Chereads / La verdad que se oculta detrás de la piel / Chapter 6 - El Ángel se apodera de mi cuerpo parte 1

Chapter 6 - El Ángel se apodera de mi cuerpo parte 1

Antes de entrar a mi casa, me quedé en la entrada, recostada en la puerta, recordando el beso con Alex. Lo suaves que eran sus labios; sentía cómo mi cuerpo se estremecía al recordar la unión de nuestros labios. Este chico tenía el don de poner mi mundo boca abajo. Estaba un poco excitada por lo que pasó y a la vez no quería entrar a la casa para que no vieran mi rostro rojo. Me mordí el labio inferior por estar perdida en mis pensamientos. No me di cuenta de que a mi lado estaba mi esposo que estaba parado frente a mí cuando él me habló, hizo que volviera a la realidad.—Cariño, ¿te pasa algo? —preguntó Marcos.Di un brinco, volviendo en sí, un poco apenada por haberme visto de esta manera. Le respondí sin verlo a los ojos porque, por una parte, me odiaba por haber besado a otro hombre.—Estoy bien, cariño, solo un poco agotada, ya que fue un día muy agitado en la universidad —dije.Él me dio un beso en la frente y, con sus dedos, me alzó el rostro para que lo viera a los ojos. En ese momento, mis pensamientos empezaron a atormentarme: le fallaste como esposa.—Ve a darte un baño, así te relajas un poco y después descansas —dijo Marcos.Él me abrió la puerta de la casa para que yo entrara. Saludé a mis dos hijos y me disculpé con ellos y les mentí, diciendo que tenía dolor de cabeza.la verdad es que no quería estar con ellos porque no quería verlos a los ojos; me sentiría mal por haberles fallado como esposa y como madre. Al entrar a mi cuarto, me dirigí al baño, donde me metí en la bañera. Al terminar de darme el baño, me fui a mi cama, donde daba vueltas sin poder dejar de pensar en Alex. Al cerrar los ojos, volvían las imágenes del beso con Alex; sentía cómo un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Siento que mi esposo está por entrar al cuarto; apago la TV y me hago la que estoy dormida porque no tenía ganas de hablar.Siento cómo él se acuesta a mi lado y me da un beso de buenas noches. Cuando siento que él ya se había quedado dormido, me siento en el borde de la cama porque no puedo dormir. Miro a mi esposo mientras duerme. Es un hombre muy guapo y atractivo; casi no se le nota la edad con su pelo castaño y su barba. Muchas mujeres mueren por estar con un hombre como él. Es un hombre que se preocupa mucho por el bienestar de su familia; es muy dedicado a su trabajo. Últimamente no lo veía como lo veía antes. Desde que entré a la universidad, algo cambió en mí que hacía que yo misma me desconociera. Tomé una pastilla para poder dormir porque, si no, me volvería loca por tanto pensar. Lo que pasó, pasó.Al día siguiente, por ser fin de semana, no tenía que ir a la universidad. No tuve que ver a Alex por dos días. Apagué mi celular todo el fin de semana porque no quería saber nada de nadie; solo quería pasar bien con mi familia y meditar por las mañanas. Pero dentro de mi ser sentía un vacío que no se me quitaba con nada de lo que hiciera. Quería que la tierra me tragara.Al pasar el fin de semana, ya era hora de volver a la universidad, y estaba nerviosa por cómo iba a reaccionar al ver a Alex cara a cara después del beso. El viernes, al llegar al lugar donde dejo mi carro, él estaba parado esperándome. Cuando terminé de bajarme del coche, él me cogió de la mano y me llevó detrás de un carro más alto que el mío, donde nadie nos viera. Me puse muy nerviosa, porque no sabía qué iba a pasar, ya que éramos dos personas que sentíamos atracción por el otro. En ningún momento lo miré a la cara; mi mirada permaneció fija en el suelo. Fue entonces cuando él tomó mis manos con las suyas, las de él estaban todas sudadas; sentía que él también estaba muy nervioso como yo. Hasta que escuché su voz con un tono demasiado suave, casi inaudible.—Lo siento mucho por haberte besado el viernes sin tu consentimiento. Quiero que me perdones por mi actitud; no se por que me dejé llevar de esa forma —dijo Alex.Le respondí con un toque juguetón:—Tranquilo, solo fue un beso, no es como si fuera el fin del mundo. No tienes que pedirme perdón; fue un error de los dos, no sabíamos lo que estábamos haciendo ese día —dije.—Pero no respondiste los mensajes que te envié el fin de semana, eso me hizo que sintiera una sensación en el pecho horrible que había arruinado nuestra amistad, Ana —explicó Alex.Lo miré; nuestras miradas se encontraron, y con una sonrisa, le respondí:—Hagamos como si esto no hubiera pasado. Así, no nos sentiremos mal por lo que ocurrió. Todo seguirá igual entre nosotros; la única relación que vamos a tener es la de compañeros de clase —dije.