Dejando la casa temporal de Betta, Roland se sintió un poco mareado.
Aunque el contenido de alcohol del vino de frutas no era alto, sus ojos estaban un poco borrosos después de cinco copas consecutivas.
Roland salió corriendo de la ciudad antes de que cerraran las puertas de la ciudad.
El sol poniente al atardecer asumía un color dorado. Había gente yendo y viniendo en las puertas de la ciudad. Había comerciantes así como viajeros apresurados: algunos entraban a la ciudad y, naturalmente, algunas caravanas salían de la ciudad.
Dondequiera que pasara Roland, la gente le daba un espacio de dos a tres metros de antemano—su túnica mágica era el mejor certificado de paso.
Al salir de la ciudad, Roland caminó hacia el oeste a lo largo de la muralla de la ciudad. Después de caminar durante media hora, finalmente vio el muelle de Delpon fuera de la ciudad.
