En un Reino hay cinco jóvenes que se
adentran en aventuras para conocer el mundo y sus secretos y esos lugares
desconocidos los llevaran a batallas inimaginables. Pero antes de eso
retrocedamos el tiempo.
En un pueblo muy pequeño llamado takayama había
dos jóvenes llamados Vanssel y Galek eran muy amigos de la infancia, sus padres
eran muy cercanos ya que ellos fueron aventureros de jóvenes y fueron reconocidos
por el reino por sus grandes hazañas.
Pero Vanssel y Galek no se quieren quedar
atrás ya que ellos quieren ser mejores que sus padres y ellos no quieren
desperdiciar su talento. Entonces vallamos donde todo empezó donde Vanssel tuvo
otro motivo para salir de esa aldea, Y todo ocurrió en una noche.
Año 542
En el pequeño
pueblo de Takayama, Vanssel y Galek habían sido amigos desde la infancia. Ambos
compartían un sueño común: seguir los pasos de sus padres, quienes habían sido
conocidos aventureros en su juventud. Las historias de sus logros siempre les
inspiraron, y los dos se sentían decididos a dejar su propia huella en el
mundo.
Esa determinación
los llevó a enfrentarse a una noche que cambiaría sus vidas.
Era una tarde
tranquila, pero cuando el sol se puso y la oscuridad comenzó a envolver el
bosque, algo alteró la paz del lugar. Los jóvenes entrenaban en el claro
cercano al bosque, cuando de repente, unos gritos lejanos se escucharon en la
oscuridad.
— Vanssel, —dijo
Galek, con el rostro tenso—, ¿has escuchado eso?
— Sí, —respondió
Vanssel, su mirada fija en la dirección de los gritos—, hay algo mal en el
bosque...
— Galek, —intentó
razonar—, es peligroso. Debemos decirles a nuestros padres primero.
Pero la
curiosidad y la valentía de Vanssel lo empujaron a no esperar. Sin dudar, se
despidió de Galek y se internó en el bosque.
— ¡Vanssel!
—gritó Galek, pero su amigo ya había desaparecido en la oscuridad. Corrió hacia
la casa de sus padres para alertarlos.
Vanssel avanzaba,
manteniendo los sentidos alertas. Los gritos se habían desvanecido, pero algo
en el aire lo inquietaba. El bosque, que solía ser tranquilo, parecía estar
lleno de presencias extrañas. A medida que caminaba, algo le llamó la atención:
un hombre, caído en el suelo, inconsciente y gravemente herido. La escena era
extraña y alarmante, pero lo peor aún estaba por llegar.
De repente, un
fuerte rugido resonó a lo lejos, y el sonido de varios pasos pesados acompañó
la neblina de la noche. Un lobo gigante apareció entre los árboles, seguido por
varias criaturas más pequeñas. Sin pensarlo, las bestias se lanzaron al ataque.
Vanssel, paralizado por el miedo, observaba cómo la criatura más grande
devoraba al hombre caído. La presión de la situación lo hizo actuar
rápidamente: sacó su cuchillo de entrenamiento, pero sabía que no era
suficiente para enfrentarse a tales criaturas.
— ¿Qué hago?
—pensó desesperado, sintiendo que su corazón latía con fuerza en su pecho.
Cuando los lobos
se acercaron, Vanssel intentó defenderse con su cuchillo y su espada de madera,
pero los lobos eran rápidos y fuertes. El miedo lo paralizó, y pronto se vio
rodeado, con una herida en la pierna.
En un último
intento por salvarse, Vanssel se lanzó al suelo y, con gran esfuerzo, intentó
ocultarse en las sombras. El sonido de los lobos cerca de él lo mantenía
alerta, pero el dolor en su pierna le dificultaba moverse.
Mientras tanto,
Galek había llegado a la casa de sus padres, alertando a Blair, el padre de
Galek, sobre la situación.
— Papá, —dijo
Galek, preocupado—, hay algo en el bosque, y Vanssel fue a investigar.
— ¿Vanssel?
—preguntó Blair con tono serio—, ¿por qué no me avisaste antes?
— Lo intenté,
—respondió Galek, casi sin aliento—, pero no me escuchó. Fue a investigar, y
ahora no sé dónde está.
— Blair, —dijo
con decisión—, tenemos que ir a buscarlo. Vamos a Shinra, necesitamos su ayuda.
Blair, Galek y
Shinra, un viejo amigo, se apresuraron a adentrarse en el bosque. Sabían que no
podían perder más tiempo.
— Shinra, —dijo
Blair, mientras corrían—, no sabemos lo que está sucediendo, pero no podemos
quedarnos de brazos cruzados.
— Galek,
—preguntó Shinra, mirando a su alrededor—, ¿dónde exactamente estaba Vanssel?
— Él debería
estar cerca de aquí —respondió Galek, con nerviosismo—, pero no lo encuentro.
El bosque, denso
y oscuro, parecía cambiar a cada paso. La preocupación se apoderó de ellos,
pero no podían rendirse. La esperanza de encontrar a Vanssel sano y salvo los
mantenía firmes.