Tras haber aceptado Xiao Chen al general Lü Wei como su padre adoptivo, también había aceptado a la familia Lü como su nueva familia.
- !!Comandante Zhao¡¡ - Lü Wei alzó la voz llamando a su subordinado.
- Si, mi general, ¿qué desea? - contestó un hombre alto, con un aspecto modesto y a la vez jovial; no aparentaba tener más de 26 años.
- Lleva al joven Chen al carruaje donde se encuentran mi esposa y mi hija.
- A sus órdenes, mi general.
- Señorito Chen, sígame, por favor - dijo el comandante Zhao, mirándole con una sonrisa mientras señalaba el carruaje de la familia Lü.
El joven Chen siguió al comandante Zhao colina abajo, donde se encontraban los carruajes civiles, mientras que el general Wei mandaba retomar la marcha. Al llegar Xiao Chen al carruaje donde iba la esposa e hija del general, le entraron nervios, pues no estaba seguro de si lo aceptarían como un miembro más de la familia o simplemente lo rechazarían por sus orígenes humildes. Pese a ese miedo que le impedía entrar en el carruaje, se armó de valor y, cuando se disponía a entrar el comandante Zhao, él lo siguió.
- Señora Ru - dijo el comandante tímidamente mientras hacía una reverencia.
- Comandante Zhao, ¿a qué debe el honor de tenerlo en este carruaje? - dijo de forma irónica Su Ru.
Tras esto y con el permiso de la señora Ru, el comandante Zhao se acercó para explicarle la situación del joven Chen.
- Así que, ¿tú eres el nuevo señorito de la Mansión Lü? - le preguntó Su Ru a Xiao Chen, mientras realizaba una mirada inquisitiva sobre el niño.
- No, yo solo soy un joven humilde que ha tenido la suerte de poder volver a empezar - le contestó Xiao Chen de una manera orgullosa.
La respuesta del joven la sorprendió; no esperaba que aquel joven, después de haber pasado por la muerte de sus seres queridos, pudiera responder de manera humilde a la par que orgullosa.
- Dime, joven, ¿qué piensas hacer ahora que tu aldea ha sido masacrada?
- Vengarme - dijo convencido, utilizando un tono fuerte en cada sílaba.
- ¿Y cómo planteas vengarte? - volvió a preguntar la señora Ru.
- Haciéndome fuerte, más fuerte de lo que es mi enemigo.
- Y una vez que logres tu venganza, ¿qué harás?
- Seguiré haciéndome fuerte, porque la única manera de que no te intimiden es haciéndose más fuerte.
A Su Ru le sorprendió las palabras que aquel niño había dicho, no solo por la madurez en ellas, sino también en lo rápido que ese pequeño había entendido cómo funcionaba aquel miserable mundo.
- Sin duda eres igual que mi esposo, dime joven, ¿cuál es tu nombre ? - preguntó la señora Ru con una mirada dudosa puesta en el joven Chen.
- Soy Xia..... - Antes de que pudiera terminar de decir su apellido, un abanico le golpeó en las manos. El joven Chen pensó que había hecho mal y, luego de pensarlo por unos segundos, se dio cuenta.
- Señora, mi nombre es Lü Chen.
La señora Ru no contestó, solo sonrió y salió de la cortina que la tapaba hasta ese momento. Al verla por primera vez, Lü Chen vio un rostro amable que, pese a la edad, no había perdido su belleza, que se combinaba con una brillantez en sus ojos. Sin duda, durante su juventud había sido una belleza inigualable, de la cual aún tenía.
- Lü Lin, ven aquí, preséntate ante tu nuevo hermano mayor - dijo de repente la señora Ru, cortando el silencio momentáneo.
De repente, frente a los ojos del pequeño Chen, apareció una niña pequeña con una piel blanca que la hacía ver como el más bello jade, unos ojos azules como el cielo despejado junto con una sonrisa que se veía tímidamente, pero que la hacía ver luminosa como en aquellas noches en donde las estrellas estaban en su mayor auge de brillantes.
- ¿Hermano? - dijo con una tímida a la vez que suave voz.
