Han pasado cuatro horas desde la consulta con el médico, me mandaron a hacer reposo por mínimo 3 días.
Mínimo 3 días, 3 días para calmarme, entender lo que está pasando. Para poder preocuparme por mi situación de mierda.
Me muevo incómodo bajo las sábanas de mi cama, el suave ruido que hace el ventilador de techo distrayéndome brevemente de mis pensamientos.
¿El chico, Ken, murió por mi culpa? ¿O murió antes de que yo despertara como el? El pensar que pude haber sido la causa de muerte de alguien más, alguien inocente, me carcome la cabeza.
¿Los chicos a esta edad querrían ser héroes, no? ¿Debería seguir ese camino al menos para compensarlo por esta segunda vida?
¿Pero es eso lo que yo realmente quiero hacer? ¿Desperdiciar mi vida siendo un centro caritativo andante? ¿Arriesgar mi vida por desconocidos, meros transeúntes en mi vida? Muevo mi cuerpo levemente, cambiando a una posición más cómoda, agarrando fuertemente la almohada contra mi cabeza, ahora viendo la pared.
¿Qué debería pensar de estas personas? ¿Qué hago con mi nueva familia? ¿Mis amigos? ¿Decirles la verdad?
El pensamiento viene tan rápido como se va, algo inútil, y en última instancia, peligroso. ¿Y luego de eso que, genio? Incluso si se los dijera creerán que estoy delirando, haciendo una broma de muy, muy, mal gusto
Seguirles la corriente durante todo lo que pueda será, entonces. Por más que me sienta incómodo con eso, no puedo arriesgar mi vida, mi nuevo secreto, por un poco de satisfacción moral.
Aunque el calor ya haya pasado a ser algo más aguantable, sigue allí. No se va, no para, incluso debilitado es una molestia.
Pero en serio, ¿Ken Takakura? ¿No era ese el nombre del protagonista de Dandadan? ¿Quizás mi nuevo Quirk este relacionado con las maldiciones? ¿U obtenga algo que me permita ir tan rápido como la Turbo Abuela? La posibilidad de tener algo que desafíe la lógica y los límites humanos es emocionante. Sobretodo si posiblemente sea algo que quizás me permita ir a 100 km/h. Siento una sonrisa dibujándose en mi rostro.
Aunque para poder usarlo, algo de capacitación será obligatorio. No quiero ser como Okarun y solo poder usarlo 2 veces. Incluso sin la certeza de si será o no algo similar a la velocidad de la Turbo Abuela, sigue siendo una obligación básica en un mundo donde hay gente que puede destruir manzanas con un movimiento del brazo. Así al menos evitare qué me roben o me maten los ladrones al azar de las calles. Dudo que con toda mi alma en el entrenamiento pueda enfrentar a un villano como All For One.
Y lo pensaba con todo mi alma, la velocidad podría ser una maravilla, pero nada que ese monstruo de jefe final no pueda tratar. Si la velocidad fuera todo lo que se necesitará, Iida hubiera sido más efectivo que Midoriya.
Mírame aquí, hablando sobre super villanos y héroes como si fueran pokemon y tuvieran su propia tabla de tipos. Lo próximo que se es que estoy gritándole a Endeavor que haga envite ígneo. La idea de tratar de darle ordenes a los profesionales hizo que una risa naciera desde mi boca. Gracias a Dios que Mamá ya se fue al trabajó y Papá todavía no está aquí, no quiero que piensen que estoy loco por reírme al aire.
Mi nuevo Papá era otra cosa que ocupaba mis preocupaciones. Ya he conocido a Mamá, casi igual a mi verdadera Mamá. Seria, cariñosa, y con sentido del humor algunas veces. ¿Pero mi nuevo Papá? No tenía de a que me enfrentaba, algo me decía que era igual, sino más, serio que Mamá. Aunque su guardarropa diga lo contrario, ya que el rosa, naranja, y rojo no pintaban una imagen muy seria del hombre.
¿Seré capaz de seguir actuando en frente de él? ¿Se dará cuenta? ¿O seguirá igual de despistado qué su esposa?
