Dylan se quedó en silencio. Durante años, había albergado un amargo resentimiento hacia Thomas, alimentado por lo que creía era una prueba irrefutable de la implicación del hombre en la muerte de sus padres. Nunca había pensado en indagar en el accidente de sus padres. Pero ahora, con las pesadillas surgiendo noche tras noche, su convicción estaba titubeando.
El terrible sentimiento de perderlo todo, incluida su propia vida, le hizo darse cuenta de que algo miserable había sucedido en su vida pasada. Las pesadillas eran más que simples sueños—se sentían como recuerdos fragmentados de otra vida. A causa del siniestro plan de alguien, él y la familia Williams habían encontrado un trágico y angustioso final.