Ava murmuraba maldiciones en voz baja, su frustración saliendo en una cadena de palabras enojadas. —No puedo entenderlo —bufó—. Él mismo me dijo —no le gustaba yo. Sin embargo, ahora está actuando como si no pudiera vivir sin mí.
Se rió con desdén. —Dice que no soporta verme con otro hombre. ¿Por qué actúa de repente como un esposo posesivo? Todo es falso... solo su estúpido ego. Pero yo no voy a caer en eso.
Recostándose contra el asiento, cruzó los brazos fuertemente sobre su pecho, su mirada fija en el paisaje que pasaba fuera de la ventana. Sus pensamientos bullían, pero intentaba distraerse.
El zumbido repentino de su teléfono cortó su ensimismamiento. Sobresaltada, metió la mano en su bolso y lo sacó, echando un vistazo a la pantalla.
Ethan. El nombre estaba mostrado en la pantalla.
—¿Hola? —contestó la llamada al instante.
—¿Dónde estás? —Ethan preguntó con urgencia—. Necesito hablar contigo. Es importante. ¿Podemos encontrarnos en algún lugar?