- Si Lin'er, este es Lü Chen. Tu padre lo ha aceptado como su hijo adoptivo, por lo que debes de respetarlo como tu nuevo hermano mayor.
Lü Lin se quedó algo impactada al principio, pero no tardó mucho en aceptarlo como su nuevo hermano mayor. Antes, cuando ella tenía 3 años, su hermano mayor murió en una batalla contra la dinastía Qiang, en la cordillera de Yún. Pero al ver a Lü Chen, sentía algo familiar, como si aquella persona que tenía enfrente le recordara a su hermano mayor.
- Hola, yo soy Lü Lin - rompió el silencio que se había formado con algo de timidez.
- Yo soy Lü Chen - dijo sonriendo a la vez que Lin'er le devolvía la sonrisa.
- Chen' er, ven, siéntate junto a Lin'er; el carruaje está a punto de moverse de nuevo" - dijo Su Ru con una voz suave y serena.
El pequeño ejército del General Wei retomó su marcha por la cordillera de Wáng. Fueron varios los soldados que murieron por el frío de esas blancas montañas, pero al cabo de unos días dejaron atrás las montañas de nieve y se abrieron paso por las verdes llanuras. Siguiendo el río Jin-sé, entraron en la Dinastía Jian. A su llegada les esperaba una comitiva, en la cual se encontraba el Gran General del Sur Zhao Shen y el cuarto príncipe Luo Ming junto con un batallón de soldados.
Al verlos, Lü Wei y todos sus oficiales descabalgaron de sus caballos y se arrodillaron ante el cuarto príncipe y el Gran General del Sur - Saludamos a su alteza y al Gran General del Sur.
- Oh, no es necesaria tal cortesía, usted es uno de los grandes generales que luchó en la tercera guerra de las dinastías; debería ser yo quien le hiciera una reverencia - dijo el cuarto príncipe, tomando por los codos al general y tratando de levantarlo.
- Su alteza, mi reverencia es necesaria, dado que gracias a ustedes yo y mi familia conservamos la vida. Así que permítame reverenciarlo por su gratitud.
- Está bien, permitiré su reverencia - dijo alzando levemente la mano en señal de aceptación - pero me gustaría conocer a su familia, General Wei; al fin y al cabo, de ahora en adelante pasaréis a formar parte de nuestra gran Dinastía Jian.
- Por supuesto, su Alteza. Comandante Zhao, traiga a mi familia a rendir pleitesía al Cuarto Príncipe.
- Sí, General.
Al cabo de unos minutos aparecieron la señora Ru junto con Lü Lin y Lü Chen. Este último pudo ver por primera vez a alguien perteneciente a la familia imperial; al ver al cuarto príncipe, el joven Chen vio un hombre joven de 20 años con rostro fino de color blanco, unas cejas finas que le daban la sensación de tranquilidad y amabilidad que combinaban con un largo cabello negro recogido en un moño, esto junto con un hanfú de color purpura ,símbolo de su pertenencia a la realeza imperial.
- Usted debe de ser la señora Ru, un placer conocerla al fin. Espero que pueda visitar a su familia en la provincia de Qingshui; después de todo, un reencuentro no ocurre todos los días. - dijo el Cuarto Príncipe, soltando una carcajada, a la que siguieron las risas del general y la señora Ru.
- Sí, alteza, una vez instalados realizaré un viaje para volver a ver a mi padre junto con mi hija.
- Está bien, ¿y dónde se encuentra la joven Lü Lin? - Su Ru se echó a un lado y detrás de ella apareció la joven Lin de forma muy tímida junto con el joven Chen al lado de ella, erguido a la vez que dudoso. - Oh, así que esta es la futura señora de la familia Lü. Eres muy bella; en el futuro serás una gran mujer para tu familia. ¿Y quién es este pequeño?
- Oh, disculpe, Cuarto Príncipe, este es un joven que encontramos de camino aquí; su familia y aldea fueron masacradas por las fuerzas de Xian, y decidí adoptarlo y darle mi apellido - dijo el General Wei.
