Entre recuerdos y promesas
Aunque parezca increíble, esta historia comenzó con un adiós. El 18 de enero, día del cumpleaños de su hermano, Keila terminó su relación a distancia con su casi novio, quien había dañado profundamente su estabilidad emocional y física. Con el apoyo de sus amigas y su madre, intentó seguir adelante, deseando borrar todos los recuerdos que había construido junto a él. Sin embargo, llevaba consigo la oscura sombra del dolor en su corazón, una herida que, a pesar de todos los esfuerzos por ocultarla, seguía doliendo en silencio.
En ese momento, vivía en la ciudad con su padre, luchando por recuperarse y continuar con sus planes y sueños. Parecía que las cosas estaban mejorando tras recibir buenas noticias sobre su carrera; la universidad le había otorgado buenas calificaciones en sus últimos exámenes del semestre. Ese logro le devolvió un poco de la confianza que había perdido. Poco a poco, esos éxitos y el tiempo compartido con otras personas la ayudaron a olvidar la sombra del dolor que la perseguía en las noches y en sus ratos libres. Sin embargo, cuando la soledad la rodeaba, la imagen de su ex volvía como un fantasma que seguía acechándola en silencio.
Pero era en los momentos más inesperados, en los lugares más comunes, donde lo recordaba con más intensidad. Un aroma, una canción, una frase que escuchaba al azar, todo parecía traer de vuelta recuerdos que creía haber enterrado. Keila a menudo se sorprendía a sí misma revisando antiguos mensajes, buscando señales de lo que había salido mal, como si necesitara comprenderlo para poder seguir adelante de verdad.
Su amiga Lucía siempre estaba ahí para consolarla, escuchándola con paciencia. Lucía era el tipo de persona que no juzgaba, que simplemente estaba allí, ofreciendo su hombro y su oído. Sin embargo, notaba que algo en Keila seguía apagado; los destellos de felicidad en su mirada se habían desvanecido, como si una parte de ella hubiera quedado atrapada en los días de una relación que nunca terminó de ser del todo. Las sonrisas que ahora tenía eran superficiales, y los momentos de alegría se sentían como breves descansos en medio de largas horas de incertidumbre.
Después de 15 días con su padre, Keila, al sentirse más fuerte y confiada, decidió desbloquear a su ex en todas sus redes sociales: Facebook, TikTok y WhatsApp. Este pequeño gesto parecía devolverle algo de su brillo, como si desbloquearlo fuera también un paso para desbloquear su propio corazón. Sin embargo, era consciente de que este movimiento la colocaba en una posición frágil, una en la que el pasado podía volver a colarse en su vida sin que lo deseara.
Comenzó a disfrutar nuevamente de las cosas que le gustaban, hablaba sin parar y volvía a salir con otras personas. Sus amigas notaban la diferencia. El dolor se iba disipando, y los buenos momentos empezaban a llenar el vacío que había dejado su relación. Sin embargo, aunque disfrutaba de la compañía de los demás, había momentos en los que, al regresar a casa, sentía un vacío que no podía explicar. ¿Era nostalgia? ¿O era simplemente el miedo de que todo volviera a colapsar?
Pero no todo era tan sencillo. Al desbloquear a su ex, al que llamaremos "el susodicho", él empezó a interactuar de nuevo, dando "likes" y mirando sus publicaciones en TikTok. Esto la desconcertaba. ¿Qué significaban esos "likes"? ¿Acaso él quería regresar o simplemente estaba jugando con su mente? Lucía, siempre a su lado, le explicó que era natural sentirse afectada, pero que él probablemente solo quería molestarla, una manera de demostrar que aún tenía cierto poder sobre ella. Keila, aunque intentaba convencerse de que los "likes" no significaban nada, no podía evitar sentir que cada notificación de él la llevaba de vuelta a los días de incertidumbre, cuando cada mensaje suyo era una mezcla de esperanza y ansiedad.
Días después, Keila tuvo que regresar a su pequeño pueblo, donde vivía con su madre, por unas citas médicas. Durante el viaje, que duró varias horas, reflexionó profundamente. Mientras el paisaje pasaba rápidamente por la ventanilla, se dio cuenta de que, de alguna manera, había cumplido gran parte de su objetivo: olvidar poco a poco al "susodicho" y llevarle buenas noticias a su familia. Se sentía orgullosa de haber encontrado la fuerza para continuar, pero también sabía que su lucha no había terminado.
Al llegar al pueblo, una sensación extraña la invadió. Aunque estaba feliz de ver a su madre y de estar en un entorno familiar, no podía evitar sentir que había dejado una parte de sí misma en la ciudad, una parte que aún no estaba lista para confrontar lo que venía. Keila se prometió a sí misma no volver a buscar a su ex en redes sociales. Había borrado sus mensajes y se había dicho que esa era la última vez que lo desbloqueaba. Pero en lo más profundo de su ser, sabía que el corazón a veces toma decisiones por su cuenta, ajenas a la razón.
Además, era consciente de que, si algún día se lo encontraba en persona, no estaba segura de cómo reaccionaría. ¿Sería capaz de mantener la compostura, de mostrarle que había avanzado? O tal vez, al verlo frente a ella, todos los muros que había construido para protegerse se derrumbarían en un instante. Y es que, aunque quisiera ser fuerte, había algo en él que aún la tenía atada, como un hilo invisible que no se podía romper tan fácilmente.
Ahora, mientras Keila se instalaba nuevamente en su habitación, con las viejas fotos de la infancia en las paredes y los recuerdos de su juventud rodeándola, sabía que el verdadero desafío estaba por venir. Estaba en su pueblo, cerca de las personas y los lugares que siempre le habían dado seguridad. Pero también estaba cerca de los fantasmas del pasado. ¿Podría realmente cerrar este capítulo de su vida sin enfrentarlo de nuevo? La incertidumbre la rodeaba, como una nube gris que amenaza con una tormenta
Continuará...
Keila ha vuelto a su pueblo, enfrentándose a un dilema. Aunque ha prometido no buscar a su ex en redes, ahora que está cerca, ¿podrá mantener su palabra? Mientras intenta seguir adelante, los recuerdos y las caras conocidas del pasado la hacen cuestionarse si realmente puede dejar todo atrás sin enfrentarlo.