Ava sintió una pesadez hundirse en su estómago. Ella había estado esperando poder desviar la conversación de sus problemas con Dylan, pero Lilianna parecía decidida a no dejarse disuadir. Ava estaba dividida: su instinto era proteger a Lilianna y a su hijo por nacer de la dolorosa verdad.
Ella entreabrió sus labios, pero las palabras se le atoraron en la garganta.
—Mira, Dylan quedó devastado después de la muerte de nuestros padres —comenzó Lilianna—. Estaba enfadado, desconsolado y de luto. Y sí, dijo algunas palabras duras a tu padre en ese entonces. Pero todo fue producto de un malentendido. Tu padre vino más tarde a pedirnos disculpas, lo explicó todo… Fue un accidente trágico. Él no fue responsable.
La mirada de Ava se dirigió a sus manos, retorciendo nerviosamente sus dedos. —Lo sé. Él nunca lastimaría a su mejor amigo.