—¿Se puede vivir solo por ser guapo?
—¡Por supuesto! —Roland tenía un ejemplo clásico de esto cerca de él—. Desde joven, Schuck le había enseñado de maneras sorprendentes que cuando un hombre era lo suficientemente guapo, cuánto buen trato imperceptible podía encontrar.
Por cometer el mismo error, Schuck rara vez era castigado, y cuando había algo bueno, se le daba prioridad, y en cuanto a las chicas… adulaban a Schuck hasta el punto de que se sentía molesto. Al salir con chicas, siempre eran ellas las que tomaban la iniciativa de pagar. Ahora que estaba casado, no había necesidad de que trabajara en absoluto, siempre y cuando pagara sus "raciones masculinas" por la noche.
Roland había envidiado y reflexionado antes por qué no era un hombre guapo.
Luego se dio cuenta de que no había muchas personas en el mundo tan bendecidas como Schuck. Ahora incluso el mundo del juego admitía que el índice de atractivo de Schuck ya había superado los límites de la raza humana.
