—Sal de la oficina inmediatamente —rugieron, debilitando sus rodillas y amenazando con derribarla.
—No, ¡no lo haré! —gritó Ava desafiante—. ¡No he hecho nada malo!
—¡Seguridad! —la aguda voz de un director senior cortó el caos—. Apuntó con un dedo rígido hacia ella—. Saquen a esta traidora de aquí.
—No —murmuró ella, dando otro paso atrás, su pánico ahora desbordándose. Los guardias la agarraron de los brazos y empezaron a arrastrarla fuera.
—¡No me toques! —gritó Ava desesperadamente mientras se debatía contra su agarre—. Luchaba fieramente, intentando liberarse, pero su agarre era férreo.
Mientras Ava luchaba contra el agarre de los guardias, la directora se acercó. Se inclinó hacia ella, su voz bajando a un susurro —No te resistas, Ava. Si te vas en silencio, podrías salvarte de una mayor humillación, o incluso, consecuencias legales.
El pecho de Ava se agitaba por el esfuerzo de su resistencia, su mirada ardiente se fijó en la mujer.