—Es una pena que dejaras ir a esa mujer llamada Allie —dijo con cierto pesar—. Es inmortal y hermosa. Hay muchas maneras de jugar con ella. Si no la querías, deberías habérmela enviado a mí.
—No podrías manejarla —respondió Bettel con una sonrisa despectiva—. Esa mujer, aunque idiota y estúpida, y no muy buena en pelear de frente, tenía un sentido del orgullo. Completamente diferente a cualquier mujer que hayas conocido antes. No me hubiera importado hacerla la verdadera dama de la ciudad si estuviera un poco dispuesta a ser más débil.
—¿A cuántas mujeres les has dicho eso? —preguntó Wade con una risa—. Estoy cansado de escucharlo.