- Así que ese es el caso, joven, ¿cuál es tu nombre?
- Joven alteza, mi nombre es Lü Chen. - dijo este con decisión.
- Jajaja, buen muchacho, sin duda estás capacitado para ser el primer señorito de la familia Lü - dijo el Cuarto Príncipe con una leve sonrisa. - Bueno, ahora que nos hemos encontrado debemos de seguir; más adelante nos encontraremos con mi maestro; él le dará instrucciones, general.
- Alteza, ¿realmente ha venido su maestro a recibir a mi familia?
- Sí, General Wei, el maestro le espera más adelante en el Pabellón Xin Yòngtú.
Al oír esas palabras, el General Wei mandó rápido a que recogieran las cosas y, junto al Cuarto Príncipe, cabalgó hasta llegar al Pabellón Xin Yòngtú. Al llegar a las afueras del Pabellón Xin Yòngtú, el Cuarto Príncipe junto con el General Wei y sus familiares cruzaron el portón para entrar en el Pabellón Xin Yòngtú. Al entrar, el joven Chen se fijó en una de las mesas donde se encontraba un señor solitario. Lü Chen, al fijarse, pudo observar a un hombre de pelo plateado pero reluciente; vestía un hanfú de color blanco que, según bajaba, se tornaba en una escala de grises hasta llegar a negro. Al voltearse, Lü Chen pudo ver por primera vez el rostro de aquel hombre. Pese a su blanco pelo, su rostro no era para nada el de un anciano; por el contrario, lucía juvenil. Lü Chen se preguntó en su mente quién podía ser ese hombre y su asombro fue a más cuando el Cuarto Príncipe y el General Wei se dirigieron a su mesa.
- Maestro, su alumno Luo Ming le saluda - dijo haciendo una reverencia - He traído al General Wei como usted pidió, maestro.
- Es un honor conocer al Maestro Ao Jinlong - hizo una reverencia al igual que el Cuarto Príncipe.
- Por favor, no es necesaria tal cortesía. General Wei, siéntese y pruebe conmigo este vino Yinghua - dijo Ao Jinlong con una voz suave.
Mientras el general se sentaba y compartía el vino con ese hombre, el joven Chen se preguntaba quién podía ser ese joven, así que decidió preguntar a la señora Ru.
- Señora Ru, ¿quién es ese hombre que está junto al General Wei?
- Ahh, Chen'er, aún no entiendes lo amplia y espesa que es la pradera frente a tus ojos. El que se encuentra sentado frente a tu padre es el Santo Dragón Ao Jinlong - con esa respuesta, lejos de satisfacer la curiosidad del joven Chen, la aumentó sobremanera.
- Señora Ru, ¿qué es un Santo Dragón?
- Verás, Chen'er, en esta tierra existen fuerzas con un poder inimaginable. Estas fuerzas poseen un nivel de cultivo de Santo; desde antes de la formación de las tres dinastías ya existían cuatro personas que habían alcanzado el nivel Santo. A estas personas se les conoció como los cuatro santos: en el Oeste se encuentra el Santo Tigre, en el Norte el Santo Tortuga, en el Sur la Santa Fénix y en el Este el Santo Dragón. De los cuatro solo se conoce la identidad de tres: el Santo Tortuga es Ma Bai, la Santa Fénix es Huo Fei y el Santo Dragón es Ao Jinlong.
- ¿Y por qué se desconoce la identidad del Santo del Oeste?
- Bueno, el Santo del Oeste pertenece a las Tribus Occidentales, las cuales están en constantes luchas por el poder para ver qué tribu se vuelve la hegemónica. En este contexto, hace cien años el Santo del Oeste desapareció junto a todo lo que se sabía sobre él; solo el resto de los santos saben su identidad.
- Señora Ru, si el Santo Dragón es tan poderos, ¿puede él ayudarnos a vengarnos de la Dinastía Xian?
- Lo siento, Chen'er, los Santos están para proteger sus dinastías, por lo que si cualquiera de ellos atacara a uno de los emperadores, estos entrarían en guerra unos contra otros. Por lo que la paz es síntoma del equilibrio de poderes entre los Santos.
