Aunque hizo la declaración, el Sacerdote solo pudo suspirar impotente cuando todos lo miraban ansiosamente.
Después de todo, nadie en el equipo era capaz de Disipar excepto él.
Dejando sus brochetas, el Sacerdote agitó sus manos una y otra vez. Después de cada actuación, la luz sobre Roland se volvía más tenue. Todos contaban los intentos.
Después de diez veces, el Sacerdote se detuvo.
Pero la luz mágica sobre Roland todavía era bastante brillante.
En este punto, Halcón gritó —¡Continúa! Nos gustaría ver cuántas veces se necesita para quitar el beneficio. ¡Sería mejor que terminaras lo que empezaste! ¿Te has quedado sin poder mágico?
Todos los demás asintieron en acuerdo.
El Sacerdote bajó su cabeza sombríamente —Tengo poder mágico, pero me he quedado sin mi cuota de conjuros.
Entonces, todos finalmente recordaron que los Sacerdotes y los Hechiceros solo podían lanzar sus hechizos un número limitado de veces al día.
