El vestido le quedaba impecable, como si hubiera sido diseñado específicamente para ella. El delicado patrón floral aportaba un toque de vitalidad. El escote halter atraía la atención hacia sus esbeltos hombros, y el escote en V añadía un toque de atractivo sin ser excesivo. Su piel brillaba cálidamente bajo la luz dorada, y su cabello se mecía al viento, enmarcando su rostro como un halo.
Nicholas sintió que su respiración se interrumpía mientras su mirada persistía en ella. Lucía radiante, asombrosamente bella sin esfuerzo, y por un momento el mundo pareció ralentizarse. Todo lo que quería era acercarla, sostenerla fuerte y saborear la paz de ese instante.
Ava, sintiendo la intensidad de su mirada, se movió incómoda. Un leve sonrojo cubrió sus mejillas mientras se acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja. —¿Vamos?
Sus palabras sacaron a Nicholas de su ensimismamiento. Se aclaró la garganta, su expresión volviéndose una de compostura. —Sí, claro.