El joven Chen se quedó pensativo; por primera vez estaba viendo un mundo más amplio del que conocía. Era como un pequeño pez koi que ha vivido toda la vida en un estanque y por primera vez ve un largo y amplio río. En eso que se empieza a fijar en la conversación de su padre con Ao Jinlong.
- General Wei, gracias al Cuarto Príncipe, a su suegro Su Mu y a mí hemos logrado que el emperador reciba su petición de asilo y la acepte. Por tanto, se le ha concedido una mansión en la ciudad de Shéngong en la provincia Shanfeng junto con una mina de cristales espirituales; este es el decreto imperial en el que se le ceden las propiedades. - Dijo Ao Jinlong, sacando el decreto del emperador y dándoselo al Lü Wei.
- Agradezco al Cuarto Príncipe y a usted, Santo Jinlong, además de a los cielos por la gracia del emperador - dijo Lü Wei, haciendo una reverencia a Luo Ming y al Santo Jinlong.
- Mmm, ¿quién es ese joven junto a su esposa, General Wei?
- Oh, disculpe, Santo, este es mi hijo adoptivo Lü Chen - Ao Jinlong se fijó en el joven Chen; lo miró detenidamente.
- Joven Chen, debe de empezar a cultivar pronto, debe de esforzarse mucho; tal vez entres en una buena secta de cultivación.
- Gracias, Santo, entrenaré duro - dijo Lü Chen mientras levantaba su mirada para ver los ojos de Ao Jinlong de color turquesa y de pronto el joven Chen sintió una fuerte presión sobre él. Estuvo así un rato. Lü Chen apenas podía aguantar y pronto caería al suelo sin que nadie se diera cuenta de que era causado por ese hombre. A los pocos segundos la presión desapareció.
- Interesante - dijo Ao Jinlong.
- Vamos, Luo Ming, volvamos a la Secta Tianlong.
Tras la marcha de Ao Jinlong y Lou Ming, el General Wei reanudó la marcha hacia la ciudad de Shéngong. Por el camino a Lü Chen le entraron grandes dudas y no paraba de preguntarse a sí mismo sobre aquel hombre. Mientras que se encontraba en el carruaje reflexionando sobre todo lo que había visto, aquel día apareció un soldado de la familia Lü.
- Señorito Chen, su padre ha mandado a llamarlo; quiere que vaya junto a él al frente de la caballería - Lü Chen miró a su madre adoptiva, Su Ru, como pidiendo permiso. La señora Ru dio su visto bueno con un movimiento de cabeza de arriba hacia abajo. Lü Chen siguió al soldado hasta un caballo y cabalgó hasta estar situado junto a su padre.
- Chen'er, dime, ¿qué te pareció el Cuarto Príncipe?
- Pa..dre - dijo Lü Chen con algo de timidez, pues era la primera vez que lo llamaba así.
- Me parece que el Cuarto Príncipe es alguien amable y virtuoso, además de tener un gran honor y simpatía.
- ¿Y cuál es tu opinión del Santo?
- No le voy a mentir, padre, ese hombre es un misterio para mí, no entiendo su fuerza, no sé si es bueno o malo, pero es decoroso, parece honrado y a la vez alguien virtuoso, pero desconozco sus intenciones hacia mí.
- Por lo que veo, es cierto eso que dicen que cuando un niño se enfrenta a una dura batalla, se acaba convirtiendo en hombre. Verás, Chen'er, es normal desconfiar de aquellas personas que acabas de conocer; es solo que estas personas son buenas personas sumidas en una cruenta lucha de poder en la corte imperial.
- ¿Qué quiere decir eso, padre?
- Chen'er, en la familia imperial hay siete príncipes, y el emperador aún no ha decidido a quién legar el imperio tras su muerte. El Cuarto Príncipe está luchando contra el resto por suceder a su padre. Es debido a esta lucha fraternal que durante los últimos años se han formado facciones dentro de la corte; cada una de estas fracciones tiene como benefactor a uno de los siete príncipes.