Él aceptó, pero era fácil decirlo; era muy difícil ponerlo en práctica, porque no había un botón que devolviera el tiempo ese día para evitar que sucediera lo del beso. Ya en el aula, me enfoqué en mis estudios, pero era muy difícil cuando tienes al chico que te besó a tu lado. En momentos, desviaba la mirada, que de inmediato se fijaba en sus labios, haciendo que sintiera un escalofrío en todo mi cuerpo. No me estaba comportando como una mujer de 40 años, sino como una jovencita de 15 años cuando le dan su primer beso. Así me estaba sintiendo. Volví a la realidad cuando la maestra nos ordenó que el viernes teníamos que presentar un avance del proyecto. Murmuré en mis pensamientos: Mierda, ¿qué voy a hacer? No puedo estar a solas con este chico porque no sabía qué podría pasar. ¿Sería que estaba enfrentando la crisis de la mediana edad?.Decidí que teníamos que reunirnos donde haya más personas; así, podría evitar cualquier cosa de la que me pudiera arrepentir el resto de mi vida. El único lugar donde no pasaría nada entre los dos sería mi casa, ya que estaría acompañada de mi familia. Alex al principio no estuvo de acuerdo, y ya que no quería tener problemas con mi esposo, aceptó cuando le sugerí que iba a llamar a Marcos para avisarle que iba a casa con mi compañero para seguir con el proyecto de universidad.—Hola, cariño —dije.—Hola, amor. Dime, ¿te pasó algo? Cuéntame, es que tengo poco tiempo porque me voy a reunir con unos clientes —respondió Marcos.—Te aviso que hoy voy a ir con mi compañero de clases para seguir realizando el proyecto —dije.Él se demoró mucho en responder.—Ok, está bien. Nos vemos en la noche, cariño. Me tengo que ir —dijo Marcos.Al terminar de hablar con mi esposo, Alex ya estaba más tranquilo . Después de las clases del día, ambos nos dirigimos a mi casa para seguir con el proyecto que debíamos entregar el viernes. El viaje hacia mi residencia fue muy incómodo, una tensión palpable entre los dos. Al llegar a mi casa, Alex casi no sale de mi carro; no sabía quién de los dos estaba más nervioso.Cuando llegué hasta la puerta, nadie respondía al sonido del timbre en la casa . Entré a la casa y entonces me percaté de que hoy era lunes, mis dos hijos llegarían tarde porque tenían entrenamientos, y Nico, el conductor de la casa, se quedaría con ellos. Mi suegra llegaría de noche, ya que estaba en casa de una de sus amigas, y Isabel, mi empleada, se encontraba haciendo las compras de la comida para la semana.Al entrar los dos a la casa, el silencio era abrumador. Le indiqué a Alex que fuera a mi estudio mientras yo iba a la cocina a buscar algo de beber. Al llegar a la cocina, murmuré para mis adentros: "¿Qué es lo que quieres de mi destino por que me haces esto o es un castigo? ¿ O me estás poniendo a prueba a ponerme esta tentación?" Volví al estudio, donde Alex me esperaba sentado en el sofá. Se paró para recibir el vaso de jugo de naranja que le ofrecí. Lo observé mientras lo tomaba no podía quitar la mirada a él ; al terminar, el puso su vaso en la mesita junto al sofá..El se fue acercando a mí, mientras yo daba un paso hacia atrás hasta chocar con mi escritorio. Estábamos tan cerca que podía sentir su respiración, y mi corazón latía con fuerza. Me repetía que esto era una prueba del destino. Cuando se acercó más, ya sentía su aliento en mi cuello. Haciendo que tragara un poco de saliva, estaba a punto de explotar de la ansiedad. Emití un leve gemido cuando él puso sus manos en el escritorio; mis manos sudaban demasiado, y noté que en sus ojos había un brillo que no dejaba de observar. Era como si me hubiera hipnotizado.Finalmente, nuestros cuerpos estuvieron uno frente al otro. Nuestros labios se fusionaron en un beso lleno de pasión. Cuando él se separó, sentí el impulso de continuar. Mi respiración se aceleró, y cuando él besó mi cuello, de mi escapó un gemido. Sus manos comenzaron a explorar mi cuerpo, y yo me aferraba a él. En ese momento, lo único que me importaba era estar con Alex para que este encuentro fuera infinito.Sentí su bulto contra mi entrepierna y decidí atreverme. Comencé a desabotonar su pantalón mientras su mano jugaba con mi clítoris. Mientras que su otra mano se abría camino bajo mi blusa, alcanzando mi pecho. Emití un leve gemido al sentir las yemas de sus dedos tocando mis pezones, provocando que todo mi cuerpo se estremeciera aún más. Cuando su pantalón cayó al suelo, llevé mi mano hasta el gran bulto que se notaba en sus boxes, provocando que Alex gimiera un poco.Lo alejé un poco de mí y me agaché así mi rostro quedara a la altura de su entrepierna. Con mis manos a cada lado del elástico de su bóxer, lo fui retirando despacio. y fue apareciendo a mi vista su miembro. A primera vista, era más pequeño que el de mi esposo, pero su grosor se hacía notar. Me mordí el labio inferior mientras sentía cómo mi parte íntima goteaba de la excitación que me provoca este chico. Pasé la lengua por el grande de su miembro, haciendo que Alex soltase unos leves gemidos.Comencé a besar el tronco de su miembro hasta llegar a sus testículos, dándome cuenta de que Alex no tenía mucha experiencia con mujeres; lo notaba muy nervioso. Al terminar de besarle, decidí no hacer sexo orar que lo que había pensado, ya que sabía que si lo hacía, él se vendría la segunda chupada que le diera su miembro. Mis pensamientos de preocupación se fueron. Me puse de pie y me acerqué a él y lo atraje hacia mí, poniendo mis manos alrededor de su cuello mientras lo besaba. Sus labios eran suaves; nuestras lenguas jugaban entre ellas. Él me quitaba la blusa y dejaba mi pecho con el sostén al descubierto, que ya estaba muy duro por la excitación.