Bruno, cariño —llamó su madre con dulzura—, Valeria vino a verte.

Él no se giró de inmediato. Sus ojos estaban fijos en la pantalla, como si la presencia de Valeria no alterara su mundo en lo más mínimo.

—Hola —dijo ella, sintiéndose torpe.

Bruno levantó la vista apenas un segundo y volvió a su dibujo. —Hola —respondió en voz baja.

Hubo un silencio incómodo hasta que Zulema, con una expresión expectante, le hizo una seña a Valeria y salió de la habitación, dejándolos solos.

—Bru, ¿te parece si vemos una película? —propuso Valeria, intentando suavizar la tensión.

Bruno no respondió de inmediato, pero después de un momento, encogió los hombros.—Supongo.

Ella tomó el control remoto y buscó hasta encontrar una de sus favoritas: Antes del Atardecer.

—Es una película romántica, pero no empalagosa —le explicó mientras se sentaba en el borde de la cama—. Se trata de dos personas que se reencuentran después de años y hablan sobre el amor, el destino… esas cosas.

Bruno la miró de reojo cuando ella se sentó y se acomodó más cerca. No dijo nada, pero su postura rígida delataba su incomodidad. Aun así, no protestó.

A medida que la película avanzaba, Valeria se fue perdiendo en la historia. De vez en cuando, miraba de reojo a Bruno, quien mantenía una expresión neutra. No parecía particularmente interesado, pero tampoco molesto.

Al finalizar la película, cuando los créditos comenzaron a rodar, Valeria suspiró con una sonrisa. —Me encanta esta película —comentó—. Es tan real, ¿sabes? No es el típico romance donde todo es perfecto. Es solo… dos personas hablando, conociéndose de verdad. Como si fueran los únicos en el mundo por un momento.

Bruno seguía mirando la pantalla. Valeria pensó que quizás no había prestado atención o que simplemente no le había gustado. Pero entonces, él habló, casi en un susurro. —Es como… si estuvieran atrapados en un tiempo que no les pertenece.

Valeria parpadeó, sorprendida. —¿Cómo?

Bruno movió ligeramente los dedos sobre la sábana, como si dudara en seguir hablando. —Ellos… tienen toda esa historia juntos, pero también saben que no pueden quedarse ahí. Solo tienen esa tarde. Nada más.

Valeria lo miró con curiosidad, sintiendo por primera vez un verdadero interés por lo que pasaba en su mente. —Eso es… interesante. Nunca lo había visto así.

Bruno no respondió, pero ella pudo notar una leve tensión en su mandíbula, como si le incomodara haber hablado demasiado.

Valeria decidió no insistir. Se levantó con suavidad y recogió su bolso. —Bueno, fue una buena película. Gracias por verla conmigo.

Bruno asintió sin mirarla, y Valeria estuvo a punto de salir cuando lo escuchó murmurar algo.

—¿Mañana… también vendrás? —Era la primera vez que lo veía titubear.

Ella lo miro con dulzura y, con una sonrisa, respondió. —Sí. Mañana.

Y con eso, salió de la habitación, dejando a Bruno con el eco de su propia pregunta. —¿Fue raro haberle preguntado si volvería? —Se preguntó.