- Entonces, padre, el Cuarto Príncipe nos ayudó para que lo apoyemos.
- Si, Chen'er, el Cuarto Príncipe, nos pide que entremos en su fracción para que en estos años ganemos poder en la ciudad de Shéngong y así nos podamos convertir en una fuerza importante para él.
- Padre, ¿qué tiene esto que ver con el Santo Ao Jinlong?
- Chen'er el Santo es uno de los consejeros del emperador, además de protector de la dinastía y maestro del Cuarto Príncipe; por eso él pertenece a la facción de éste, aunque no pueda hacer mucho en el mundo mortal, sí que puede hacer en el mundo marcial.
- ¿Qué es el mundo marcial? - dijo Lü Chen con cara de extrañado.
- Hijo, el mundo marcial es el lugar de aquellas personas que se han cultivado y pueden usar el Qi. - Acto seguido, el General Lü dejó fluir su Qi y de su mano salió un aura de color cian. Lü Chen se quedó embobado pensando en qué era eso que salía de la mano de su padre.
- Chen'er , no te preocupes por tus dudas. Cuando lleguemos a la ciudad de Shéngong, tendrás maestros que te expliquen el proceso.
Tras la aceptación por parte de Lü Chen, que se vio plasmada en un gesto de cabeza de arriba a abajo, ambos, padre e hijo, siguieron cabalgando hasta llegar a la ciudad de Shéngong. Una vez allí se presentó el señor de la ciudad para recibirlos; el señor de la ciudad parecía un chico joven de no más de treinta años. Pese a ello, demostraba un carácter fuerte de autoridad, pero a la vez una larga sonrisa junto a bonitas palabras.
- Bienvenido, Lü Wei, yo soy Wáng Zhao, señor de la ciudad de Shéngong - dijo con una voz suave a la vez que autoritaria.
Lü Wei bajó de su caballo y con seriedad le hizo una pequeña reverencia. - Señor Zhao, como usted ya sabe mi nombre, no veo necesaria la presentación. Déjeme darle las gracias por permitir a este viejo siervo del emperador instalar su morada aquí - dijo con una voz que estaba lejos de reflejar sumisión a ese pequeño señor.
- Oh, señor Wei, no es necesario tales comentarios; esto es simplemente una ciudad de tercer nivel. Cómo podríamos negarle asilo a una persona de su importancia?
- Señor Zhao, solo soy un ciudadano en busca de refugio; ya no soy una persona de importancia.
A Chen toda esta conversación le parecía extraña, no entendía tanto formalismo, además no entendía eso que había dicho el señor Zhao de ciudad de tercer orden. Lü Chen empezó a entender que había un mundo completo que desconocía y que se le hacía complejo de entender.
- Bueno, Señor Wei, seguro que su familia está cansada de un viaje tan largo; sígame y le mostraré su nueva mansión.
Caminaron por las calles pavimentadas en piedra de la ciudad de Shéngong, mientras Lü Wei y Wáng Zhao charlaban. A los pocos minutos, gracias a los cuales Lü Chen pudo ver la ciudad junto a la señora Ru y su hermana Lü Lin, llegaron a la mansión que el Emperador les había concedido. Al verla de frente se veía una mansión normal sin demasiadas florituras, pero por su fachada se podía ver el estatus de la familia que allí residía; sin embargo, cuando Lü Chen la vio, fue como si viera un palacio imperial. Para Lü Chen, el cual había vivido en una casa muy modesta de una aldea, era normal que al ver una mansión de una ciudad de tercer orden fuese como si viera una maravilla. Si bien por fuera la mansión se veía modesta, en su interior era lo contrario; se veía bien cuidada y amplia, con un patio y un estanque lleno de peces koi de distintos colores. La familia Lü se vio sorprendida y agradecida por una casa tan bella. Al irse los invitados, los sirvientes empezaron a colocar las cosas y a organizar las estancias.
- Lü Chen, mañana iré contigo a la academia de preparación; allí te explicarán lo que debes saber acerca del cultivo y te enseñarán a cómo utilizar el Qi.