Por más… buena, a falta de palabras, que haya sido la mujer conmigo. El no ser capaz de darse cuenta que su hijo se está comportando de manera distinta no da las mejores señales de una relación cercana. Tampoco es que sea su culpa, por lo que me contó ella trabaja en una radio de 16 a 24. Es decir que pasaba gran parte de la tarde y toda la noche en su trabajo, haciendo que los horarios de Ken y ella misma no coincidan mucho.
Hablando de trabajo, son las 3 de la tarde. Según Mamá, Papá sale de su trabajo a las 4 de la tarde y llega a casa a las 4 y 30, mas tardar a las 5.
Quitándome las sábanas qué cubren mi cuerpo, me pongo de pie. Mi mano dirigiéndose a la mesita de noche al lado derecho de mi cama, agarrando y poniéndome mis lentes.
Es decir, tengo como mínimo una hora y treinta minutos de privacidad y soledad.
Con renovada determinación y un cuerpo ligeramente enfermizo, me pongo mis sandalias y salgo de mi habitación. Doc Ciclops dijo que debería ingerir azúcar, así que eso haré. Definitivamente es por eso y no a que tenga hambre.
Voy por el pasillo del segundo piso, bajando las escaleras a paso lento sin apuro real. Paso de la sala de estar al comedor, y del comedor a la cocina. Al entrar no pierdo un segundo y abro directamente la alacena, agarrando un paquete de galletitas con mermelada. Con el paquete de galletitas abierto, voy hacia la sala de estar nuevamente a sentarme en el sofa, prendiendo el televisor con el control y poniendo Nightflix, una versión paralela de Netflix supongo.
Quizás esto no sea tan malo como pensé inicialmente.
Cuando eso llego a mi mente, lo disipe rápidamente. No puedo dejar que ese tipo de pensamiento me hagan aflojar. Que me vuelvan descuidado. Que me distraiga.
Pero…. Un poco de relajación de vez en cuando no vendría mal.
Y con eso, me rendí a la tentación. Al sofá cómodo. A la televisión plasma de 50 pulgadas y a las series de Nightflix. Y, como no, a las gloriosas galletitas.
Estuve así duro lo que habrán sido dos horas seguidas. Incluso cuando Papá llegó a casa, solo le di un saludo casual y continúe en mi nueva sesión de relajación.
Eso si, cuando termine de ver ese documental de All Might, caí en cuenta que, de hecho, conocí a mi nuevo Papá. Entable una pequeña conversación con el de forma natural sin levantar sospechas a pesar de ser la primera vez que nos conocimos.
Entonces, realmente es un caso de negligencia infantil, ¿no? Por supuesto que lo es, o quizás soy yo pensando de más las cosas. Quizás so me estén dando tiempo para resolver lo que sea que ellos creen que me pasa. Quizás creen que simplemente estoy creciendo, y por ende, cambiando.
La palabra maldita, todo Quizás y nada certero. Al menos Mamá se vio feliz por mi cuando el doc dijo que estaba desarrollando mi Quirk. O devuelta, quizás estaba feliz de que su hijo ya no sea el equivalente a un lisiado aquí.
Al final, todo es especulaciones. De nada sirve pensar en escenarios imaginarios si no confronto la realidad.
Sin darme cuenta del consumo real de energía que tiene el cuerpo al adaptarse para el futuro Quirk, cerré los ojos y me deje reposar en el sofá. Cuando abrí los ojos devuelta tenía a Papá adelante mío, su mano extendida hacia mi, a punto de despertarme.
-¿Qué pasa?- Mi tono, somnoliento y dormitado, hizo que mi voz fuera tan suave que apenas yo mismo fui capaz de escuchar mi propia voz.
Papá, consciente de mi propio estado, al menos más de lo que yo ciertamente estaba, simplemente dijo cuatro palabras. -La cena esta lista.- Y luego de eso se alejo, yendo hacia el comedor.
La comida era algo sencillo, un bistec, arroz blanco con queso. Ciertamente el bistec olía bastante bien. ¿Quizás Papá es un chef o algo así?
Sin muchas preguntas que hacer, o más bien sin muchas ganas de preguntar, simplemente dije un. -Gracias por la comida.- Y empecé a comer sin muchas ganas, y para cuando me di cuenta ya me había comido todo mi plato.
