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Chapter 3 - •Orientación

El bullicio en el campus de la Universidad de Stanford era palpable, una mezcla de emoción, nervios y expectativas flotaba en el aire. Era el primer día del año académico y el ambiente estaba lleno de vida. Los estudiantes de reingreso caminaban con calma, como si fueran dueños del lugar, mientras que los de primer año se movían con cautela, sus ojos abiertos de par en par, tratando de absorber cada detalle del campus que ahora sería su hogar. 

El sol californiano brillaba intensamente, iluminando los senderos y jardines perfectamente cuidados. En los pastos verdes se podían ver pequeños grupos de

estudiantes sentados en círculos, algunos compartiendo risas y otros revisando mapas del campus con expresión de desconcierto. Cerca del edificio principal, una fila serpenteante se formaba frente a la oficina de inscripción, donde los nuevos alumnos esperaban pacientemente para registrar sus materias y recibir la asignación de sus habitaciones. 

Las fraternidades y hermandades también estaban en plena actividad, instaladas en

mesas decoradas con pancartas y globos, repartiendo folletos y ofreciendo sonrisas carismáticas a los estudiantes que pasaban. Las chicas de primer año, en particular, eran el objetivo principal de las fraternidades femeninas, quienes las invitaban a unirse a sus exclusivas comunidades. 

Entre la multitud, destacaba Eliza. Con su cabello largo y ligeramente ondulado que

caía como una cascada dorada hasta su cintura, era imposible no notarla. Sus ojos azules profundos brillaban con una mezcla de curiosidad y nerviosismo, mientras que su piel ligeramente bronceada reflejaba el sol californiano. A sus 18 años, Eliza estaba lista para comenzar esta nueva etapa de su vida, aunque no podía negar que el campus le resultaba abrumador. 

Caminaba lentamente por los senderos, sosteniendo un mapa que había recibido en

la orientación. Su estatura de 1.50 metros la hacía parecer más joven de lo que era, pero su porte elegante y su mirada decidida dejaban entrever una confianza interna. Observaba con atención los edificios que la rodeaban, tratando de memorizar cada rincón del lugar. 

—¿Primera vez aquí? —preguntó un chico alto con cabello castaño desordenado y una sonrisa amigable. 

Eliza giró la cabeza, sorprendida. 

—Sí, es mi primer año —respondió con una sonrisa tímida. 

—Lo imaginé. Todos los novatos tienen esa mirada perdida —dijo el chico riendo suavemente—. Soy Marco, por cierto. 

Antes de que Eliza pudiera responder, una chica pelirroja apareció de repente, casi

corriendo hacia ellos. 

—¡Cariño! —exclamó mientras se abalanzaba sobre Marco—. Te he buscado por todas partes. 

La chica tenía pecas dispersas por su rostro y una energía desbordante que parecía llenar el aire a su alrededor. Sus ojos se posaron en Eliza con curiosidad antes de sonreír ampliamente. 

—Hola, soy Amanda —dijo con un tono cálido y amistoso. 

—Eliza—respondió ella, sintiéndose un poco intimidada por la intensidad de Amanda. 

—¿Eres nueva también? —preguntó Amanda mientras señalaba los papeles que sostenía con ambas manos. 

Ella asintió y, para su sorpresa, Amanda la abrazó rápidamente como si fueran viejas

amigas. Aunque no era mucho de abrazos, Eliza lo aceptó, sintiendo una extraña calidez en el gesto. 

Los tres chicos continuaron caminando juntos por el campus. Marco les explicó

algunos atajos útiles para llegar a las aulas más rápido y les señaló los mejores lugares para comer. También les habló sobre las actividades extracurriculares y los eventos sociales que estaban por venir, incluyendo la

famosa "Noche de Bienvenida", donde todos los estudiantes nuevos eran invitados a una gran fiesta organizada por las fraternidades y

hermandades. 

—¿Te unirás alguna fraternidad? — pregunto Amanda con curiosidad.

— No lo creo — Eliza se sentía un poco avergonzada por ser un legado de la

fraternidad de Alpha Phi y prefería reservárselo — No creo que me acepten.

— Pero si eres hermosa, con esos ojos, ese cabello y las curvas — Haciendo sentir

a Eliza un poco incomoda.

—Realmente no es mucho mi estilo — dijo un poco sonrojada — me acomodare en las

habitaciones del campus.

— Me da mucho gusto la verdad — Dijo dándole un abrazo cariñoso.

Entre risas finalmente, llegaron al edificio donde los de primer año debían registrarse para sus clases. Mientras esperaban su turno, Eliza observó a los demás estudiantes a su alrededor. Había una mezcla fascinante de personas: algunos parecían tan nerviosos como ella, mientras que otros charlaban

animadamente con amigos o revisaban sus teléfonos móviles. La diversidad del campus era impresionante, y se sintió emocionada al pensar en todas las historias que podría escuchar y las aventuras que tendría ahora que no se encontraba atosigada por su madre. 

Cuando finalmente llegó su turno, Eliza entregó sus documentos y recibió su horario

junto con la llave de su habitación en la residencia estudiantil. Al salir del edificio, miró el papel en sus manos con una mezcla de alivio y entusiasmo. Todo estaba comenzando a tomar forma: sus clases, sus nuevos amigos, su hogar temporal, su nueva vida en Stanford. 

Una vez se registraron pudieron relajarse bajo la sombra de un árbol, Eliza estaba

encantada con todas las anécdotas divertidas que escuchaba por parte de Amanda y adoraba ver la manera en la que el la veía. Estaban realmente enamorados. Por

lo que había escuchado, eran pareja desde la secundaria.

Disfruto la brisa que rosaba su rostro, con los ojos cerrados y disfrutando el momento.

Hasta el momento que un calor intenso la saco de su pequeño momento privado.