—¡Tú! —Su mano se alzó, su dedo apuntando hacia él, ocultando su preocupación bajo la fachada de su mirada desafiante—. No le causes problemas. Te lo estoy advirtiendo.
—Entonces sé obediente —siseó él, agarrando su muñeca. Pero antes de que ella pudiera zafarse, su brazo cerró alrededor de su muñeca, atrayéndola contra su pecho, dejando apenas espacio entre ellos.
—Suéltame —luchó contra su agarre, pero solo parecía hacer que su agarre se fortaleciera.
El corazón de Dylan de repente se aceleró sin previo aviso, y quería besarla con fuerza, su mirada cayendo a sus labios—. Si quieres que Nicholas esté seguro, te quedarás —murmuró roncamente, casi traicionando sus emociones—. Trabaja para mí durante tres meses. No me decepciones, y veremos lo que hago después.
—Eres desalmado —siseó ella, la furia irradiando de sus ojos.