- Sí, padre, me esforzaré mucho por la familia.
- Bien, ahora ve a tu habitación; dentro de un rato celebraremos un banquete para celebrar nuestra nueva vida.
Así pasó la noche, con una gran celebración en la que hubo mucho vino, buena música y mejor comida. Al día siguiente, Lü Chen se levantó y se vistió rápido; a la salida ya le esperaba Lü Wei montado en su caballo y con varios guardias, se dirigieron a la academia de preparación. Allí los recibió un sirviente que le pidió el nombre y la familia del joven Lü. Cuando todo estuvo en orden, Lü Chen entró por primera vez a una clase de cultivo. Allí se encontraba en una sala amplia con unas cuantas esterillas en el suelo y de enfrente se encontraba un señor mayor que era el maestro de la clase.
- Hoy para la mayoría de ustedes esta es la primera clase sobre cultivo que darán; algunos saben algo del cultivo, otros, por el contrario, les es totalmente desconocido. Por ello hoy pasaré a explicar los niveles de cultivo. Para empezar, nuestro cuerpo posee diez venas maestras, que son las encargadas de hacer fluir el Qi de la naturaleza por nuestro cuerpo. Este es el primer paso para todo cultivador, el nivel de apertura de venas que se subdivide en diez etapas que representa cada una de las venas maestras. Una vez que hayáis abierto la primera vena, podréis sentir el Qi por vuestro cuerpo y podréis utilizarlo. Después de haber abierto las diez venas, empezaréis con el segundo nivel, que es el refinamiento de Qi. En este nivel se trata de purificar el Qi de vuestro cuerpo con el fin de ser cada vez más fuerte. Al igual que con el nivel de apertura de venas, el nivel de refinamiento de Qi tiene diez capas hasta poder entrar en el nivel de cuerpo vuelta al origen. En este reino se purificará vuestro cuerpo y volverá a su origen; este se divide en tres etapas: bajo, medio y alto.
- ¿Qué nivel está por encima del cuerpo vuelta al origen? ¿El Santo? - preguntó curioso Lü Chen.
- Ohh, no, jovencito, el reino Santo es el pináculo de la cultivación; si hay niveles por encima de él yo no los conozco y sobre los niveles por encima del cuerpo vuelta al origen, lo sabrás más adelante si llegas alguna vez a ese nivel. Pocos son capaces de ello, el camino de la cultivación es un camino muy duro y difícil
- ¿Entonces cómo logramos abrir nuestras venas, profesor? - preguntó otro joven alumno.
- Para poder abrir vuestras venas debéis fortalecer vuestro cuerpo y meditar, pudiendo sentir el qi y atraerlo a vuestro cuerpo.
- Así de fácil - se oyó decir en la clase; aunque nadie sabía quién lo había dicho, todos pensaban lo mismo en ese momento.
- Si bien puede parecer fácil, es muy complicado sentir el qi y poder incorporarlo a tu cuerpo; es por ello que se debe de entrenar el cuerpo a la vez que se medita. De esta forma, el cuerpo podrá resistir el qi.
Después de la clase, Lü Chen regresó rápido a la mansión Lü y se puso a practicar el entrenamiento físico junto con los guardias de la residencia y luego, en la noche, se ponía sobre una esterilla y meditaba. Así pasaron los días y luego los meses, en los que por la mañana iba a la escuela, por la tarde entrenaba y por la noche meditaba. Hasta que uno de esos días, después de haber sentido el qi a su alrededor durante todo ese mes, pudo al fin interiorizar el qi, empezando a sentir como se iba desbloqueando una de sus venas, como el qi empezaba a transportarse por su cuerpo como un caballo galopando por un camino.
Al sentir este el qi por primera vez, dejó la meditación y trató de materializar el qi. Tras unos minutos, pudo ver como en su mano había un pequeño resplandor de una luz blanca.
- Al fin lo he conseguido, este es el primer paso para mi venganza - dijo Lü Chen, contento por su logro; a partir de ese día su vida cambiaría y cada paso que diera lo acercaría más cerca de su venganza.