-¿Qué hora es?- Pregunte cuando finalice mi plato, levantando la vista para finalmente ver bien a mi nuevo Papá.
Su apariencia sorprendentemente normal. Pelo marrón, ojos amarillos casi dorados, un poco más bajito qué Mamá. Ojeras en su cara tan prominentes que me atrevo a pensar que son una constante en su vida.
Papá esta de pie, habiendo terminado su plato antes que yo. Delante de la mesa, al lado del camino que lleva a la cocina, dándome una vista perfecta del reloj. -Las 10 y 20.-
-Uh.- El sonido salió sin siquiera pensarlo, y si la mirada curiosa de Papá indica algo, significa que escuchó. -No pensé que hubiera dormido tanto tiempo.- Y realmente lo pensé, ya que ni siquiera recuerdo haber estado tan agotado.
-Provecho, voy a dormir.- Así, me levante de la mesa. Recogiendo mi plato y cubiertos los lavo rápidamente, los dejo en el lavavajillas.
Volviendo al comedor, pasando al lado Papá lo veo yendo a la sala de estar. Bajo mi ritmo un poco, yendo atrás de el, y cuando estoy por subir las escaleras. -Buenas noches, Papá.-
Sin quedarme a ver que expresión hizo, subo rápidamente y me dirijo al baño. Me cepillo los dientes durante 5 minutos, una costumbre de mi vida pasada que adquirí tras una rápida busca a como se ven los dientes si no se los cuida bien.
Al estar en mi habitación, me quito los anteojos y los dejo en mi mesita de noche. Tapándome bajo las sábanas, acurrucándome contra mi mismo y la almohada.
He estado en este mundo lo que habrán sido 15 o 14 horas y no he vuelto. Si esto es un sueño, espero poder seguir soñando así. Si esto no es un sueño, espero… espero que esto no sea eso. Es solo una sueño, muy detallado, muy real, y ya.
Lo que sea, problema para mi yo de mañana.
Y así de simple cerré lo ojos, me deje tragar por la oscuridad en la que me engullí. E igual de simple, me dormí.
Hasta que una luz repentina se encendió justo encima de mí. A pesar de tener los ojos cerrados todavía fui capaz de darme cuenta de los rayos de luz que estaban entrando en contacto con mis parpados.
Y obtuve mi respuesta rápidamente, Mamá con un desayuno simple. Una taza de Té qué se ve menos caliente que la de ayer, acompañado de tostadas.
-¿Qué?- Mi voz salió abultada, apenas reconocible, quizás porque me estaba tapando la cara para no ver la luz directamente.
Sin decir muchas palabras, dejo el desayuno en mi mesita de noche. -Ya son las 9, no puedo dejarte durmiendo toda la mañana, ¿O si?-
Punto para ella, supongo. Todavía no comprendo que tan cansado físicamente me deja todo esto de desarrollar un Quirk de manera tardía.
-¿Es tan tarde ya?- Deje escapar un suspiro mientras me quitaba la almohada de mi cara, sentándome recto en mi cama. Mi espalda recta mientras mi mano va a tientas a la mesita, encontrando y poniéndome efectivamente los anteojos.
-Gracias por traerme el desayuno, Mamá.- Lo decía en serio, no creía tener la fuerza para salir inmediatamente de la cama. Tacha eso, ni siquiera me hubiese despertado para eso.
-No te olvides de cepillarte los dientes y lavarte la cara después.- Y así, salió de mi habitación. Dejándome solo con un desayuno simple pero completo, con mi somnolencia todavía presente en mi pequeño y nuevo cuerpo.
Dándole un sorbo al Té, tomándome mi tiempo para saborearlo correctamente. Ni muy tibio ni muy caliente. Aunque lo correcto sería decir que se encuentra más cerca de lo tibio que de lo caliente.
Dejando mi taza en la mesa, agarra una de las tres tostadas que me trajo. Tenían mermelada encima, eran más grande que la palma de mi mano. Incluso si no eran exactamente grandes para empezar.
Y así, en mi nueva cama, con mi nuevo cuerpo, con mi nueva familia y con mi nueva identidad, empezó tranquilamente mi segundo día en este mundo de locos.
-Quizás ellos no sean tan malos padres como pensaba.-